Todo el mundo tiene claro que el Malbec es un vino sabroso y sin complicaciones, como también todo el mundo sabe que el Cabernet Sauvignon tiene un paladar más apretado. No muchos ubican, sin embargo, al Bonarda, que ocupa un poco el punto medio. Un tinto que abunda en la góndola local pero que está a veces un poco desdibujado por diversas y a veces curiosas razones. En plan de llegar al meollo del asunto, a continuación todo lo que hay que saber sobre ella y cuáles son los mejores Bonarda.

La variedad. Envuelta en una larga confusión que fue desentrañada en 2009, Bonarda es una uva de origen francés conocida en la zona de la Savoia, al pie de Los Alpes, como Corbeau Noir. En nuestro país estuvo mezclada entre las uvas francesas hasta que fue llamada con el nombre de unas variedades italianas piamontesas, las Bonardas. El entuerto fue finalmente resuelto por medio de estudios de ADN y hoy la legislación internacional acepta Bonarda o Bonarda Argentina como un sinónimo de la variedad francesa. En nuestro mercado, sin embargo, nadie le cambió el nombre a una variedad que es clásica. Y la bebemos mucho aunque no lo sepamos. Pero para darnos cuenta, hay que buscar los mejores bonarda.

Dónde se cultiva. Clásica, dijimos, porque en rigor es la segunda variedad tinta más cultivada con unas 18 mil hectáreas, detrás del Malbec (que cubre 40 mil). Y si está tan plantada, porque continúa siendo una desconocida para el gran público, más que nada porque no conoce cuáles son los mejores bonarda. El grueso de las plantaciones están en Mendoza y San Juan aunque, visto en detalle, una zona de la provincia de Mendoza concentra ¼ del total. Es el departamento de San Martín, cuya municipalidad, de paso, empuja al Bonarda con degustaciones para público y prensa como la que realizaron la semana pasada en Buenos Aires. Variedad de ciclo largo, en general las zonas donde madura bien son cálidas, pero hay excepciones, como algunos rincones del Valle de Uco, donde ofrece un perfil diferente y atractivo.

También te puede interesar: la revancha de la Bonarda

¿Qué sabor tiene? En las generales de la ley la Bonarda es una variedad productiva, que aún cuando rinde muchos kilos, da buen color y perfil de aromas. Por eso se la usó históricamente para vinos de venta masiva y de corte. Pero es más que eso. Cuando madura bien se distingue por un marcado aroma frutal y un siempre presente trazo herbal, como si fuese frambuesa con menta. Al paladar, si no está exigida –en términos de madera o sobre extracción– da un tinto suelto, cordial, donde los taninos y la frescura son un dato menor y el gran cuerpo, en cambio, es la regla. Hay, sin embargo, mejores Bonardas de zonas frías y altas que resultan más apretadas en taninos, más verdes que frutales y con frescura más marcada.

¿Qué vinos probar entre $100 y $250?

A la hora de buscar los mejores Bonarda hay muchos que están fuera del radar comercial, porque se consumen localmente en el Este de Mendoza. Sin embargo, algunos para seguirle los pasos son Comienzo (2016, $100), Familia Morcos (2017, $120) con un toque de Syrah y Estancia Mendoza (2014, $125).

Apenas más arriba, con un poco más de cuerpo en todo caso, Los Haroldos Estate (2015, $180) y Aguijón de Abeja (2017, $250), además de Dante Robino (2017, $221), Don David (2016, $232) y Chakana Nuna Estate (2016, $250). Todos ellos de un atractivo perfil frutado.

Bonarda: el discreto encanto de una cepa buenarda

 

¿Y para darse un gusto?

Pero a la hora de invertir unos pesos para hacerse un mimo o para regalar, hay dos segmentos más arriba en precio de los que algunos vinos ameritan el gasto. Por un lado, en torno a los 300 esos hay dos ejemplares que son pura frescura y paladar delicado: Colonia Las Liebres (2017, $326) y Vía Revolucionaria (2017, $290).

Por otro, el segmento que forman los íconos de la variedad, como Saint Felicien (2016, $434) y el precursor de los altos precios Nieto Senetiner Partida Limitada (2015, $780), que proponen tintos profundos, con cuerpo y complejidad de crianza, a los que se suma Emma Zuccardi (2015, $810) y El Enemigo (2015, $774), de paladar más suelto y elegantes.

La Bonarda Premium. La Bonarda siempre estuvo asociada a vinos accesibles porque es una uva rendidora. Lo que demostraron en 2002 el equipo de enología de Nieto Senetiner con Roberto González a la cabeza, es que se podía elaborar un Bonarda Premium. Aquel vino, Nieto Senetiner Edición Limitada Bonarda 2002 marcó un hito que hoy tiene muchos seguidores. Y abrió un camino para otros productores.

Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).