
Acaba de presentarse en sociedad el colectivo CUIR (Cocinas Unidas por la Inclusión y el Respeto), conformado por gastronómicos, foodies y profesionales de la comunicación que se reúnen para identificar, visibilizar y promover el aporte de las personas LGBTTQI+ (lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans, queer, intersexuales y +) en toda la cadena de valor en la industria gastronómica argentina. Sin dudas, una deuda del sector.
Entre sus premisas, CUIR brega por la inclusión y la igualdad, por la promoción de espacios seguros de convivencia, la paridad de derechos laborales, la desestigmatización de las tareas; por una cosmovisión colectiva y por crear instancias de aprendizaje y capacitación alrededor de la cocina y la alimentación, dentro y a través del rubro gastronómico, entre las más importantes.
Para reflexionar sobre estos temas, hablamos con Alexander Wittmann, fundador de CUIR, comunicador y emprendedor digital (co-creador de la marca El Gordo Cocina, junto al cocinero Víctor Manuel García, entre otros trabajos, y conocido en las redes como @ElFlacoCocina).

¿Cómo surgió el nacimiento de CUIR?
Surgió de un comentario que solté como algo disparatado: “Deberíamos organizar un colectivo o incluso un festival de gastronomía marica”, dije en una reunión. Llegué a casa y me puse a investigar si existían abordajes similares.
Me encontré con diversas agrupaciones que tienen mucho sentido: cocinar es un acto político que cruza absolutamente todos los aspectos sociales, desde la identidad, los derechos humanos, el derecho al trabajo, las cuestiones de género, historia, migración, factores económicos y culturales que hacen de la cocina un ente vivo y dinámico.
Encontré en el término Queer Food (Cocina Cuir) la manifestación y búsqueda de comunión, solidaridad, visibilidad y protesta a las desigualdades sociales vinculadas con la orientación e identidades sexo/afectiva, además de otros factores culturales que se cruzan en los distintos contextos. Hice un borrador, lo fui compartiendo y pronto se fueron sumando muchas voluntades.

¿Cuál es el trato general que recibe el colectivo LGBTTQI+ a la hora de buscar trabajo en gastronomía?
Este es un gran desafío ya que hay diversos factores en juego: ¿Cuál debería ser el mecanismo para medir esto? ¿Qué pasa con las personas que eligen mantener su vida afectiva separada de lo laboral? De estas personas, ¿cuántas tienen una expresión de género diversa y visible?
Vamos un poco más atrás: una cosa es la inclusión, otra cosa es la visibilidad de expresiones de género. Tenemos que recorrer cada una de las letras del colectivo y abordar a estos grupos con sus circunscripciones. ¿Un hombre gay cis tiene las mismas oportunidades que una lesbiana o persona trans? ¿Cuántas personas trans llegan a tener una formación académica en gastronomía? Tenemos que cuestionarnos la diversidad si queremos una sociedad justa.
Desde CUIR, aspiramos como primeros pasos a instaurar el tema y brindar un espacio de expresión y visibilidad. Estamos en una etapa de escuchar. Creemos que las distintas redes y plataformas han revelado una necesidad de abordar estos temas que han sido omitidos en una búsqueda absurda de heteronormalizar y homogeneizar todo.
¿Qué actividades tienen pensadas?
A futuro pensamos armar una serie de pop ups de comida con un formato delivery (de los cocineros y restaurantes que se vayan sumando) y la realización de contenidos, actividades y clases vía streaming para cubrir algunas necesidades desde nuestro lugar. En paralelo, estamos pensando en capacitaciones de inserción laboral para personas en situación de vulnerabilidad por temas de orientación y expresión sexo/afectiva.

¿Con la participación de la gente en las actividades van a colaborar con ContratáTrans, la organización que promueve y capacita para la inserción laboral?
Estamos trabajando con ellas y haciendo de puente entre entidades y comercios o empleadores gastronómicos. La idea es ir sumando otras organizaciones y generar activaciones utilizando la cocina como elemento central. También hicimos alianzas con el Banco de Alimentos, BA Capital Gastronómica, Alianza por Venezuela y La Federación Argentina de Familias Diversas.
Además de ofrecer trabajo, ¿cómo podrían sumarse los actores de la cadena gastronómica?
Hay quienes se han acercado ofreciendo sus historias de vida y su relación con la cocina, clases vía streaming, espacios, difusión, ingredientes, traslados, ayuda en logística, cocinar para comedores o para recaudar fondos. Hay quienes suman en la teorización y debates sobre identidad, género y gastronomía. Hay comunicadores o agencias de marketing (como Átiblo) que nos generaron la identidad de la marca y el branding. En estos tiempos difíciles es fundamental toda la ayuda que podamos recibir.
¿CUIR propone capacitación para restaurantes?
Sí, esto está contemplado en el proyecto. Cuando hablamos con empleadores vemos que están abiertos a contratar a entidades trans, pero simplemente no saben cómo o dónde buscarlas. Hay mucho por aprender y sobre todo desaprender, ya seas hetero o diverso, tenemos que reconocer lo que no sabemos para poder avanzar.
¿Conocés agrupaciones similares en otros países?
Sí, en Estados Unidos hay diversas manifestaciones que se cruzan con temas de racismo y acceso a la alimentación de grupos vulnerables. En Santiago de Chile está Sarita Colonia, un restaurante de cocina peruana travesti. La estética del lugar es alucinantemente cuir y hay una búsqueda personal de comunión entre gastronómicos por parte de su dueño y servicio a la comunidad.
En Argentina, podemos hablar de Trashumantes, quienes han estado desde el principio en la gestación de CUIR. Y me gusta meter su propuesta dentro de la cocina cuir, incluso siendo heterosexuales, ya que en esa mezcla de nacionalidades han creado una cocina andina de autor y con un toque cuir, que cierra cuando con otros grupos de cocineres se organizaron para brindar asistencia alimentaria a Casa Roja, un espacio autogestionado de trabajorxs sexuales.

¿Existe una cocina queer?
Existe y se está organizando. Muchos de estos grupos ya tienen algunos parámetros de lo que es y no es cocina cuir. El hecho de que una cocina esté liderada por una persona abiertamente gay no hace que sea una cocina cuir solo por eso. Tiene que ver con valores y el aporte que estas personas o emprendimientos ofrecen a la comunidad, generando espacios de trabajo decentes, visibles y solidarios.
Otros cuestionan si hay algún tipo de transferencia de lo queer en lo que cocinamos todos los días y es muy interesante de analizar. Preguntémonos qué pasa cuando un emprendimiento es liderado y conformado por mujeres. ¿Cómo esto se refleja en el ambiente, en la manera en la que se presentan los platos, en la propuesta? No lo sé describir, pero hay una esencia en estos emprendimientos que nos puede servir para abrir el debate y reflexionar.
Más notas en Vinómanos sobre debates actuales sobre derechos e inclusión igualitaria: https://vinomanos.com/2020/10/mujeres-carniceras-revolucion-femenina-carne/