¿Una estrella Malbec? El Principito se sentó sobre una piedra y miró hacia el cielo: “Me pregunto si las estrellas están encendidas para que cada uno pueda encontrar la suya”. Desde los pies de la cordillera de los Andes, surgió la misma duda que tuvo el protagonista del libro de Antoine Saint-Exupery. 

Entre los viñedos de Dante Robino, donde se cultivaron por más de un siglo uvas que cada noche recibían el brillo de miles de estrellas, Nicolás Bruno, el nuevo Gerente General planteó ante todo su equipo: “¿Por qué la cepa emblemática de la Argentina no puede tener su estrella? ¿Acaso no puede existir, entre esas miles, una que se llame Malbec?”.

En 1920 llegaba desde Piamonte Dante Robino, para fundar la bodega que lleva su nombre. En 1929 arribaba desde Lyon a la Argentina Antoine de Saint-Exupery, para desarrollar el servicio aeropostal de toda Sudamérica. 

Mientras las vides de Dante crecían bajo el cielo mendocino, Antoine volvía a Europa para luchar en la Segunda Guerra Mundial. Moriría en 1944 en una misión aérea, pero un año antes escribiría Le Petit Prince -la obra más leída en lengua francesa-, y nos dejaría una pregunta: “¿Cada uno puede tener su estrella?”.

Estrella Malbec: una vuelta por el universo

La semilla de esa inquietud germinó entre los viñedos de Robino y hoy se abrió al mundo. “Todo nuestro portafolio de etiquetas postula el mismo código universal: mirar para arriba, al infinito”, explica Bruno, quien lidera la renovación de la marca. “Inspirados en nuestro concepto de a dónde queríamos llegar, pensamos en un gran sueño de la humanidad: Marte. Y lo fusionamos -dice- con el amor que se le pone en toda esta industria a la elaboración del vino. Soñamos en ir A Marte, sentimos Amarte. Ese es el sentimiento que cada eslabón de esta cadena le vuelca al vino”.

De esa idea primigenia nacieron todas las nuevas líneas de vinos inspiradas en el universo. Así cuenta Bruno cómo surgió este último paso: “Hace unas semanas, cuando se avecinaba el Día Mundial del Malbec, perdiendo la mirada en un cielo estrellado pensamos: ¿Por qué nuestra cepa emblema no puede tener su estrella?”. Y del dicho al hecho se tardó lo que una estrella fugaz.

Desde la bodega armaron una carta con ese pedido, dirigida a la Unión Astronómica Internacional (UAI) y convocaron a todos los amantes del vino y todos los argentinos a que se sumen firmando la petición. “Es que el Malbec es de todos y no es de nadie”, explica Nicolás, “y por eso la mayoría se copó con la propuesta. Tuvimos el apoyo de muchas bodegas y estamos por llegar a las 10.000 firmas”. 

estrella malbec
Nicolás Bruno, el nuevo Gerente General de Dante Robino.

Más allá del pedido genuino de reconocimiento de nuestra cepa, no es común que se plantee una estrategia de marketing en la que se invita a toda la competencia. “Es cierto, no es muy común”, aclara el gerente de Dante Robino, “pero el Malbec es lo que es porque durante muchos años, mucha gente, puso mucho de sí para que esta cepa sea nuestro estandarte”. 

Y agrega como ejemplo: “Al igual que en los avances de la ciencia, un montón de personas estudian en silencio y uno termina brillando con un descubrimiento. Nosotros no podemos adueñarnos de un pedido y mucho menos de una cepa”. 

Mientras tanto, la carta con la solicitud partió rumbo a Francia, a la tierra de Antonie, el pasado 29 de abril. ¿Qué se le pide a la UAI, en París?

Estimada Unión Astronómica Internacional:

Sabemos que ustedes son especialistas en estrellas. Que las estudian y les ponen nombre. Nosotros acá en Argentina tenemos una, que sin estar en el cielo brilla en todo el mundo: nuestro vino emblema, nuestro Malbec.

Por eso queremos hacerles un pedido especial, o mejor dicho, un pedido espacial.

Este 17 de abril se celebra el Día Mundial del Malbec. Y como a los argentinos nos gusta soñar en grande, queremos homenajearlo con su ayuda para dejar un legado por siempre.

Si no es molestia, y teniendo en cuenta que hay unos 200 mil millones de billones de estrellas en el Universo… ¿podrían nombrar Malbec a una de ellas?

De ser posible, sería ideal que esté acá cerquita (zona Cruz del Sur). Pero si no, con que se pueda apreciar de noche junto a una copa de vino, desde cualquier rincón del país, nos quedamos muy contentos.

Muchas gracias, los saludan unos modestos amantes del Malbec.

Una estrella medio rojiza

Destinada a conmover el corazón del norteamericano Robert Williams, presidente de la UAI, esta carta no pide nada más que lo que hizo la humanidad durante milenios: ponerle nombre a las estrellas. 

¿Por qué la estrella más brillante del firmamento nocturno se llama Sirio? Bueno, entendemos que hace unos 4.000 años los egipcios la llamaban Osiris, luego los griegos la rebautizaron Seirios y los romanos le decían cariñosamente Sīriŭs. Hoy para todos es Sirio y sin tener nada que ver con los brillos de Jessica, no hay quien dude de su nombre en todo el planeta. 

Bien se podría implementar una nueva tradición con otra estrella. “Si se pudiera elegir”, arriesga Nicolás, “creo que quedaría muy bien alguna estrella medio rojiza”.

estrella malbecEs que es cierto, las estrellas también tienen colores propios. Si bien son sutiles, medio pasteles, las hay blancas, pero también amarillentas, azuladas, naranjas y rojizas.

Ejemplo de estas últimas son Betelgeuse en la constelación de Orión, o Aldebarán en la constelación de Tauro. Tres blanquecinas muy famosas son las Tres Marías, que incluso también tienen nombre propio: Mintaka, Alnitak y Alnilak. Así las bautizaron los árabes hace 2.000 años y aún hoy con esas denominaciones brillan sobre nosotros.

En la bodega, a su línea más preciada, Gran Dante, la etiquetaron con imágenes de grandes astrónomos. En Novecento, se representan los planetas, en Raíces las fases lunares, en Capriccio las constelaciones, en Dante Varietales el movimiento elíptico de las órbitas y en Legado las fórmulas de Kepler de la gravitación universal. Y así como en sus vinos se refleja el universo, desde Dante Robino se ilusionan con que en el universo se refleje nuestro vino.

¿Cómo una estrella puede pasar a ser distinta? Así lo explica el Principito, pero con zorros: “No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo”. El firmamento que acompaña las vides argentinas está plagado de cien mil estrellas, pero podemos hacer que una sea única para nosotros, la estrella malbec. “Cada noche en los viñedos nos sorprendemos”, describe Nicolás, “con un mar de lucecitas. Cuando se apaga la ciudad, es un mar, un mar increíble”.

Puede parecer un pedido un tanto infantil, pero la creación de Antoine lo justifica: “Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan”. Quizás solo sea cuestión de pensar en el niño que fuimos, y salir esta noche a bautizar estrellas, a perdernos en el firmamento, hasta encontrar a nuestra estrella Malbec.

Periodista especializado en astronomía y deportes. Colaborador permanente de La Nación y revista Ohlala!, realizó notas en Brando, El Cronista, LNR (revista dominical de La Nación), revista Weekend y Página 12. Trabajé también como columnista de radio y televisión. Y publicó el libro 12 Historias Nocturnas, una guía para disfrutar del firmamento.