No es fácil transformar un restaurante a puertas cerradas. La mística que tiene un local íntimo, por ejemplo, es difícil de conservar cuando el restaurante abre sus puertas al gran público. Sunae, sin embargo, lo consigue con absoluta soltura. Y ahora ofrece un coqueto local en Palermo en el que probar algunas de las maravillas de la cocina filipina, con corazón porteño.
En eso, la pareja propietaria, Christina Suane y Franco Ferrantelli, son garantía de la fusión. Bajo el nombre de Cocina Sunae, el restaurante que nació en 2010 en el living de su casa y creció al calor del hogar, ahora ofrece la misma cordialidad con el nombre de Sunae Asian Cantina y en un salón bien ambientado. Al medio del salón está la cocina a la vista; al frente, un bar con barra bien iluminados por lámparas de papel; al fondo una sala con luz más tenue con varias mesas y un mural con hojas de banano estampadas en las paredes.
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Más allá de la ambientación, el principal cambio del restaurante es la carta: si antes era sólo un menú cerrado de degustación, ahora podés elegir entre una veintena de platos, los clásicos de Cocina Sunae y las nuevas propuestas. Organizada con un criterio práctico –pensando en los que no sabemos nada de cocina asiática– se divide en platos pequeños, principales, vegetarianos y postres.
Nosotros fuimos y probamos varios platos. Como entrante, nos guiamos por la descripción del plato, que reza: Yum Talay ($130), una “ensalada de frutos de mar con cilantro, menta, cebolla morada, chile y aderezo de cítricos.” Y lo que llegó a la mesa era exactamente eso, con el agregado de un notable balance en el sabor. Es un plato muy fresco, liviano y en el que hay desde calamar enrejado a langostinos. Fue una elección excelente para el vino: Costa & Pampa Chardonnay 2015 ($220)
De los platos principales, uno lo sugirió Franco Ferantelli y el otro lo elegimos nosotros. Franco propuso el plato ideal para el comedor de cerdo que todos llevamos dentro y que uno no se imagina en la cocina asiática, aún en las fantasías más especiadas. Se llama Sizzling Sisig ($220) y, en la descripción, dice que es “panceta, oreja y morro de cerdo en plancha caliente con huevo, pickles y chicharrón”. Lo sirven con un arroz al ajo que le aporta, como los pickles y la abundante verdeo, trazos de frescura. El plato es rico y contundente (no llegamos ni a la mitad), además sorprendente.
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El que elegimos (en rigor mi mujer), fue el plato del día ($180): un curry verde y picante de corvina, con chauchas, berenjenas, servido con arroz blanco. Un plato fascinante. Claro, si sos amante del picante, todo curry verde de este tipo te dejará un grato recuerdo. Si sos flojo, en cambio, el recuerdo será indeleble. Aunque, más allá de la intensidad del picor, conviene destacar el equilibrio de las especias.
De postre, elegimos un “Halo halo” ($95), que Christina tradujo dulcemente como mezcla, mezcla en la carta. Y eso es: un combinado de naranja, pomelo, maracuyá, rambutan, nata de coco, helado de té verde y granita. La terminamos a cuchara limpia, con las últimas gotas del vino, que subrayaron la frescura de la granita y el trazo cítrico.
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Y si hasta aquí hablamos de los platos asiáticos, ¿dónde está el corazón argento? No hay duda posible: el corazón en el trato que dispensan los dueños a todas las mesas, como cálidos anfitriones a un asado dominical. Así es que si buscás un lugar al que ir a cenar con amigos de paladar curioso, o bien un sitio perfecto para una salida y sorprender a tu pareja, apuntate el nuevo Sunae Asian Cantina.
GPS:
De martes a sábado, por ahora sólo por al noche.
Humboldt 1626, Palermo / 011 4776-8122 / www.sunaeasiancantina.com
Joaquín Hidalgo | @hidalgovinos