Están disponibles desde noviembre, pero todavía siguen causando sorpresa cada vez que aparecen en una mesa. ¿Es vino? Pero, ¿en lata? Sí. Sí a todo. En versiones espumantes, esta bebida de estirpe tradicional encontró un pack novedoso para ampliar su público y brindar una opción interesante con precios competitivos.
El resultado es conveniente, sobre todo porque trae posibilidades que antes eran difíciles de conjugar. Por ejemplo, ya no hay que ponerse de acuerdo entre amigos para decidir cuál botella se abre primero: ahora cada uno elige su orden con la lata que más le atraiga.
Además, por un monto significativamente menor, se puede degustar más de una variedad y es una presentación ideal para quienes disfrutan de un momento de soledad junto a una copa. Ya no hay que preocuparse por cómo conservar adecuadamente el vino restante. Golazo.
Bodegas latosas
El vino en lata es una tendencia mundial y ya se observa cuán beneficioso es para los consumidores. Los números del mercado estadounidense dejan en claro que este packaging llegó para quedarse, ya que en 2018 la facturación de este negocio creció un 69% con respecto al año anterior, y aumentó 47% la venta al medirla por litros.
“La lata ofrece muchas ventajas para quienes se acercan al vino desde un lugar diferente al consumo tradicional y sus rituales, que para ellos no son relevantes a la hora de elegir una etiqueta. El que compra vino en lata es un consumidor seguro de sí mismo, que sabe lo que quiere. Además, es un envase funcional y práctico para llevar donde sea”, señala Irene Billordo, directora Adyacencias de ZX en Cervecería y Maltería Quilmes.
Esta compañía lanzó hace poco Blasfemia, que en una primera etapa se comercializa a través de unos 600 puntos de venta en supermercados y autoservicios de Capital Federal, a $85. También se lo puede conseguir en bares y restaurantes.
Otra bodega que se sumó a esta movida es Bianchi, que enlató a su popular New Age. También rondando los $85 la lata de 269 ml (fraccionado es más barato que la versión de 700 ml), este vino busca captar nuevos consumidores y abrirle a la empresa canales de venta.
“Empezamos con un vino blanco joven. Es un producto que nos ayuda a competir directamente con la cerveza, tanto dentro como fuera del hogar”, explica Sebastián Neira, Brand Manager de Bianchi.
Justamente, la bodega tomó la decisión de empezar a comercializar esta nueva presentación de New Age en el verano para que sea el compañero del atardecer en la playa. Además, quienes pensaron el formato aseguran que es el tamaño adecuado para preparar un trago largo.
Tampoco se quedó atrás Finca Las Moras, la innovadora bodega del Grupo Peñaflor, creadora de los hits de ventas Dadá. Precisamente esos son Sweet y Sweet Pink. “Las latas representan el aquí y ahora de un estilo de vida sin complicaciones, no requiere equipo extra porque son un contenedor de tamaño único listo para servir. DADÁ es la mejor opción para consumir vino en este nuevo envase“, expresó al respecto Luciano Esses, Jefe de la marca.
Picnics y más allá
Bodega Estancia Mendoza, por su parte, presentó Dilema Sparkly blanco y Dilema Sparkly rosado. Ambos son dulces, gasificados y con 9 grados de alcohol. Marcelo Federici, líder del equipo de Innovación de FECOVITA, empresa a la que pertenece la bodega, suma un beneficio más de este envase: es 100% reciclable y al ser sellado asegura la calidad del producto.
“Las ventas han superado nuestras expectativas. En poco más de un mes vendimos lo que habíamos proyectado para todo el año”, agrega Federici, dando dimensión a las ventajas que los consumidores han captado rápidamente de este envase. En este caso, el precio sugerido de la lata es $79.
A un formato más grande se animó Familia Zuccardi, que presentó Santa Julia Chenin Dulce Natural, en una lata de 355 ml, con un precio sugerido de $150. “Este envase promueve otros momentos de consumo y es una presentación individual. Por lo tanto, muchos que antes no compraban una botella porque no la terminaban, hoy se pueden tomar una lata y no hay desperdicios”, aclara Juan Guzmán, Marketing Manager de la bodega mendocina.
A esta ventaja se suma que los envases son fáciles de almacenar y transportar. Es por eso que todos los jugadores que han entrado al mercado del vino en lata miran esperanzados el futuro de estos lanzamientos. “Nos imaginamos este vino –dice Guzmán– en situaciones en las que antes no estaba tan presente, como en piletas, picnics y más”.
Larga vida a la lata. Y al latero.