Siguiendo los pasos de los “Aldos Graziani” de la vida, cada vez abren más bares de vinos. Es que solo Argentina tiene cientos de etiquetas y los bebedores seriales y fans de las uvas quieren probarlos todos.
Entonces, qué mejor que un lugar donde haya una gran lista de copas, muchas propuestas de botellas y alguien piola que recomiende, asesore, cuente de dónde viene cada cepa, qué hace cada bodega.
Pero, claro, aunque a todos alguna vez nos haya tentado la idea de ser Olivia Pope (si no ubican de quién hablamos, vayan ya a ver de nuevo la genial serie Scandal) y cenar una copa de un buen tinto con pochoclo, lo ideal siempre es comer algo rico que esté pensado especialmente para maridar con esos vinos.

Estos son los wine bar porteños con buena gastronomía
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Naranjo Bar
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Vina San Telmo
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Anchoíta Cava
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Sello Austral
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Las Divines
El nombre no es arbitrario. Es que más allá de la alusión a aquellos vinos blancos que se elaboran como tintos, el bar de Nahuel Carbajo y Augusto Mayer tiene efectivamente un naranjo en su puerta. Que es muy romántico de ver, pero también le da sombra a las mesitas en la vereda de cuando inauguró, claro, en plena pandemia.
Y sí, tienen más de 200 etiquetas. Pero le escapan bastante al plato de burrata y la tablita de fiambres. En Naranjo hay morrones asados, brócoli, repollitos de Bruselas, hummus de arvejas, anchoas de Mar del Plata y mantequita para el pan, pero agroecológica.

“Yo creo que una buena alimentación hoy en día es gluten free y tener en la carta pescado y cerdo, pero que no haya comido soja como parte de su alimentación, y también es no tener carbohidratos. Podemos hacer una buena carta que no ofrezca demasiada harina, ni azúcar, ni ultraprocesados”, le explica Nahuel a Vinómanos.
Desde siempre decidieron hacer una cocina lo más natural y saludable posible. Es que para él, sentarse a tomar una copa de vino no quiere decir comer pan con queso. Lo que intenta Naranjo es tener botellas de productores que les gustan mucho pero también buenos alimentos porque “hay gente que quiere tomar un buen tinto con pescado o una carne de cerdo limpia y sana”.
¿Dónde? Ángel Carranza 1059, Chacarita.
Bueno, sí, en Vina hay quesos y hay fiambres. Pero, ojo, también hay un carpaccio de remolachas con ricota que vale casi toda la carta. Y un sándwich de matambrito de vaca arrollado que tiene dos capas de ensalada rusa (casi, casi, un cuento de Navidad de Dickens) y un sándwich de milanesa de pollo con mayonesa de morrones asados.
La joven sommelier Sofía Maglione, creadora de Vina, propone más de 120 etiquetas de todas las regiones del país. Sí, acepta las más tradicionales, pero también visibiliza a pequeños pero importantes proyectos artesanales.
En esa calle mágica de San Telmo que es la Avenida Caseros – le dicen boulevard, pero no, no es– a la altura del 400, en ese polito gastronómico que se armó y que le viene bien a toda la ciudad, Vina tiene un pizarrón en la vereda en el que proponen algunas muy buenas copas de vino. Pero adentro, la carta seduce con un montón de botellas más.

Sofía apuesta a los naranjos también y, claro, a los rosados. Una perla absolutamente imperdible: el Pielihueso Rosado Primero 2022. Se puede tomar por copa. Y no sale muy caro. Sin filtrado, una mezcla de Petit Verdot de Los Chacayes, con un toque de Pinot Noir y Malbec. Tremendo.
¿Dónde? En Avenida Caseros 474, San Telmo.
El multifacético y súper comprometido Enrique Piñeyro tiene un restaurante, ya se sabe, Anchoíta. Imposible conseguir reservas, está todo el año ocupado. Pero también abrió un bar de vinos con una chica, también genial, que es su head sommelier en ambos lugares: Vale Mortara.
En su spin off, Anchoíta Cava, tiene 60 vinos por copa (¡sí! ¡60!) de Argentina, Francia, España, Alemania, Portugal, Italia y seguimos contando.
Y sí, a Enrique y a Vale les gustan los quesos. Ofrecen alrededor de 120 de distintas regiones de Argentina, elaborados con diversos tipos de leche y diferentes pastas. Charcutería propia y de pequeños productores.
“¿Qué se come en Anchoíta Cava? Los quesos enlistados con nombre de productor, tipos de leche, períodos de maduración, región y toda la información precisa para poder seguir guiando a quienes consuman ese tipo de pasta”, le explica a Vinómanos Vale Mortara, llevando la idea de la tabla de quesos absolutamente a otro nivel.

Y recuerda también que esta idea nació en pandemia. El Covid, sin dudas, dejó algunas cosas buenas. “Habíamos cerrado el restaurante, pero seguíamos con la huerta, con el proyecto de la charcutería, con la elaboración de chocolates, y además teníamos un gran desarrollo en la carta de vinos”.
“Entonces, con buenos vinos, buenos quesos, fiambres de elaboración propia, productos increíbles, por qué no abrir algo desde aquí”, explica la sommelier. Anchoíta Cava surfeó la tercera ola con todo éxito.
¿Dónde? Juan Ramírez de Velasco 1456, Villa Crespo.
Esta vinoteca ubicada en el corazón de Recoleta la creó una muy joven sommelier, chef y periodista, Victoria Acosta. ¿Que si se nota lo femenino en este nuevo bar de vinos? Y sí, claro.
Hay catas especiales en Sello Austral: bordado y vinos; tarot y vinos; cerámica y vinos, y vitraux y vinos. Es un lugar sin dudas especial. Nació como un trabajo colaborativo, con ediciones limitadas y una búsqueda de pequeños y medianos productores argentinos.
¿Se comen platos muy elaborados? No tanto, pero no está mal ir por unas empanadas de pollo al curry o unas de carne desmechada. O unas mayonesas pensadas desde un lugar saludable y yendo a productos orgánicos a la hora de hacer una pasta de arvejas, de berenjenas y de zanahorias.

“Nos sumamos y apoyamos esta tendencia que permite a los bares de vinos incorporar platos para crear una buena experiencia. La combinación de vinos y gastronomía seleccionada nos hace descubrir cómo los sabores se entrelazan y potencian. Es una fusión de pasiones, por el arte que reside en cada copa y en cada bocado”, le cuenta Victoria a Vinómanos.
¿Dónde? Juncal 1267, Recoleta.
Es un bar de vinos si se lo mira con criterio amplio. Porque también puede ser un restaurante con vinoteca. Entonces, es lógico encontrar un risotto de cabutia asada, unos ñoquis de remolacha y vino Malbec, salteados con hongos, tomates y kale crocante. Y también un ojo de bife o la pesca del día con ensalada de batata, quinoa, cebolla morada y emulsión de zanahoria.

“Nos especializamos en vinos naturales y orgánicos. Cada una de las etiquetas que tenemos fue especialmente seleccionada. Pero también, contamos con 14 etiquetas propias que son elaboradas por la Bodega Cecchin, en Mendoza, para nuestro lugar”, explica Victoria Vautier, una de las dueñas de Las Divines.
“Al momento de armar el menú, todos los que trabajamos aquí aportamos ideas, siempre con el chef liderando el armado, pero hacemos todo en equipo. Si bien tenemos una carta no muy grande, nos tomamos el tiempo de ver que haya opciones ricas y saludables, gluten free y vegetarianas”, agrega Vicky.