Dos estuches, seis vinos, una premisa: ofrecer pura fruta y sabor delicado en las copas, con los taninos pulidos y el paladar amable que son el sello distintivo de Rutini Wines. Tan simple como eso, tan difícil de conseguir cuando se busca la expresión auténtica de un terroir.
Rutini: vinos de terroir
Ese es el desafío. Y al mismo tiempo es la propuesta lograda de la casa de Valle de Uco. Los vinos que van dentro de cada uno de los estuches que presenta Rutini son vinos de terroir.
Enmarcados bajo la línea Single Vineyard, lo que distingue especialmente a estas creaciones del enólogo Mariano Di Paola es que cada botella permite conocer los mejores terroirs del Valle de Uco a través del sabor de sus uvas.

Single Vineyard Altamira
Entre los terruños renombrados del Valle de Uco, Altamira ocupa el TOP3. Mezcla de viñas viejas con técnicas nuevas, la región ofrece una combinación de suelos y clima ideal para la vid.
El secreto está en interpretarla de forma que no resulte en vinos exagerados, maduros o de sabores verdes. Ahí es donde hace falta maestría.
Para descubrirla, Rutini Wines propone un primer estuche con tres botellas de Rutini Single Vineyard Altamira: Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon, tintos aromáticos y sutiles, frescos y de elevada intensidad de sabor, que ganan elegancia y vivacidad en la boca.
Cada vino expresa el potencial de un terruño privilegiado al pie de la cordillera con una crianza de 12 meses, 50% en roble de primer uso y el resto de segundo. En el caso del Cabernet Sauvignon, la crianza es de 14 meses.
El Malbec 2019 tiene un potencial de guarda de 15 años, como resultado de una calibrada elaboración para una añada fresca. Los racimos con que se elaboró este tinto provienen de los viñedos de Altamira, de una parcela clasificada (clon 104) con plantas de bajo rendimiento.

Cuando esas uvas están en su momento justo de maduración, se obtiene una gran expresión aromática. Resaltan en nariz aromas florales con predominio de violetas y lavanda, y cierto carácter anisado.
Estas notas se combinan con otras de cacao y tostados. En paladar, se perciben taninos firmes y, a la vez, redondos. El final de boca es fresco y prolongado.
Como maridaje ideal, se proponen carnes rojas asadas (bife de chorizo, ojo de bife o T- Bone, carne de cordero, cerdo grillado con romero, empanadas criollas, pastel de carne).
Por su parte, el Merlot es de la cosecha 2017 y 100% de Altamira. Resultado de una añada concentrada, por el clima, este Merlot resulta intenso y brillante, con aromas de moras que irrumpen en la nariz, junto a otros matices de humo, cuero y especias, además de un elegante marco de vainilla que lo hace tan seductor.
En el paladar, los clásicos resabios al “pastel de frutas” (ciruela pasa) forman parte de una entrada suculenta y sabrosa, bien equilibrada con taninos presentes, aunque suaves. Es un tinto expresivo, bien definido por su lograda tipicidad varietal.
Funciona perfecto como compañía de gastronomía italiana, platos con setas y hongos salteados, carnes blancas, pato con aceitunas, charcutería y quesos maduros, comidas vegetarianas, vegetales grillados y ahumados.
Finalmente, el Cabernet Sauvignon es cosecha 2017 y 100% de Altamira. Posee un potencial de guarda de 15 años.
Es un vino que proviene de una parcela que produce uvas de gran calidad y con muy bajo rendimiento por hectárea. Rutini las cosecha en su momento justo de maduración para obtener un vino muy aromático, con presencia de frutas negras, especias -predominando la pimienta negra- y notas de cacao amargo y tabaco.
En boca, posee gran concentración, taninos finos y una gran estructura. Se recomiendan como sugerencia de acompañamiento las carnes rojas asadas o grilladas, el lomo horneado con hortalizas, los estofados de carne, el cordero y los quesos grasos.
Con uvas de Gualtallary
La bodega también lanzó al mercado un segundo estuche que contiene tres botellas de Rutini Single Vineyard Gualtallary: Malbec, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc.
A diferencia de Altamira, Gualtallary es un zona de mucha intensidad, con cierta concentración, energía y riqueza de boca. Si hay una oportunidad de oro para comparar las regiones, son estos vinos de Rutini.

Se trata de tintos aromáticos, frescos e intensos. Expresan toda la energía de los viñedos únicos que la casa posee en Gualtallary, terruño privilegiado al pie de la cordillera.
El Malbec es cosecha 2019, que en esta región solar alcanzó un notable equilibrio. Púrpura muy vivaz, presenta densos reflejos granate a la vista. Es un tinto muy aromático, que sorprende por sus aromas de violeta y cereza, ciruela y arándanos, bien nítidos y expresivos.
Voluminoso en el paladar, despliega una expresión única, tanto de la cepa Malbec como del terruño del cual proviene. Las frutas rojas y berries y las especias (pimienta, vainilla) aparecen realzadas por la crianza en roble, que trae consigo los típicos acentos de cacao amargo y tabaco.
En el retrogusto, una fugaz astringencia y la lograda acidez prometen un largo potencial de añejamiento.
Para el maridaje, nada mejor que elegir carnes rojas asadas, ojo de bife con papas fritas, colita de cuadril horneada, cordero mediterráneo, brochette de lomo, ciervo asado, empanadas picantes de pollo o guisos y platos de cacerola condimentados con hierbas y otras especias.
Por su parte, el Cabernet Franc es cosecha 2018, otra rica añada para Gualtallary, y para este varietal que tiene estrella ascendente en Rutini. Con un color granate purpúreo intenso y brillante, en aromas regala fragantes notas de fruta guinda y confitura, bien matizados con ligeros toques mentolados y de vainilla y tabaco, propios de la crianza en roble.
En boca ofrece taninos suaves y dulces, sello distintivo de la casa. Con intensidad y riqueza, este tinto de finura deja un vibrante retrogusto frutal y especiado, de grata persistencia.
A la hora de maridarlo, una rica perdiz o codorniz, carnes rojas asadas u horneadas, conejo en salsa de hierbas y cordero patagónico son la amalgama perfecta para su sabor distinguido.
Finalmente, el Cabernet Sauvignon, de la potente añada 2017, es rojo rubí en la copa. En nariz, destacan las notas de grosella y mora, combinadas con clavo de olor y vainilla, propios de la crianza, y toques ligeramente mentolados de la variedad.

En boca impactan su fluidez y carnosidad que, con un paladar jugoso y con energía, finaliza en un retrogusto amable, fresco y con recuerdos de cacao amargo.
Para servirlo, resulta indicado con carnes rojas asadas, braseadas y en salsas, ojo de bife a la parrilla, pollo al espetón, cabrito asado, pavo relleno, cordero al romero y quesos maduros.