Si el Paraíso en la tierra fuera posible, tendría muchos de los elementos que conforman Overo Bar: buenos vinos, rica comida, música, cine y amigos. Por eso es difícil resistirse a sus encantos.
Los creadores de este Edén terrenal son Pol Lykan y Daniel Rigueras. Los amantes de la gastronomía quizás reconozcan el primer nombre, dado que este cocinero fue dueño durante casi tres décadas del querido Freud & Fahler, uno de los restaurantes que logró poner a Palermo en el radar de los sibaritas.
Que Overo sea un club también responde a la relación de sus fundadores, ya que la amistad vino antes que los negocios. “Daniel fue de los primeros parroquianos de Freud & Fahler. Todavía recuerdo a su primer hijo en el cochecito de bebé, e incluso nuestras familias se hicieron amigas”, cuenta Lykan.

Dos años atrás los proyectos laborales se colaron en la charla, y Lykan le contó a Rigueras su idea de abrir un espacio gastronómico que llevara más allá la costumbre de sentarse a la mesa y disfrutar de una buena comida; quería un bar o restaurant, todavía no sabía bien, que las personas pudieran sentir casi como propio. Así, tras charlas y mucho análisis, llegaron al concepto de un bar y club de vinos.
La casa de Overo Bar
Overo Bar funciona frente a la Plaza Armenia, en un edificio que antes fue un hotel. Por eso cuenta con vericuetos que conducen a diferentes salas donde se puede disfrutar de la propuesta.
Al ingresar, los socios y clientes se encuentran con un patio. Pueden optar por ir hacia la izquierda y sentarse en el bar de la planta baja, que tiene desde mesas hasta cómodos sillones, o bien subir las largas escaleras que desembocan en la terraza, el spot más elegido por los habitúes en estos atardeceres de verano.
La propuesta gastronómica es transversal a todos los espacios. El formato elegido es el de tapas o raciones. Además, ofrecen la opción de armar tablas de quesos y charcutería. Como cada variedad (brie, chistorra, etc.) viene en platitos individuales, se pueden combinar a gusto y piacere de los comensales.
Son platos simples. El foco está puesto en el sabor que nace, claro está, de la búsqueda atenta del buen producto.

La intención es que se destaque el vino, pero a cada bocado el cuerpo pide más. ¿Cómo fue para Lykan, quien allá por 1999 hacía menús degustación de 8, 10 o 35 pasos, pasar a este tipo de propuesta? “El paso de los años ayuda a tener una mirada diferente, a dejar protagonismos, a soltar modelos para generar un producto amable y simple. Somos un bar de vinos. La cocina es profesional, ocupa y preocupa, pero acompaña al protagonista, que es el vino. Acá no se trata de egos individuales”, explica.
Luego hay tres habitaciones o salas que son de uso exclusivo para socios: en el primer piso, un espacio acústico con equipos de alta fidelidad (NAD, Yamaha, Denon y giradiscos Thorens), para escuchar los vinilos que hay en el club o disfrutar los que cada socio quiera llevar.
También cuentan con un espacio de cine, equipado con proyector 4k, sonido Dolby Atmos 7.1, pantalla 150´. Por supuesto, están suscriptos a diferentes plataformas de streaming para ver series y films on demand.
Claro que es una sala deluxe, nada de butacas. Aquí hay unos comodísimos sillones de cuero individuales, cada uno con su respectiva mesa para apoyar la copa o la ración de comida.

Por último, está la sala de degustación, ideal para ese fin pero también para reuniones laborales o de amigos. Deslumbra el mesón de madera Timbó de 5 metros, bien custodiado por las mil botellas de vino que descansan en la cava de hierro.
En la terraza se disfruta de un atmósfera casi playera, sin interferencias de edificios y en la que el atardecer se ve completo. El sol baja lentamente, descansa un rato en los árboles de Plaza Armenia y luego desaparece.
Los vinos
La carta de vinos tiene 300 etiquetas –todas disponibles en botella o copa- y su selección fue bien democrática. Bajo la guía de Ileana Osorio, Head Sommelier del lugar, todo el equipo de Overo Bar participó de una cata a ciegas para seleccionar qué etiquetas pasarían a integrar la familia. Eso hace que se consigan vinos, por ejemplo, que hubiesen quedado afuera por el prejuicio del precio.
La cuarentena fue frustrante, pero trajo un beneficio: la carta QR, que despliega información detallada, con notas de cata incluidas, de las 300 referencias disponibles. Además, se actualiza en tiempo real.
Todas las provincias productoras cantan presente, así que el país entero se puede recorrer en una copa.

Por supuesto, no faltan las perlitas, esos vinos casi inhallables que hay que salir a buscar porque no tienen distribución en Buenos Aires. Muchos de estos tesoros salen todos los meses en caja; es que la membresía para asociarse incluye el envío de tres etiquetas, en combos de tres o seis botellas.
“Es un diferencial porque el costo es el mismo que el equivalente al precio de los vinos en cualquier vinoteca”, cuenta Rigueras.
Como plus, con ese pago mensual se puede acceder a los tres salones privados y reservar uno para uso exclusivo de manera mensual.
Hoy en día, cuando el home office familiar es regla, muchos socios visitan Overo con computadora en mano para trabajar mientras beben una copa de vino o toman un café.
Ahora bien, el lanzamiento del club fue virtual, ya que la apertura, prevista para abril, se pospuso por motivos obvios y decidieron salir con las selecciones de vinos y las degustaciones online hasta poder abrir las puertas. La pregunta es qué pasara con los bonus track que tienen los miembros del club una vez que esta propuesta tan atractiva se popularice.
Rigueras explica los planes: “Estamos muy atentos a la demanda de los espacios, aunque todavía son tiempos atípicos para entender la dinámica de uso por la pandemia. Nuestra intención es privilegiar a los socios en base al momento en que se suman al club. Quizás, más adelante, solo para nuevos socios, pautaremos nuevas reglas de uso de los salones”.
El Covid-19 limitará los viajes, pero los enófilos argentinos tienen un aliciente: su Disney queda en Buenos Aires.
GPS
Nicaragua 4583, Palermo.
www.overobar.com
IG: @overo.bar