Casi 100 años antes de que la expresión masa madre llenara de burbujas las cuentas de Instagram y levara las expectativas amasadoriles de tantos y tantas confinados en cuarentena, la Argentina ponía manos a la obra en la producción industrial de pan con el otorgamiento de una patente a una máquina sobadora que inició el camino de la fabricación local del llamado por entonces pan criollo pero también de galletas, galletitas, bizcochos, fideos, tallarines y otros productos derivados del trigo.

La empresa pionera en este desarrollo innovador fue la Sociedad Anónima Industrial y Comercial Viuda de Canale e Hijos, que en 1922 obtuvo la Patente Industrial número 18504, tal como se relata en el libro 140 años de registros del progreso, editado por el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial Argentina (INPI).

La compañía -establecida en el barrio porteño de Barracas, frente a Parque Lezama- presentó los planos de una máquina sobadora o refinadora de pastas en general, que incluía la posibilidad de amasar pan en cantidad.

Panaderos
Panaderos: los que trabajan mientras todos dormimos

En esos tiempos, el entonces granero del mundo demandaba desarrollos de este tipo, y por eso hubo otros que se animaron a pensar propuestas propias y con sucesivas mejoras.

Eran los tiempos en que se creaba YPF, a un puñado de taxistas se les ocurría la idea del colectivo y cuatro locos en una azotea (todos veinteañeros, uno médico y el resto estudiantes de Medicina) acababan de concretar, apenas dos años antes, la primera transmisión de radio en el país.

En ese contexto pujante desde lo industrial y lo cultural, el ingeniero Torcuato Di Tella desplegó toda su creatividad. En 1910, ante una ordenanza porteña que prohibía el amasado a mano del pan, Di Tella -junto a otros dos inmigrantes, italianos como él, los hermanos Alfredo y Guido Allegrucci- alquiló un local en la calle La Rioja, en la ciudad de Buenos Aires, para fabricar una máquina amasadora. La patentó bajo la marca SIAM (Sociedad Italiana de Amasadoras Mecánicas), y luego esa sigla devino Sociedad Industrial Americana de Maquinarias.

El éxito fue tal que en los años siguientes Di Tella dio rienda suelta a todo su ingenio y empuje en este rubro. En 1930 presentó una máquina amasadora, del tipo a batea y con carro móvil, “cuyos batidores estaban dotados de movimiento giratorio y planetario. Al año siguiente patentaba otro modelo, provisto de movimiento traslatorio alternado, provocado a mano o automáticamente”, tal como se detalla en el libro del INPI.

Pan y oliva
Pan y oliva: un matrimonio ideal

Apenas cinco años después introdujo un tercer modelo que era revolucionario porque contaba con una línea eléctrica alimentadora manual y otra con una llave interruptora. Y en 1937 registró una nueva máquina moldeadora de masa para pan que se caracterizaba por poseer una “correa continua envolvente de velocidad inferior a la superficie transportadora”.
SIAM, que llegó a emplear décadas más tarde a 16.000 obreros, fabricó una enorme variedad de electrodomésticos dentro de los cuales el más emblemático fue la heladera eléctrica. Ese producto que acompañó a tantas familias tuvo picos de demanda tan altos que había listas de espera de un año para acceder a su compra en cuotas.

Pero la firma también producía ventiladores, lavarropas, planchas, lustradoras de piso, motores eléctricos, bombas hidráulicas, interruptores magnéticos, surtidores de nafta… y amasadoras de pan.

Justamente fue SIAM la empresa que en 1954 patentó una máquina para la subdivisión de la masa panificadora. “Tenía un dispositivo para formar un rollo de masa continuo, una superficie móvil sobre la cual se deposita y se hace avanzar dicho rollo entre una serie de cuchillas equidistantes y paralelas”. Una forma masiva de hacer miñoncitos.

Pan: una horma para cada gusto
Pan: una horma para cada gusto

Para entonces ya se había decidido que el 4 de agosto fuera el Día nacional del obrero panadero porque en esa fecha, en 1887, el anarquista Enrique Malatesta había creado la Sociedad cosmopolita de resistencia y colocación de obreros panaderos, el primer sindicato del sector.

En 1957 por resolución del Congreso Nacional se estableció que se denomine la jornada como Día del panadero. No aparece más la palabra obrero en el nombre. Sin embargo, esa impronta de manos fuertes y enharinadas permanece en el impulso que todas las madrugadas lleva a los trabajadores de la industria a amasar, lejos de cualquier boom sibarita, el clásico pan nuestro de cada día.

Periodista, escribe notas de negocios, marketing y actualidad para FORBES, y antes para DyN, Clarín y Perfil (revistas Luna, Noticias y Fortuna). Fue Directora Editorial en LA NACIÓN. Ahora es cronista de viajes de revista LUGARES y lanacion.com y edita fascículos en Colecciones LA NACIÓN. Es autora de un libro sobre el negocio de las wedding planners, socia cofundadora de MULTITUD, Fábrica de contenidos, y edita en Vinómanos con mucha alegría.