Cada año, desde que hacemos el Informe Malbec, cuando llega la hora de escribir sobre las conclusiones tenemos la misma sensación: como esas cámaras que descomponen el movimiento continuo en preciosos fotogramas, este reporte nos permite recortar, ampliar y detallar algunos de los movimientos estilísticos y de sabor que ocurren en la variedad tinta más plantada de Argentina. No es poca cosa.

Los 602 Malbec catados este año, con precios oscilantes entre $205 y 20.000, forman una góndola contundente sobre la que hay que invertir unos $968.000 para sondearla en detalle. Si hay algo que nos da aliento en este trabajo es la cantidad de dinero que le podemos ahorrar a los consumidores con este ejercicio que, para nosotros, es equivalente en placer al trote por un parque para un corredor profesional.

Así, desde los primeros reportes en que señalamos algunas tendencias que se consolidaron –como el uso racional de la madera o la búsqueda de frescura– este año ponemos el ojo en ciertos fotogramas menos evidentes. Son los que forman pequeñas joyitas sobre las que está bueno hacerse preguntas o enfocar bien. 

A continuación, algunas de las impresiones sobre las que hay que poner en un ojo, como consumidores o productores. 

informe malbec 2020

Informe Malbec 2020: amplitud gustativa

Una de las cosas más interesantes que ofrece el Malbec hoy es un arco estilístico tan amplio que se solapa con otras variedades. Va desde estilos tan sueltos, frutados y refrescantes como un Pinot Noir (por ejemplo, los que vienen de zonas extremas de altura, como Polígonos de Valle de Uco Tupungato 2019 y Estancia Uspallata 2019), hasta tintos bituminosos, concentrados y ricos en alcohol, como Colomé Lote Especial El Arenal 2019, pasando por tintos del año como Krontiras Natural 2020 (sin madera) o Weinert Tonel 248 2006, con 14 años de crianza. 

Por supuesto, esos son extremos. En el medio hay grupos que moderan esas tensiones y forman el segmento mayoritario, atado a expresiones de origen.

Rincones de Malbec

Desde Huacalera, en la Quebrada de Humahuaca, hasta Capitán Sarmiento, en el corazón de Chubut, prácticamente no hay un terroir en que no esté plantado el Malbec. Con excepción de los terroir muy húmedos del Este, el resto ofrece alguna versión de Malbec que merece atención.

Mientras esperamos probar este 2021 el Malbec de Chubut, algunos rincones que nos sorprendieron y sobre los que vale la pena poner un ojo fino, son el límite de Gualtallary, Valle de Uco (Terrazas Parcel El Espinillo 2017); suelos calcáreos de Pedernal en San Juan (Pyros Limestone Hill 2016); lunares calchaquíes como Pucará (Valle Arriba El Pucareño 2018) y Quebrada de San Lucas (Amar y Vivir 2018), Tinogasta en Catamarca (Seismiles 2018) o Las Calles en Traslasierra, Córdoba (Clos del Molle Ingrato 2018). El universo del Malbec gana profundidad con nuevos rincones.

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Precisión de estilos

En los últimos años mucho se habla de los estilos nuevos de Malbec: más filosos, más eléctricos, más delgados. Pero, en rigor, tenemos la impresión de que esos formatos emergentes señalan aún más con su singularidad los estilos clásicos, más mullidos, anchos y de frescura moderada. Como en un juego de formas y sombras proyectadas, lo que ofrece uno subraya lo que se destaca en el otro estilo. 

Así, en este Informe Malbec 2020 nos resultó atrapante observar que en materia de estilos hay mayor precisión. Y nos referimos a todos. 

Entre los Malbec emergentes destacan Riccitelli Kung Fu 2020, Mythic Divine Creation Malbec Nouveau 2020 y Vinyes Ocutls Malbec Cot 2019, estos últimos dos elaborados con maceración carbónica; entre los clásicos, Altocedro Gran Reserva Malbec 2018 y Salentein Primus Malbec 2017; entre los maduros y de moderada frescura, Achával Ferrer Finca Mirador Malbec 2016 y Flechas de los Andes Gran Malbec 2017; y entre los que son sin madera, L’Sprit de Chacayes 2019 y Concreto Malbec 2019.

Todo eso si dejamos de lado los fortificados o tardíos, los espumosos y los rosados. Sólo hablamos de tintos tranquilos.

El año de Los Chacayes

La novel indicación geográfica de Valle De Uco, integrada completamente al departamento de Tunuyán y sobre el cono aluvial del Arroyo Grande y otros menores, este año nos atrapó por dos sencillos motivos: en materia de intensidad de sabor y de expresión frutal y en materia de caudal de boca, ofreció un combo de regularidad y consistencia que incluso fuimos charlando en las catas entre silbidos de admiración.

Los Chacayes es una IG grande y con pocos viñedos, pero con muchos propietarios. Cubre unas 1600 hectáreas de viña, pero sus uvas se elaboran en todo Mendoza. Por eso es particularmente interesante que la región tenga un sello, aún cuando uno podría esperar todo lo contrario, como resultado de ese desenfoque.

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Será porque las cosechas 17, 18 y 19, que son las que más probamos, son parejas; será porque la mezcla de piedras y suelos cortos entre 1000 y 1400 metros da una ecuación regular. Por lo que fuere: este año para nosotros Los Chacayes se consolidó como una región con voz propia en Malbec.

Si no nos creés, agendá estos vinos: Terrazas de los Andes Single Parcel Licán 2017 y L’Spirit de Chacayes 2019, nada más opuesto estilísticamente y a la vez indeleblemente de la región.

Abrir Las Compuertas de la percepción

El terroir es una entelequia que, sólo cuando los vinos tienen predicamento propio, merece ser convocada a la corporeidad de las copas. Y este año nos resultó particularmente estimulante lo que está sucediendo con Las Compuertas, en Luján de Cuyo.

Antigua zona de cultivo para el Malbec, la combinación de buenas añadas y estilos menos maduros, resultan en una marca para la región: como esas radiografías en donde uno distingue el hueso por sobre las formas del cuerpo, los Malbec locales son reveladores de una arquitectura singular para la variedad. Hablamos de fruta roja madura, pizca de violetas, buen cuerpo y taninos amplios y suaves.

Buenos ejemplos de ello son Proyecto Las Compuertas “1914” 2019, República de Malbec 2018, Finca Bandini Dos Cauces Malbec 2019, Terrazas de los Andes Parcel Los Cerezos 2017 y Biolento 2018

Justo en tiempos en que el Valle de Uco parece una región cuyo brillo encandila, que los productores de Las Compuertas estén trabajando en su identidad resulta estimulante y promisorio. Tanto, que este 2020 de hecho presentaron el mapa de la IG y consolidaron un consorcio para trabajar en esa línea.

Mejores maderas

Mucho se ha hablado últimamente sobre el rol menguante de la madera. En estas conclusiones queremos sumar un grano a esta convicción que creemos algo apresurada. No se trata sólo de que el Malbec sin madera es rico: se trata de que el Malbec con buena madera y en el recipiente indicado en tamaño es parte de la ecuación perfecta.

Así, la irrupción de foudres en vez de barrica, el trabajo con maderas usadas en vez de nuevas o de pipones de 500 en vez de barricas de 250 litros está obrando milagros a la hora de subrayar el protagonismo de una fruta más precisa y menos oxidativa. 

Salvo un puñado de vinos que nos gustaron mucho y no tienen crianza, el resto son todos tintos que pasaron por algún tipo de crianza más racional. Si para muestra sobra un botón, el trabajo de Rutini Gran Malbec 2017 o el plan que propone DON Malbec 2018, ambos vinos de Valle de Uco, dan buena cuenta de un uso a conciencia de la madera en vinos íconos.

Orgánicos y verdes al poder

Hasta hace pocos años había escasa diferencia entre un Malbec convencional y uno orgánico, biodinámico o de cualquier variante de elaboración con cuidado del medio ambiente. Este año, sin embargo, y profundizando una tendencia que va ya para largo plazo, nos dimos cuenta de que muchos de los vinos que más nos habían gustado estaban en este grupo. 

Creer o reventar: la razón por la que nos atraparon muchos de ellos es por la cantidad de matices que ofrecen, por la apertura de su propuesta gustativa y por la franqueza con la que se desenvuelven en el paladar. Sería difícil de poner en mejores palabras. Pero si seguimos la línea de razonamiento que proponen técnicos como Gabriel Bloise y Juan Pablo Murgia al afirmar que ser orgánicos es mucho más que trabajar sin pesticidas ya que es fundamentalmente mejorar la fertilidad del suelo, este 2020 damos fe de que se nota y hace la diferencia.

La nueva cara Calchaquí

Sólo mirar el TOP50 de este año ya da una pauta: cinco vinos son del Valle Calchaquí y al probarlos comprobamos que son ejemplares que representan una aproximación al terroir que está dando que hablar. No son los únicos, claro. Como la punta de un iceberg –de un cardón asomando en un cerro, sería más justo en el NOA– hay una movida estilística que tiende a lograr una madurez más precisa y a dejar de lado los exagerados tintos concentrados y sobremaduros de antaño.

No son ni mejores ni peores: resultan más ajustados, al tiempo que sacan partido de los detalles y no del valor bruto del sol y de la altura. Casi tenemos la certeza de que esta discusión se ofrece como una tensión entre productores en los asados cafayateños, pero si uno compara Sunal Ilógico 2018, Laborum de Parcela Malbec Alto Río Seco 2017, Estancia Los Cardones Tigerstone 2018 y Colomé Lote Especial 2019 en un pelotón al que sumamos El Esteco Blend de Extremos 2018, por ejemplo, resulta un movimiento instituyente hacia la elegancia que ofrece matices diferentes para el valle. Una movida para observar de cerca.

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Patagonia Old Vines

Río Negro, con viñas viejas y productores enfocados, este año se coló en el TOP con dos etiquetas que son a su manera emblemáticas: Noemia Malbec 2018 y Riccitelli Old Vines Patagonia 2018. En esos dos tintos hay un modelo de equilibrio que Canale Old Vines también refleja, aún sin entrar en el ranking.

Lo interesante, a nuestro modo de ver, es que las sutilezas de una región requieren de plantas adaptadas para revelarse. Entre tanto, San Patricio del Chañar, que este año cumple 20 años desde su irrupción en el mapa, hoy ofrece un combo de intensidad y fruta roja que podría decantar en un modelo afable y de manejo del que tintos como Saurus Barrel Fermented 2018 calibran con buena puntería.

Parcelas de sabor

No es novedad que el vino argentino va en búsqueda de aislar sabores definidos por el origen. Y que para lograrlo, parcelar y embotellar es parte clave del asunto. En los cuatro años que llevamos haciendo este Informe nos hemos dado cuenta de que los sabores más puros y singulares de los Malbec provienen de viñedos de parcelas.

En este Informe Malbec 2020, algunas de ellas nos hicieron agua la boca: DV Catena Nicasia Vinyard 2016 y Adrianna Vineyard Fortuna Terrae 2017, por mencionar dos del mismo productor, pero también Zuccardi Piedra Infinita 2017 y Terrazas de los Andes Single Parcel Los Castaños 2017 dan perfecta cuenta.

2017, 2018 y 2019

Estas tres cosechas suponen la vuelta a la normalidad después del ciclo del Niño, con un 2015 húmedo y cálido y 2016 húmedo y frío. La 2017 fue una cosecha escasa, pero de una fruta tan precisa que algunos de los vinos catados este año en la alta gama merecen aplauso de pie. 

En tanto, la 2018, una cosecha típica para Mendoza, con verano caliente y marzo fresco, ofrece algunos tintos de exquisita hechura y con comprensión cabal de los estilos propuestos, así como la 2019, que va en la misma línea. 

De la 2020 probamos unos pocos Malbec de líneas bien comerciales, aunque algunos de ellos realmente atractivos en su combo de fruta y frescura. Esperemos en años venideros tener chances de comprobarlo.

Aumentos de precio

“Ya hablamos de amor, ahora hablemos de dinero”, reza el dicho popular. Y es que este Informe Malbec 2020, mirando sólo los precios nominales, supone que un consumidor debería desembolsar $968.000 para probar todos los vinos (que por supuesto no desembolsamos, sino que recibimos como muestras). El punto es que, comparado con 2019 cuando catar un número similar de etiquetas ascendía a $422.000, la inflación se hizo notar. Y mucho. 

Veámoslo en precio promedio: en 2019 era $850 por botella, cifra que este año asciende a $1620. Esto es lo que llamamos el Índice Malbec, y que en 2018 nos daba unos $500.

Por supuesto, los que más crecieron fueron los vinos de alta gama que, comparados con los precios internacionales en dólares, quedaron rezagados incluso en posicionamiento, mientras que los vinos de venta real sufrieron un estrés de costos producto de una demanda menos elástica. Dato extra: a mediados de la pandemia, Bodegas de Argentina peleaba por descongelar el precio de los vinos básicos, que estaban por debajo de la línea de flotación. 

Con todo, hablamos siempre de precios nominales porque, parafraseando a un ex ministro de Economía, hablamos de amar y nos juzgan con la billetera: en la cancha real campean los descuentos de hasta 40%. Ahí los números parecen más reales para el consumidor.

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Ni pequeños ni grandes

Una de las cosas que le dan salud al vino en Argentina es la dinámica operada entre pequeños y grandes productores: mientras que estos últimos le otorgan escala y envergadura al negocio, los pequeños son los que hacen a la diversidad y el crecimiento estilístico. En Vinómanos nos encanta que sea así.

Sólo observando los Malbec del TOP50 las proporciones son reveladoras: 18 etiquetas pertenecen a las bodegas que de algún modo imponen ciertos sabores propios en la góndola, pero los 32 restantes vienen de escalas muy diversas, desde proyectos unipersonales a familiares. 

Entre ambos segmentos –que no están enfrentados ni en pugna contrariamente a lo que se suele decir– le dan forma y salud al Malbec en Argentina. Y lo celebramos.