
San Telmo es más que un barrio porteño; es un punto de encuentro histórico y cultural donde también convergen diversas propuestas gastronómicas; desde los tradicionales bodegones y parrillas hasta novedades que pueblan especialmente los alrededores del Mercado de antigüedades (hoy devenido en polo gastro) o el boulevard Caseros.
Pero, salvo algunas opciones contadas con los dedos (como Hierbabuena, por ejemplo), los restaurantes vegetarianos no abundan -más allá de un par de platos en alguna carta-. Por eso, Lenny Lennon, el visionario detrás de los exitosos Banco Rojo y Puerta Roja (otros dos enclaves que fueron punta de lanza de la innovación gastro en el barrio hace ya varios años), abrió Grapin, un restaurante vegetariano en una casona de 1907, en Bolívar 938.
El proyecto comenzó con la restauración de la casona a cargo del arquitecto Marcelo Magadan, un experto en poner en valor inmuebles históricos. Con un ojo meticuloso, respetó la esencia original del lugar y añadió elementos que evocan elegancia y sofisticación.
La gran barra central, diseñada con boiserie inspirada en el siglo XVIII, se lleva todas las miradas al ingresar (una opción es ir a disfrutar de sus cócteles de autor, con algunos platitos para picotear).
Aquí y allá hay rincones para elegir en función del tipo de comida: mesas íntimas o multitudinarias, livings con muebles antiguos, el patio y la terraza con ladrillos originales para cenar al cobijo de una enorme enredadera.
Pero Grapin no solo destaca por su estética; la propuesta va mucho más allá. Happy hours con quesos artesanales, días con DJs en vivo, cocineros invitados y una carta cuidadosamente curada hacen de este restaurante vegetariano un espacio multifacético que invita a volver.

La carta de Grapin: un festín (vegetariano) para todos los sentidos
Grapin eleva la vara de las típicas propuestas vegetarianas y lleva su menú a un nivel nuevo. La experiencia comienza con un gesto que define su hospitalidad: agua con y sin gas gratuita y sin límite para los comensales. Además, los vecinos de San Telmo disfrutan de un 10% de descuento en todas sus consumiciones, un detalle que refuerza la conexión del restaurante con la comunidad local.
Hay platos fríos, calientes, pastas frescas y postres
Las entradas invitan a explorar sabores que combinan creatividad y técnica. Desde una Ensalada César reversionada con alioli de kimchi hasta el Ají relleno con tabule, yogur y cebolla crispy o el Paté de hongos que se sirve en profiterol, con pickles de cebolla, cilantro y eneldo, todo llama a disfrutar.
En los principales, la Lasaña a la chapa se posiciona como el plato estrella, aunque los Gnocchis y las Milanesas de gírgolas no se quedan atrás. Cada preparación refleja el compromiso del equipo de cocina con los ingredientes de calidad y las técnicas que potencian los sabores al máximo. Si lo tuyo es el picoteo, pedí el Fritto Misto, un tempura de vegetales que sale con alioli de kimchi.
Los postres, a cargo de la chef Verónica Gorgal, merecen reservar espacio para el final de la experiencia. El Profiterol, una receta exclusiva de la casa que sale con crema de pochoclos, toffee de miso y ganache de Nutella, es algo que hay que probar una vez en la vida.

Tragos, vinos y más
La propuesta líquida de Grapin es igual de destacada. Los amantes de los cócteles pueden elegir entre clásicos y creaciones originales como el Rodocrosita, con gin rose dry, cordial de rosa mosqueta y cedrón y espumante, riquísimo.
Para quienes prefieren opciones sin alcohol, hay bebidas como el Arrabal Amargo (pomelo, rosa mosqueta y cedrón) y la Negrita Candombera (té chai, cordial de cítricos y limón).
Por su parte, la carta de vinos es uno de los pilares de la identidad de Grapin. Con una selección cuidada, ofrece opciones para todos los gustos y bolsillos (desde $20.000). Un sommelier recorre las mesas recomendando maridajes que realzan los sabores de los platos, añadiendo un toque personalizado a la experiencia.
A la propuesta de vinos por copa se suma el tapeo. También se puede disfrutar de happy hour de 18 a 21.

Un espacio para quedarse
El diseño interior de Grapin está lleno de detalles que invitan a disfrutar. Los livings con estética de los años 60, los rincones para tomar una copa y el cuidado de cada ambiente hacen de este restaurante mucho más que un lugar para comer: es un refugio que mezcla historia, buena gastronomía y momentos inolvidables.
¿Un nuevo clásico de San Telmo? El tiempo dirá.
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Grapin | Vinos y Comida. Martes a sábados desde las 18hs. Bolívar 938, San Telmo, CABA.