Rendidoras. Esa es la palabra que mejor define a las lentejas: con pocos ingredientes, todos accesibles, se consigue un plato del que cuatro personas pueden repetir y hasta queda un pucho para freezar. Y justo ahora que el frío coincide con los calientes números de la inflación, conviene apuntarse con una linda porción de lentejas con vino, combo por el que no se gasta más de $ 1.000.
Pero así como hay botellas de vino, hay tipos de platos de lentejas. A nuestro juicio, el mejor de todos los caminos es un guiso pulsudo, pero también hay versiones vegetarianas y livianas que funcionan igual. En todo caso, una cosa es segura: en materia de lentejas, nadie se queda con hambre. Y si es lentejas con vino, cuánto más rico.

Según la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA), en promedio se consumen por persona unos 800 gramos de legumbres al año en el país, de las que la mitad son lentejas, 200 g arvejas (en lata), 100 g garbanzos y el resto porotos. Comparado con la India, que alcanza los 20,8 kilos por habitante/año, estamos a años luz.
Lentejas con vino (o el guiso celestial)
Todos recordamos algún día en que el frío del invierno fue ahuyentado con un guiso inolvidable. Es que a la hora de comer calórico y con temperatura, no hay nada como un buen guiso. Y entre ellos el de lentejas se lleva todos los premios.
Son pocos ingredientes, pero hay que elegirlos y comprarlos bien. Para empezar, unas buenas lentejas disecadas (nada de latas). Las más ricas son los lentejones, que luego de remojarlos una noche se cocinan sabiamente para que no queden fofos: el truco está en hervirlos con las papas cortadas en dados; cuando las papas están a punto, las lentejas están ídem.
Según las versiones, unos arman un sofrito por fuera y otros vuelcan todo a la olla. Para el primer caso se sofríen 2 cebollas y 1 morrón chico cortados en brunoise –daditos tan chiquitos como las lentejas–, a los que luego se suma un diente de ajo en láminas y una zanahoria cortada en ruedas delgadas y luego en cuartos. Una vez cocido todo va a parar a la olla, junto con el chorizo colorado y la panceta ahumada, también cortados en tamaños razonables, y se los deja reposar unas horas.

En el otro caso, podés partir de armar un estofado de rabo o cortes similares, que se cuece y luego se vuelca a la olla con el resto de los ingredientes en tiempos específicos: cocer la carne con el sofrito inicial, luego hervir las lentejas y las papas siguiendo las verduras en la misma agua, y al final sumar chorizo y panceta. La diferencia es la textura de los ingredientes.
Hasta aquí tenés unos 500, 600 $ de máxima. Queda margen para una botella de vino.
Los tintos perfectos
La gracia de los guisos es que no requieren vinos complejos y eso se traduce en un precio amigable. Con que sean frutados y de perfil joven, funcionan a la perfección. Lo que falla es el gusto a madera, que no se lleva bien con trazo terroso de las lentejas. Así, en la góndola del súper hoy hacés diferencia con algunos tintos. Por ejemplo:
- Entre los modernos, frutados, sencillos y de paladar jugoso, Portillo Malbec (2020, $360), El Bautismo Malbec (2020, $355), Norton Elegido Cabernet Sauvignon (2020, $270), Finca Magnolia Malbec (2020, $296) o Santa Julia Reserva (2020, $420).
- Sino, entre los clásicos de perfil vinoso y con bocas de cuerpo medio y frescura, destacan Don Valentín Lacrado ($262), Pacheco Pereda (2019, $290), Marcus Merlot (2019, $338) y, saltando apenas en el presupuesto, San Felipe Cepa Tradicional (2016, $530).
Guiso veggie
Pero si las grasas que le dan vida al guiso pulsudo están fuera del alcance, por razones colesterólicas o política gastronómica, las lentejas no bajan su encanto. Eso sí: la sazón será tan indispensable como fantasiosa. Ideal usar algún curry o especia que aporte exotismo, desde coriandro a abundante comino y unas hojas de cilantro para terminarlo. Ahí las lentejas vuelven a ofrece el sabor de la tierra, pero con el perfume de la imaginación.
Los blancos perfectos
Para este tipo de guisos de lentejas con vino, que como no llevan carne son más accesibles aún, son ideales los vinos blancos. Y, entre ellos, los más frescos y herbales, como Sauvignon Blanc o Torrontés (sólo cuando está elaborado en este estilo).
Buen ejemplo del segundo resulta Cafayate Torrontés (2020, $234), mientras que en Blanc son perfectos Norton Sauvignon Blanc (2020, $442), Goyenechea Centenario Sauvignon Blanc (2020, $408) y Los Cardos (2020, $550), ya al borde de romper el chanchito.