Cinco fotos de Eduardo Torres, mil historias
- Sin producto no hay cocina ni fotos
Manos, cultivos, mercados, verdulerías, pescaderías, campos, animales y más. El producto es fundamental en la obra fotográfica de Eduardo Torres. “Hacer una foto va más allá del clic, de medir la luz o controlar que todo entre en cuadro. Es una investigación, un compromiso con el tema. A lo largo de los años esto es lo que más disfruto, comprender de dónde vienen las cosas, quiénes son las personas que hay detrás de un producto. Son valiosas y comúnmente son invisibles. Mostrar su trabajo me importa mucho”, dice.
- Publicidad: La foto que promete
A lo largo de los años, Eduardo peleó siempre por hacer fotos publicitarias reales. Que el helado fuera helado y no puré, que los fideos estén al dente y no casi crudos para que queden con forma, que el brillo de cualquier cosa sea el natural y no artificial, entre tantos mitos reales de la fotografía publicitaria.
“Por suerte todo eso está cambiando y estamos dejando de hacer una publicidad fría y perfeccionista para hacer una más cercana a lo posible, a la no frustración, a la no mentira, con los elementos reales. Siempre les pido a los food stylist y ecónomas que sea rico. Y me dicen:´pero si no se ve´. Yo les digo que sí se ve”.
- Tecnología, celulares y democracia
“Hoy existe un cambio muy importante en la tecnología, casi que se está reemplazando el estudio de la técnica. En mi época debíamos estudiar física óptica, composición, historia del arte, muchas cosas para ser fotógrafo. Hoy, ponés la P verde en la máquina y la foto es técnicamente perfecta. Incluso con un teléfono tenés una foto técnicamente perfecta. Hago fotos con el celular para mí, a modo de registro. Es igual a cuando llevaba una cámara en el bolsillo, más cómoda y de muy buena calidad”.
“Antes tenías que tener un fotómetro, saber medir, saber revelar, saber elegir la película. Para mí lo que pasa hoy es buenísimo. Disfruto y aprendo mucho, hay una camada de fotógrafos nuevos enorme en todo el mundo, gente que trabaja muy bien. Antes era muy difícil acceder a una cámara, salían fortunas. Hoy es más democrático, es más accesible. Y es más interesante, se pone en juego quién sos vos como fotógrafo. Eso es mucho mejor: el acceso a la tecnología no es una imposibilidad para ser fotógrafo”.
Para leer la primera entrega sobre Eduardo Torres, seguí este link
- Los viajes, el alimento
Desde un primer viaje a Suiza, cuando ganó un concurso en la escuela de Raota por haber hecho la mejor foto del año, no paró de viajar y fotografiar. “El lenguaje de la foto es importante, te da el poder de la comunicación. Aunque pienso que hay cosas más sublimes que la fotografía como la pintura, la música, la literatura. En este momento estoy terminando un libro que se llamará “Mercados del mundo”. Iba a visitar algunos más este año, pero la pandemia no me dejó. Me faltan Tokio y México. Los mercados son algo que me encanta, es lo primero que trato de visitar cuando viajo a una ciudad”.
- El futuro
“Me gustaría fotografiar otros oficios como lo fue Carniceros: pizzeros, panaderos, heladeros. Hay algunos que se van perdiendo. Y tengo otro proyecto en danza que tiene que ver con registrar a las cocineras de los pueblos en sus casas, en su ambiente. Ésas que han transmitido las distintas culturas a varias generaciones. Hay un patrimonio que no está documentado ni respetado, yo quiero mostrar eso”, dice Torres.
“Tengo pendiente hacer una muestra retrospectiva, tal vez sea un libro. Y también tengo pendiente mostrar otro amor: la fotografía de música. Tengo un trabajo de conciertos de rock muy grande que es inédito”.
Pronto, si todo sale bien, habrá a la venta dos libros más con fotos mías: La Carneada (Juan Pedro Rastellino) y Kusinera Filipina (Christina Sunae). Los estoy esperando.