Apogeo y caída de una uva. Esa podría ser una buena síntesis, si no se tratara de una síntesis un poco engañosa. Porque si bien es verdad que el Merlot, esa variedad tan bordelesa como cosmopolita, atraviesa hoy un largo invierno en las góndolas en el que no parece ser favorita entre los consumidores, no es menos cierto que se la sigue elaborando y que las características del merlot argentino enamoran paladares en todo el mundo cuando está bien hecho.
Es que de Merlot son algunos de los vinos más famosos del mundo, como el consagrado Pétrus o buena parte de los clásicos tintos de Saint Émilion. De ahí se deduce que esté ampliamente plantada, y también que, precisamente por ello, haya caído en desgracia: comparado con algunos de los tintos más afamados de base Merlot, la inundación de botellas entre dulces y sin finesa que marcó el ciclo 1980-1990 en el nuevo mundo lo llevó un poco a la ruina.
Las características del merlot argentino
Entre las características del merlot argentino se encuentran la fragilidad y el tesón de los pájaros –dicen los filólogos que la palabra Merlot deriva de mirlo, el pájaro que goza de esas uvas en Francia–, pero también su vivacidad y gracia. En eso, es justo el eslabón perdido entre la ligereza del Pinot Noir y la robustez del Cabernet Sauvignon.
En materia de aromas, es una variedad de base frutal, con notas de guinda y cassis, pero también de mora y arándanos cuando está madura, que en todo caso se reconoce por una pizca de pimienta negra y notas de hierbas que van desde el tomillo a la hoja de tomate. Cuando está bien elaborado, la marca del Merlot es la finesa: una combinación precisa entre intensidad de sabor, balance de frescura y alcohol a favor de la primera, y una suerte de cintura apretada y ceñida donde los taninos ajustan el paso y liberan el sabor.
Comparado con las bombas frutales, golosas y hasta dulces, con las infusiones de madera y tintos ricos en alcohol que dominaron la góndola del Merlot en el pasado reciente, los Merlot delicados y ágiles que envejecen bien son una rara avis en el mercado. Pero cuando se la encuentra, no es para dejarla volar.
En Argentina hay un puñado de Merlot bien ejecutados. Y dentro de ese puñado, la Patagonia tiene mucho que ofrecer. La razón: variedad de ciclo medio, se adapta muy bien al verano más corto y moderado, pero sobre todo a los suelos de gravas con algo de arcilla que abundan en buena parte del Alto Valle y parte de San Patricio. También hay algunos en el Norte y en Mendoza que cumplen con la magia.
Para catar las características del merlot argentino, conviene apuntarse:
1. Riccitelli Old Vines 2019, de Allen, Río Negro. Tinto delicado y lleno de energía, donde la pimienta y el páprica dan la nota en un paladar jugoso.
2. 45 Rugientes 2021, de Sarmiento, Chubut. Criado en toneles, consigue revelar el carácter de cassis y especias, con una frescura vibrante y paso delgado y fino.
3. Malma Reserva de Familia 2020, de San Patricio, propone fruta negra y una línea de tomillo fresco, antesala de un paladar envolvente y con matices, fresco y vivaz.
4. El Esteco Finca Notables 2019. Con uvas de Cafayate, este tinto combina especias y fruta negra con un paladar de taninos finos, buen cuerpo y estructura fina.
5. Juan Ubaldini Merlot 2021. Valle de Uco, ofrece el perfil de hoja de tomate, mermelada ídem y paso envolvente con taninos finos. Un Merlot solar.
6. Finca Ambrosía Colección II Merlot 2019. Desde Gualtallary, Valle de Uco, la pimienta convive con una línea de membrillo y abre un paladar ágil para un perfil maduro.
7. Adentro Merlot 2019 llega desde Cachi, Salta, plantado a 2600 metros, y ofrece un tinto de especias, con nota de alcanfor, fruta negra, arándanos. Un raro y rico vino.
8. Miras Jovem 2021. Una joyita que combina fruta negra, con pimienta y hierbas y que despliega un paladar jugoso, delgado y envolvente y de taninos finos y reactivos.
9. Vinyes Occutls 2017 es otra rareza: criado dos años en barrica, propone una combinación de orégano y hierbas con pimienta, sobre un fondo de fruta negra. Delicado en boca, es pura energía.
10. Bianchi Particular 2018. Criado 12 meses en barrica, abre con orégano y pimienta, con alcanfor y nota de guinda y cereza, mientras ofrece un paladar seco y fresco que ganará con el tiempo.