Las alamedas doradas, las montañas apaciblemente lejanas y todo el tiempo para observar la tarde caer con la lentitud de las lágrimas del vino. Esa es la razón para visitar bodegas. Y el fin de semana largo de la Semana Santa, la oportunidad perfecta para darse un gusto. Mendoza está ahí.
Eso sí: si pensás viajar sin reservas, ni te gastes. Está todo full. Y si por esas cosas de la vida estás por Mendoza o ya armaste tu viaje pero todavía no sabés bien qué hacer con tus 96 horas por delante, o planeás una escapada aventurera como esta o leé lo que sigue y date un par de gustos en vida. Visitar bodegas tiene sus trucos.
Luján de Cuyo y Maipú
La Primera Zona vitícola de Mendoza ofrece un recorrido ideal para los que llegan por primera vez a la tierra del sol y del buen vino. Veinte minutos son suficiente para llegar desde el centro y visitar bodegas sin riesgo de perderse. Un recorrido infinito de viñedos donde se puede visitar hasta cinco bodegas en una misma jornada. ¿Cómo, usando este mapa, por ejemplo?
Pero más allá de la cantidad de bodegas lo interesante es la diversidad ya que en esta área los edificios centenarios contrastan con los más modernos.
Tip: organizar la agenda para visitar bodegas no es tarea sencilla, menos si no se conoce la zona. Por lo tanto, es ideal contactar alguna agencia local como Hon Travel que cuenta con diferentes promociones en su sitio.
Para descubrir los orígenes de la vitivinicultura argentina se puede comenzar por el Museo del Vino de Bodega La Rural, en Maipú, un espacio único en el país con una exclusiva colección de herramientas y elementos que pertenecieron a los primeros viñateros mendocinos. Cerca de allí Bodegas López, bastión del sabor más tradicional del vino argentino, invita a conocer una vitivinicultura cada vez menos común en la provincia y Escorihuela Gascón propone un plan muy diferentes en un edificio histórico que además alberga el restaurante 1883 de Francis Mallmann.
Tip: si bien algunas bodegas ofrecen visitas gratuitas, la mayoría tienen fee de acceso que incluye recorrido, degustación y tabla de quesos. Este año los precios arrancan en 400 pesos por persona en las bodegas más demandadas. Lógicamente hay propuestas más caras de acuerdo a los vinos a degustar.
Ya en Luján de Cuyo, Lagarde, Luigi Bosca y Cavas de Weinert completan el paseo histórico, no solo por la arquitectura clásica sino además por que son de las pocas visitas donde es posible degustar vinos añejos, algo muy difícil de encontrar en otras bodegas. Si se hace la hora del almuerzo es imperdible una parada en Fogón – Cocina de Viñedo, en Bodega Lagarde, por estos días el restaurante de bodega más aclamado del rubro.
Vistalba y Las Compuertas con sus pequeñas bodegas de culto son un paso obligado para los enófilos más conocedores. Aquí destacan Fabre Montmayou, Kaiken, Durigutti-Lamadrid y el rincón indie de Matías Riccitelli. Para almorzar, Bodega Vistalba cuenta con la mejor carta de la zona y un menú desarrollado por los chefs de Brindillas, otro lindo restaurante de la zona.
Sobre la calle Brandsen, en Perdriel, un polo enoturístico se ofrece para visitar bodegas con deliciosas propuestas gastronómicas. Casarena, la recientemente inaugurada Foster-Lorca y Renacer aseguran un rico almuerzo, bien maridado y vista a la montaña. Para cerrar el rondín por Perdriel, Achával Ferrer y Matervini son paradas recomendadas al igual que Bodega Norton y su restaurante La Vid. Este camino cuenta con muchas otras bodegas, de mayor o menor porte, además de restaurantes como Primula Cantina Ferroviaria donde también se podrá sacar jugo al tiempo.
Tip: comer en bodegas es un plan extraordinario con propuestas que arrancan en los 1300 pesos por persona, menú de tres pasos maridados más de gustación y visita a bodegas, y pueden trepar hasta los 4500 si el menú se acompaña de las etiquetas más laureadas de la casa o alguna cosecha añeja.
Agrelo encarna la modernidad de Luján de Cuyo. Aquí las bodegas comenzaron a instalarse durante los últimos veinte años. Por esto verás edificios modernos con comodidades pensadas desde cero para recibir al viajero en plan de vistar bodegas. Entre los imperdibles se encuentra Bodega Chandon enfocada en la producción y degustación de espumosos algo que replican en su Bistró con un menú de cuatro pasos acompañado de burbujas. Luego, sobre la Ruta Nacional 7, la que cruza a Chile, una decena de bodegas esperan a los turistas con visitas sofisticadas y buena gastronomía tal como sucede con Melipal, Susana Balbo Wines, Ruca Malen, Piattelli y Decero. Otras propuestas interesantes son la bodega familiar de Walter Bressia o Cruzat mientras que entre las más novedosas se luce el Lodge Rosell Boher con hospedaje de lujo, restaurante y una imponente cava con programas ideales para pasar el día entre vides frente a una postal soñada de la montaña. En cuanto a la visita más exclusiva en Agrelo, sin dudas es la pirámide de Catena Zapata, especie de meca hacia donde todos los turistas se acercan al menos para tomarse una fotografía.
Valle de Uco, paraíso del enoturismo
A unos 100 kilómetros al sur de la capital de Mendoza, el valle de Uco es el escalón siguiente para visitar bodegas. Las distancias dentro del valle son más largas y si bien todo es sencillo de recorrer, conviene tener un poco más claro el panorama antes de aventurarse a recorrer los departamentos de Tunuyán, Tupungato y San Carlos.
De norte a sur conviene comenzar por Tupungato donde el corredor vitivinícola de la Ruta 86 arranca con Atamisque para luego dar con Passionate Wines. Ya sobre la ruta 89 otra seguidilla de bodegas como Domaine Bousquet, Andeluna y La Azul, con lindos restaurantes, y Casa Petrini y Salentein, que además ofrecen hotelería. Todas, claro, ofrecen viñedos y salas de barricas con degustación. Cambia el precio, según la impronta, pero hay opciones para todos los bolsillos y gustos.
Tip: visitar bodegas y dormir en sus soñados hoteles vale la pena, pero la oferta es limitada. Mejor reservar con mucha anticipación.
Un dato importante es que siempre conviene pasar una de las noches en Valle de Uco y para eso se puede pensar en hospedajes como Tupungato Divino, Postales del Plata, Giménez Riili, Hotel Fuente Mayor o los súper exclusivos Alpasión, Casa de Uco y The Vines.
En Tunuyán el mapa comienza a abrirse un poco más y las distancia se estiran por lo que conviene armar una hoja de ruta inteligente. Para mechar con las bodegas una escapa siempre interesante es al Manzano Histórico donde sobran las cabañas donde hospedarse mientras que animarse a una cabalgata por la montaña es el mejor plan. Ahora bien, en plan de bodegas, sobre la 94 se encuentran Casa de Uco, Alpasión, Súper Uco, Corazón del Sol, Piedra Negra y el acceso a Clos de los Siete donde Monteviejo y Diamandes son dos alternativas sin igual. A unos quince minutos de distancia, en Vista Flores, la bodega biodinámica, Ernesto Catena Vineyards es una de las visitas más originales del valle.
Del otro lado del Río Tunuyán, en el departamento de San Carlos la oferta para visitar bodegas disminuye y aumenta la distancia entre ellas pero allí se encuentran establecimientos imperdibles como Piedra Infinita de Familia Zuccardi en Paraje Altamira, La Celia en Eugenio Bustos, que tiene una linda posada, y O’Fournier en El Cepillo, ambas con restaurante.