10 criollas para degustar

10 Criollas para descubrir (¡y por qué vale la pena probarlas!)

Echamos luz sobre la confusión general que reina en torno de estas variedades oscuras y solo desde hace poco legalmente tintas, y te damos data para que las elijas con toda la info.

Joaquin Hidalgo

Vinos, ABC del vino

Vinos

De qué color es el tinto, podría haber preguntado algún Carlitos Balá del mundo del vino en relación la Criolla Chica, una variedad de granos oscuros como la noche, pero que no podía etiquetarse como tinto hasta hace poco. 

Por medio de una resolución de agosto pasado, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) concedió el color a esta variedad que, hasta entonces, sólo podía despacharse como rosada.

Detrás de este apartheid en torno al color de la piel de una uva, yacía una confusión técnica interesante para desarrollar. Y ahora que la Criolla Chica y las Criollas en general están en ascenso de cara al consumo, conviene dar el largo rodeo para llegar a la clave del color. 

Empecemos por la confusión general entre las criollas.

Desambiguando la Criolla Chica

En Sudamérica está ampliamente difundida una variedad de uva oriunda de Canarias conocida en Europa con el nombre de Listán Prieto. Llegó de la mano de los primeros colonos españoles al continente, quienes la plantaron a cada paso que daban. 

Fue ampliamente cultivada en el pasado en los valles andinos del norte, pero también en el sur de Chile, particularmente entre Itata y el Maule.

Tan abundante fue su plantación que, incluso hoy, al otro lado de la cordillera hay 10.000 hectáreas de País, como la llaman allá, con cierto sentido poético: tan difundida está, que se confunden el paisaje, la nación y la uva. 

En el norte de Argentina, sin embargo, y en menor medida en Mendoza, el Listán adoptó un nombre de sentido parecido: Criolla Chica. Criolla porque fue descrita aquí, aunque es de Canarias. Chica, en comparación con otras Criollas, fundando esa diferencia en el tamaño de la baya (como es costumbre en el mundo del vino, dicho sea de paso).

Esa distinción de tamaño admite la existencia de otras criollas. Y en efecto, una de las gracias de Listán Prieto (aka Criolla Chica, País o Mission, en Estados Unidos) es que fue plantada junto a una blanca muy extendida en el mundo, la Moscatel de Alejandría. 

Entre ellas se han polinizado a lo largo de 500 años y dado origen a muchas variedades que fueron reproducidas por semillas y luego seleccionadas y replantadas por estaca. 

En rigor, estas últimas son las Criollas verdaderas, puesto que no existen en Europa –como sí sus progenitores–, sino que fueron desarrolladas en América. Criollas en el mismo sentido que se aplica a las personas nativas de un lugar.

Entre esas Criollas, como Torrontés Riojano, Pedro Giménez, Cereza y Criolla Grande, por mencionar algunas ampliamente difundidas, dos, la Criolla Grande y la Cereza, son rosadas. Ahí nace la confusión del color.

Uno de los imperdibles.

Criolla Rosada y Criolla Tinta

Las dos se llaman Criolla. De la Criolla Grande, la rosada, existen unas 14.000 hectáreas en Argentina. De la Criolla Chica, la tinta, sólo 300. De forma que las autoridades proscribieron el uso de variedad tinta basados en el volumen de la otra, no sin cierta lógica. Por eso fue que hasta agosto de 2024 no se podía usar la Criolla Chica como uva tinta. Y eso era un problema.

Fundamentalmente porque los vinos de Criolla Chica –así deben ser etiquetados desde ahora para poder ser usados como tintos– ofrecen un claro color granate. Y muchos productores se veían en la imposibilidad de nombrar a sus vinos de Criolla (Chica) como tintos o, en caso afirmativo, no podían etiquetarlos como Criolla (Chica).

De modo que ahora veremos una explosión de Criollas Chicas tintas en el mercado. No es que haya tantas, pero sí están en pleno desarrollo, por dos motivos centrales. Uno, en los climas de altura y de desierto, da un tinto sin peso pero con estructura tánica, siendo el raro y el delicioso entre los tintos del NOA. 

El otro motivo es que el tipo de fruta que ofrece va desde una guinda clara a una cereza, a la que suma notas de tierra húmeda. Ambos elementos definen un paladar bien atractivo en un panorama dominado por sabores potentes, de riqueza y con frutas negras, sobremaduras, y notas de chutney.

En paralelo, en el mercado también están en ascenso los rosados ligeros elaborados a partir de la Criolla Grande y Cereza. Menos aromáticos que vibrantes en boca, el perfil de estas criollas define un paladar de sed con algunas notas herbales y otras de membrillo y guinda (al menos en mi experiencia), y en los que la nota de tierra mojada es más marcada.

Cara sur Criolla chica.

10 Criollas para descubrir

Entre las Criollas Chicas, destacan largamente Cadus 2023, Sunal Ilógico 2022, El Esteco Old Vines 1958 2023, Valle Arriba La Criollita 2021, Cara Sur 2022 y Kung Fu 2024

Entre las Criollas Grandes que ofrecen buen sabor, las más interesantes son Lagarde Criollas 2024, Vía Revolucionaria Criolla Grande 2022, Criolla Argentina Grande 2023 y Cara Sucia 2023.

Autor

  • Joaquín Hidalgo

    Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).

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