¿Cómo es la relación entre brasileños y vino argentino? En series y películas, es común el recurso de que empiece a sonar música celestial cuando pasa algo tan bueno como repentino. Esa misma música es la que debe haber escuchado, a fines del 2021 el negocio vitivinícola cuando se supo que las fronteras argentinas volvían a abrirse para turistas de países vecinos.
Es que el vino argentino seduce a los viajeros brasileños por una serie de razones conocidas, incluyendo un tipo de cambio que da como para agotar stocks, con precios muy por debajo de los que pueden conseguir en su país y, obviamente, calidad de excelencia.
A eso se suma que, a través de los años, el paladar brasileño se fue formando al ritmo de lo que dictan las uvas argentinas.
Brasileños y vino argentino
De acuerdo a un informe reciente de Despegar.com, los brasileños actualmente lideran el ranking de los turistas más interesados en Argentina. En marzo pasado, esa demanda aumentó en un 86% en relación a enero y febrero, con Mendoza como uno de los destinos más populares durante Semana Santa.
“Vienen, en su mayoría. muy bien informados. Muchos de los visitantes son parte de ‘cofradías de vinos’, que son como wine clubs”, señala Victoria Mingo, gerenta de Experiencia de las bodegas del Grupo Peñaflor.
La experta traza un perfil de gustos muy definido de los brasileños y vino argentino: los enófilos prefieren generalmente Malbec de crianza en barricas, aunque los más conocedores también se inclinan por Cabernet Sauvignon, y los más jóvenes por rosados y tintos jóvenes sin crianza.
“Es muy difícil tentarlos para que tomen algo diferente, ya que vienen con esa idea fija del Malbec. Pero una vez que se animan, les encanta”, agrega Victoria. “Están siempre dispuestos a gastar muy bien, sea para ellos o para regalos. Hay que remarcar también que se les permite trasladar a Brasil en avión 12 botellas por persona”, celebra.
No hace falta viajar hasta Mendoza para reforzar esa impresión. Tanto en Buenos Aires como en la misionera Iguazú (bendecida además con la cercanía), el turismo brasileño tiene a comerciantes y dueños de restaurantes frotándose las manos de entusiasmo. En ambos ámbitos llegan con sus propias biblias y profetas, como los puntajes de Robert Parker o Patricio Tapia y su guía Descorchados.
“También saben mucho de precios y ya están al tanto de cuánto va a salir lo que compran. Se dan cuenta de cuándo algo está más barato que en otros lugares: a veces noto que un vino de la carta se está vendiendo mucho y generalmente es por esa razón”, explica Pablo Bauza, propietario del restaurante La Rueda de Iguazú, famoso por su muy nutrida cava con más de 700 etiquetas.
Bauza acota: “Se han acostumbrado al sabor de nuestros vinos, y de hecho generalmente los prefieren antes que los importados del Duty Free Shop”.
Con la experiencia de charlas y más charlas diarias con turistas, asegura que en Brasil el vino está de moda, las charlas y degustaciones atraen cada vez más público y llevar una botella a las reuniones sociales se volvió una costumbre usual.
“Asocian mucho el vino con la idea del status. También se cuidan mucho de que no les vendan gato por liebre, y por eso no es tan fácil convencerlos de que se lleven otro vino en vez del que vinieron a buscar”, puntualiza.
Escuchar y convencer
Joaquín Alberdi, de la histórica vinoteca palermitana JA!, coincide en esa apreciación, pero logró armarse de una serie de métodos que eventualmente terminan seduciendo hasta al más recio. Pregunta va, pregunta viene -y copa va, copa viene- a veces logra que alguien se vuelva a Brasil con un nuevo hallazgo.
“Normalmente tenemos 16 vinos abiertos. Los recibimos con una copa, y empezamos a sacarles información sobre sus gustos y rango de precios. Entonces, a veces me doy cuenta de que el vino de 95 puntos Descorchados que vinieron a buscar no les va a gustar. Y una vez que les encontraste el punto, se dejan llevar a cosas nuevas. Cuando el tipo compra el libro, se guía por alguien que no lo conoce. Pero si te tomás el tiempo de llevarlo, se entrega más que al libro”, asegura.
Sin embargo, incluso con la mente abierta, el tinto sigue siendo el favorito y el Malbec, el más elegido, aunque comienzan a colarse en el carrito opciones de perfil más joven, con el aporte de la barrica menos presente, y alguna que otra elaboración orgánica o biodinámica.
La compra usual en JA! es de entre 25 y 30 dólares promedio por botella, y de hasta 16 botellas en una sentada. “El vino en Brasil es muy caro y esa es la ventaja. El poder adquisitivo que tienen para gastar los brasileños que viajan, además, está muy por encima del de un argentino medio, no menos de 1500 dólares por mes”, remarca Alberdi.
Ante este entusiasmo y estas cifras, el vino argentino está construyendo su propio Maracanazo, y gritando un gol tras otro. Brasileños y vino argentino, una dupla que crece.