En casi cualquier degustación, charla o texto de vino, últimamente se cuela el Cabernet Franc de Argentina como un amuleto de deseo: si no probaste el último de Fulano, el nuevo que produjo Mengano o sencillamente aquel tremendo de Zutano, el pionero, allá por dos mil y tantos, estás fuera del asunto. Hoy, el Franc es como esa pata de conejo que, si la tenés en el llavero, te pone del lado bueno.
Razones no faltan, ojo. Como vino ofrece un perfil bien diferente del resto del mercado. Más expresivo que el Cabernet Sauvignon y más constreñido en boca que el Malbec, brinda un tinto que no deja a nadie indiferente. A continuación, las cosas que hay que saber, con algunos vinos recomendados.
Cúal es el origen del Cabernet Franc
Origen. Como muchas de las más famosas variedades, el Franc es oriundo de Francia. Se lo conoce y reproduce hace varios siglos, en particular en dos lugares bien distintivos: el Valle del Loire, donde da vinos de poco cuerpo y carácter bien frutal, especialmente en la AOC Chinon; y también en la AOC Saint-Émilion, dentro de Burdeos, donde gana cuerpo y madurez y forma la columna vertebral de tintos famosísimos, como Chateaux Cheval Blanc.
Padre reconocido. Es el progenitor del Cabernet Sauvignon. El cruzamiento entre Franc y Sauvignon Blanc se estipula que sucedió en algún punto del siglo XVII, siguiendo los marcadores celulares de ADN. Como en toda buena fábula entre famosos, el hijo es más conocido que el padre, pero todo el mundo sabe que el carácter, al menos en este caso, es hereditario.
Nombre. El origen de su nombre es tan incierto como especulativo. Están los que dicen que la parte de Cabernet es una desviación de “carmener”, en relación al francés antiguo donde “carmín” describe el color del vino. Y los que sostienen que es una derivación de latín “caput nigrum”, brote negro. Sobre lo que parece haber acuerdo general es sobre el final “et” en Cabernet, que en dialecto occitano se traduce como pequeño, en relación al grano diminuto de la uva. Franc es sencillamente una variante del gentilicio francés.
Un poco de viticultura. Es una variedad de ciclo más corto que el Cabernet Sauvignon, lo que le permite adaptarse a climas más fríos como los del Loire o, en Argentina, a la altura y la frontera austral. Asimismo, es resistente. Cualquiera sea el caso, ofrece un carácter de fruta roja, que va del cassis a la guinda y la frambuesa, con una pizca herbal.
Cabernet Franc en argentina
Despegue local. Como muchas variedades, en la Argentina está plantada desde mediados del siglo XIX. Particularmente en viñedos viejos de Maipú y Luján de Cuyo, entreverada con otras tintas. De esos materiales genéticos antiguos se han hecho pequeñas selecciones masales. Sin embargo, desde la década de 1990 llegaron al país –según los viticultores– dos clones conocidos como #214 y #327, de los cuales el primero fue ampliamente plantado. De todos modos hay que considerar que el total del Cabernet Franc de Argentina es de 1146 hectáreas, frente a 43.000 de Malbec.
Dos caras de una misma moneda. Lo mismo que sucede en Francia se da en nuestro país, claro que con parámetros corridos. El Franc ofrece dos grandes grupos estilísticos: los de altura, donde la frescura y la fruta roja son dominantes, con cuerpo medio; y los de zonas más calientes, en los que el perfil herbal y piracínico (pimiento) tiende a prevalecer, con frutas negras y buen cuerpo.
Distribución. Con los datos a 2018 (últimos disponibles en el Observatorio Vitivinícola) la superficie del Cabernet Franc de Argnetina reconoce tres variantes interesantes. Mendoza tiene 882 hectáreas repartidas así: Primera Zona, con 335 hectáreas, produce el perfil más maduro; Valle de Uco, con 459, va por el perfil más frutado (Tupungato, el punto más alto, cubre 132 de ellas), y hay otras 88 distribuidas entre varias zonas. Sigue San Juan, con 124 plantadas en el llano caliente. Patagonia ofrece 48, de las que Neuquén ostenta 29 (se asemeja a Primera Zona en sabor). Salta, 29 hectáreas, y las restantes 63 se dan atomizadas en regiones diversas del país.
Arriba el blend. Como compañero de fórmula para el Cabernet Sauvignon, le levanta el perfil aromático; como partenaire del Malbec, lo adelgaza y pone en cintura, a la vez que le aporta un trazo herbal atractivo. Entre ellos Argentina tiene un nicho curioso para explorar, a la bordelesa o a la criolla, para decirlo en pocas palabras.
Cuáles son los vinos Cabernet Franc recomendados
Como hay poco, no son baratos (aún cuando cada vez haya más marcas). Partiendo de 500 pesos y ascendiendo hasta 1000, conviene probar: Durigutti 2018, Fond de Cave 2018, Tinto Negro Uco Valley 2018, Las Perdices Ala Colorada 2018, el flamante Colonia Las Liebres Reserve 2019, De Moño Rojo 2017, Casa Boher 2017, Saint Felicient 2017, Benmarco, Zoral Gran Terroir 2019, Saurus Barrel Fermented 2017, FIN 2015 y Desierto Pampa 2015. Y más arriba en precio hay algunas joyitas, como Siesta en el Tahuantisuyo 2016, Trapiche Gran Medalla 2015, Pulenta Estate XI Gran Cabernet Franc 2017, Rutini Single Vineyard 2016 y El Gran Enemigo Gualtallary 2016.