Al sur del río Colorado hay una vitivinicultura con historia propia. Un poco por su aislamiento geográfico, otro poco por su trazo singular, entre el Valle del Río Neuquén y el Negro hay un puñado de tesoros que comienzan a ver la luz: raras variedades de uva, vinos especiales, singulares formas de tintos clásicos son algunos de los puntos fuertes de la Patagonia por descubrir.
En ese sentido, el alto valle corre con la ventaja de tener más años en actividad. Allí hay un siglo de cultivos entreverados en donde crecen algunos viñedos especiales. Y también, un compendio de olvidos tapados a veces por la maleza o el olvido a secas, que las tendencias actuales del mercado apuntan a redescubrir.
Un ejemplo perfecto es la uva Trousseau, que el enólogo Marcelo Miras está dispuesto a hacer reverdecer. A contar de un viñedo perdido en el Valle Medio, que se creía de Pinot Noir, el enólogo se decidió a explorar el perfil de esta rara uva de origen francés. Hoy elabora un tinto liviano como un Pinot light y potente como un Cabernet en materia de sabor, con la marca Miras Jovem (2014, $150).
Su historia, sin embargo, no es única. El caso de los algunos de los mejores Merlot de Argentina también ofrece en la región un destello propio. Lanzado hace pocos meses, Amor Seco Merlot (2012, $250), una desclasificación de un viejo viñedo de Mainqué, ofrece un perfil de tinto perfumado y con paladar apretado, poco explorado en nuestro medio. Se trata de viejos viñedos que vuelven a la luz, y que, ahora, también se los conoce mejor como para darle vida propia a una parcela específica.
Algo parecido sucede con la uva Torrontés. Sin destino para vinos buenos en la región, luego de la caída del negocio de volumen, bastó una buena idea como Deseado ($111), de Familia Schroeder, para lanzarlo nuevamente a la vida. Con una proyección creciente, a su vez, que trazó la cancha para el resto de los espumosos de base Torrontés en nuestro medio.
Es que en la Patagonia, al cabo de ciclos de crecimiento y decrecimiento, fue quedando una resaca de buenos viñedos inexplorados o poco conocidos, que encierran un futuro promisorio. Nada más hace falta ponerlos a rodar con convicción. Y eso es lo que sucede actualmente, de la mano de un consumidor dispuesto a probar cosas nuevas.
Dos blancas olvidadas
En la década de 1970, según rezan los libros, una de las uvas blancas más consumidas como vino de calidad era el Riesling. De origen alemán, esta blanca perfumada, vivió su momento de esplendor, que luego entró en una caída libre hasta su casi desaparición.
Pero el negocio del vino no requiere grandes superficies para generar tendencias. Así, cuando Canale decidió resucitar un viejo viñedo de Riesling que tenía entre sus chacras de frutales, antes que arrancarlo, dio con un blanco que dejó un surco de estilo en el mercado local. Detrás, vinieron otros productores a reflotar la magia que había sembrado Humberto Canale Old Vineyard (2012, $110) y hoy hay un puñado más de ejemplares en el mercado.
Igual suerte corrió, por ejemplo, la uva Semillón. Eterna candidata al revival –hay incluso enólogos que promueven la formación de un consorcio para su promoción- la realidad de esta variedad es opaca. Y si no es oscura, es porque en el mercado doméstico hay unos pocos ejemplares que son para sacarse el sombrero. Algunos de ellos de la Patagonia, donde supo formar el corazón de los vinos de volumen. Buen ejemplo son Miras Jovem (2014, $95) y Canale Intimo Sauvignon Semillón (2012, $90).
Pinot de dos mundos
Asimismo, uno de los casos más notables en materia de descubrimientos lo conforma el Pinot Noir. Por un lado, las bodegas de Neuquén, nuevas comparadas a las del Alto Valle, plantaron Pinot Noir clonales como los conocidos con el número 115, 777 y R4, y le dieron nuevo impulso a la variedad. Por otro, desde la década de 1950 se cultivaron Pinot en Río Negro de selecciones masales, es decir, de poblaciones inespecíficas. Así, con los años, llegó a adaptarse bien y a tener un gusto propio.
Esos viejos viñedos son los que dan origen hoy a algunos de los Pinot Noir más caros y de Argentina, como Chacra 32 (2011, $1290) y Chacra 55 (2010, $740). Como ellos también cuentan entre estas selecciones de viejos viñedos Old Vines de Humerto Canale (2012, $185) cuyas plantas añosas perfilan un Pinot sobre todo delgado y elegante. Mientras que los clonales, como Saurus Barrel Femented (2013, $214), NQN Finca La Papay (2014, $100), FIN (2009, $330) , que ofrecen un perfil moderno y aromático.
Joaquín Hidalgo
Una versión de esta nota fue publicada en La Mañana de Neuquén el domingo 22 de febrero de 2015.