Ni a la hora de los brindis de verano la Argentina deja de ofrecer escenarios paradojales. Publicado en enero de este año, el primer reporte que realiza el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) sobre el estado de los vinos blancos, denominado Informe Variedades de Uva Blanca Vinos Varietales Blancos Vinos Espumosos, arroja valores propios de un país en desacuerdo consigo mismo. Nada que deba sorprendernos, por otra parte, a quienes vivimos aquí.

Antes de ir a los números fríos conviene hacer una observación. Argentina se convirtió en los últimos años en un país productor de vinos tintos. Eso no significa que en el pasado no haya sido uno de blancos.

De hecho, en el pico de consumo de este país, allá por la década de 1970, el blanco reinaba sobre los tintos con alevosa participación. Y si algo tiene que aportar la Argentina para el Día de la Marmota –fue este el pasado 2 de febrero, dicho sea de paso– es que impuntuales pero reiteradas, las cosas siempre vuelven.

Más consumo de vino blanco argentino

Un buen blanco se disfruta por varias razones: es refrescante no sólo porque se lo bebe frío, sino porque ofrece sabores de limón y de hierbas, de manzana y melón; marida con todas las comidas cotidianas y es suave en comparación con los tintos.

Basta una mirada a las góndolas para constatar un primer dato: los vinos blancos aumentaron su oferta. Y, si eso sucede, es porque aumentó su consumo. Según los números del INV, desde 2017 -en que se quebró la tendencia a la caída- los blancos vienen en alza.

Citamos: “El mercado interno de vinos varietales blancos tranquilos 2021 ha aumentado un 26,6% respecto al año 2012 y sigue creciendo, ya que en el acumulado enero-noviembre de 2022 presenta un incremento del 8,7% respecto al mismo período de 2021. Todos los varietales blancos provenientes de variedades finas han aumentado sus ventas en 2021 respecto a 2012, excepto Semillón”.

consumo de vino blanco argentino

Esta última excepción le pone particular peso a una variedad que aún no se sube al tren pero que tiene boleto asegurado. Quizás la clave de la caída del Semillón se deba a otros factores que son más generales y preocupantes.

Uno de ellos es central: todas las variedades blancas se achicaron en superficie desde el año 2000, con la excepción de Viognier, Sauvignon Blanc y Chardonnay que ascienden antes de 2010 y luego caen.

La hipótesis es que, en todas las variedades blancas con la excepción de las tres mencionadas, los viñedos son
viejos. Y en paralelo a la caída de superficie, también caen los rendimientos.

Dice el INV que “la producción de variedades blancas aptas para elaborar vinos va en disminución, llegando en 2022 a producir un 41,8% menos de quintales que hace 10 años. Esta baja de producción no solo se debe a la baja de superficie, sino que también hay disminución del rendimiento por hectárea, siendo éste en 2013 de 138 quintales por hectárea, y en 2022, de 99”.

Este hecho afecta en particular al Semillón, del que quedan menos de 600 hectáreas, todas plantadas antes de 1970.

consumo de vino blanco argentino
Una pequeña luz de esperanza se abre para el Semillón.

Sin embargo, una pequeña luz de esperanza se abre para la variedad. En los últimos años esas mismas viñas viejas fueron material de elaboración para vinos muy interesantes, y algunos productores recogieron un magro guante y comenzaron a plantarla de nuevo, aunque a un ritmo menor al que se la arranca.

Negocios & business

En materia de exportación hay que ver una película subtitulada para entender el fenómeno. En el mundo hay algunos países productores ofreciendo blancos a buen precio y con estilos que sustituyen a otros.
Mercados como Estados Unidos o Canadá reemplazan algunos orígenes por razones de oferta y demanda, en particular para Sauvignon Blanc, y marcan una coyuntura puntual.

Este dato viene a cuenta de dos elementos que están detallados en el reporte de INV. Uno, que en 2012 Argentina exportaba más blancos que hoy, pero un solo varietal y un solo negocio daba cuenta de la mitad: Moscatel de Alejandría, colgado de un fenómeno que terminó en 2013 (parecido al de la coyuntura actual).
Dos, desagregado el Moscatel, las exportaciones crecen para Chardonnay un 26,6% comparado con 2012. Y es de hecho el blanco más exportado, dando cuenta de casi la mitad del total (46%) en 2021.

consumo de vino blanco argentino
En materia de exportación hay que ver una película subtitulada para entender el fenómeno.

“Los 6 varietales de mayor volumen comercializado en 2021 aumentaron sus ventas o se mantuvieron en el mismo volumen respecto a ese año de alto volumen exportado –reza el reporte del INV–. Así, Chardonnay aumentó un 24,4%; Torrontés Riojano, un 5,6%; Sauvignon Blanc, un 9,8%, y Pedro Giménez, un 452%. Se mantienen con un volumen de comercialización similar a 2012 los varietales Chenin y Viognier”.

Con buen tino, el reporte pone el dedo en la llaga y de ahí la situación paradojal: mientras aumenta el consumo se erradican vides o, lo que es igual, se desvinculan expectativas con realidades.

Entre las conclusiones se lee algo con lo que no se puede estar más que de acuerdo: “Se avizora un futuro complicado de continuar con la baja de superficie y producción que ocurre en las variedades blancas finas que no corresponde con el crecimiento en la comercialización total de vinos blancos varietales tranquilos y vinos espumosos. Todos los análisis de consultoras y entidades que monitorean el consumo están indicando crecimientos futuros para estas categorías”.

Volveremos sobre el tema el próximo Día de la Marmota.

Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).