Riesling se pronuncia casi como se escribe: Ris-ling. Y es una de las más célebres variedades de uva en el mundo aunque no está entre las más consumidas. La razón es simple: adora los climas muy fríos y algo húmedos, lo que le permite ocupar las latitudes marginales del planeta y ofrecer vinos únicos.
El país que la ha hecho famosa, y donde tienen los más grandes exponentes, es Alemania. Entre el Mosela y el Rhin, los ríos que bañan las regiones más importantes, los viñedos se recuestan sobre las laderas que miran al sur para garantizar el sol y la temperatura que le permita madurar en latitudes tan altas como los 48° y 50° norte.
En esos lugares y con la inventiva y la técnica germana como motor, el Riesling desarrolla una inagotable cantidad de estilos: los hay secos y esqueléticos, dulces y tardíos, semidulces y jóvenes, y también viejos, dulces en su mayoría, y hasta algunos que se elaboran con botrytis y otros con uvas congeladas, los famosos ice wines. Ese rango es el que le ha dado bien ganada fama.
Pero si los enólogos alemanes, con precisión y sabiduría, lograron exprimir de una sola uva todos esos vinos, es porque el Riesling tiene una singularidad y una nobleza particular: a medida que madura, cambia drásticamente de perfil aromático y de consistencia. Esa característica, sumada a la variación de las cosechas –drástica en esas latitudes– abre el abanico de posibilidades.
De marcado carácter floral, cuando madura vira hacia el mango y ciertos toques tropicales. Por eso el Riesling es un vino siempre varietal y, al mismo tiempo, con tal embrujo estilístico que una vez que se lo descubre, el flechazo es inmediato. Se conoce de amantes del Riesling que recorren el mundo para probar los mejores y también de otros que sólo beben los raros y empetrolados Riesling antiguos. No es extraño, entonces, que tenga un día mundial que celebre esta locura.
Día del Riesling, el panorama en Argentina
Para conmemorar el Día del Riesling, nada mejor que ver qué sucede en nuestro país con esta cepa. En Argentina hay muy pocas hectáreas (74 en 2020). Entre el puñado de Riesling que se elaboran en el país, estos son los más interesantes: Luigi Bosca 2020, Aquí 2020, Doña Paula 2020, Trapiche Costa & Pampa 2020, Altaluvia 2020, Canale Old Vines 2021, Viñas de Nant y Fall 2020 y Riccitelli Isla de Río Riesling 2021.
Es que como variedad de alcurnia no es nueva en Argentina. Claro que los terroirs argentos están lejos de ofrecer lo que ofrece la tierra nativa Angela Merkel. Aquí, el sol y la baja humedad otorgan otro perfil. Es uno que tuvo amantes –el Bianchi Cinta de Plata, que arrancarán algún lagrimón a los memoriosos–, y enamorados que lo sostuvieron a capa y espada.
Entre ellos, dos productores destacan. Por un lado, Luigi Bosca, que lo embotella no sin interrupción desde la década de 1970; por otro, Humberto Canale, que lo exportó por primera vez en 1979 y que, con intermitencias, volvió a volcarlo al mercado actual.
Pablo Cúneo, enólogo de Luigi Bosca, recoge el guante. “La bodega lo tiene plantado en el viñedo de Las Compuertas, Luján de Cuyo, desde hace mucho tiempo. Con una cosecha temprana conseguimos un blanco con expresión definida. Los estilos dulces, por la zona en la que estamos, no nos resultaron”, dice.
Sus esfuerzos no son en vano. En los últimos años una pequeña guardia de botellas locales asaltó la góndola. Algunos, como Doña Paula, apostaron por los viñedos de altura en Mendoza y lo plantaron en Gualtallary, además de Luján de Cuyo.
Martín Kaiser, gerente de producción de la casa, hace esa distinción: “Lo embotellamos en dos estilos, uno más joven y aromático y otro más pesado y maduro. Los clones y el frío de la altura hacen toda la diferencia”.
No son los únicos. Trapiche plantó Riesling en su viñedo de Chapadmalal. Es una zona fría y con buena humedad, donde la variedad está muy a gusto aunque hay que cuidarla de la podredumbre. “El racimo apretado es complejo en esas condiciones, pero cuando madura bien lo hace de una forma delicada, con flores blancas de buena boca, y envejece muy bien, por el perfil empetrolado que lo ha hecho famoso”, opina Sergio Casé.
Algo parecido sucede con el Riesling de Río Negro, donde el frío de la región y los suelos de río colaboran para dar un estilo fresco y frutado, como el que embotella Humberto Canale. En la Patagonia profunda, sin embargo, hay plantadas unas pocas hileras que darán que hablar.
Lejos de hacerle sombra a los alemanes, en nuestro medio faltan los estilos dulces. Pero, por cómo avanza la exploración de la variedad, no será necesario esperar mucho antes de que emerjan los primeros.