Cuando Bodega Trapiche embotellaba sus primeros vinos, la Argentina y el mundo eran otros. Mientras los límites políticos del país comenzaban a dibujarse, la inmigración, a definir el espíritu nacional y Europa, a llevar la voz cantante en el mundo, la bodega empezaba un camino que llegaría ser determinante: vinos de calidad elaborados con uvas de las mejores zonas vitícolas de Mendoza. Hoy, 140 años más tarde, el ADN de la compañía vibra con la misma energía.

Quién es Sergio Casé

Al frente de Trapiche está Sergio Casé, gerente de Enología, quien lidera un equipo de seis técnicos con un norte bien definido: “Hacer los mejores vinos que haya elaborado la compañía”, dice.

La comparación no es menor. En su casi siglo y medio de vino, Trapiche llevó a las mesas de los argentinos y del mundo algunas etiquetas que llegaron a ser legendarias. Fond de Cave, Trapiche Medalla, Broquel son solo algunas de las más aclamadas marcas del mercado.

Para conseguirlo, Casé tiene algunas herramientas de su lado. Primero, lleva elaborando vinos en la bodega 25 años –entró cuando Ángel Mendoza lideraba el equipo, al que siguió Daniel Pi– y la conoce al detalle. Segundo, en los últimos años dedicó buena parte de su tiempo a estudiar, analizar y degustar el archivo de la casa.

“Cuando trabajás en una bodega con este patrimonio, un archivo de añadas antiguas como el que tenemos, es un lujo, una brújula del pasado para repensar lo que hacemos hoy. Los viejos sabían lo que hacían y la prueba está en que los vinos de la década de 1970 están impecables”, dice. Aprender de ellos, observar qué hacían bien y cómo conseguían ese balance que los hizo longevos se convirtió en una obsesión para Casé.

Sergio Casé, enólogo de Trapiche: “Estamos haciendo vinos a la altura de los mejores del mundo” 1
“Cuando trabajás en una bodega con este patrimonio, un archivo de añadas antiguas como el que tenemos, es un lujo, una brújula del pasado para repensar lo que hacemos hoy. “, nos cuenta Casé.

Hay otros elementos, sin embargo, que no tenían en el pasado. La tecnología de elaboración, por un lado, y la irrupción de Valle de Uco en el escenario local, por otro, para poner dos escenarios donde Trapiche hoy juega fuerte. Sumados, marcan un antes y un después para el trabajo con variedades en zonas más frías. Desde la combinación de experiencia, sabiduría atesorada en las cavas y mejor materia prima, el desafío de Casé y equipo es motivador.

El contenedor más caro

Si el mundo que vivió Tiburcio Benegas –fundador de Trapiche en 1884– era uno en el que no había electricidad y el ferrocarril era el vínculo entre Mendoza y los vinos a Buenos Aires, hoy la tecnología y el alcance del comercio amplía la frontera de acción a nuevos horizontes.

“Acabo de llegar de Corea”, cuenta Casé. “Allá se vuelven locos con nuestros vinos de más alta gama. Es un público conocedor y exigente al que le gustan vinos como Iscay Malbec-Cabernet Franc y Gran Medalla Malbec”.

La de Iscay es una buena parábola. Estuvo discontinuado en los últimos años para el mercado doméstico por la sencilla razón de que son pocas botellas y las vendían todas en Corea. Este año, luego de alocar la producción para las próximas dos vendimias –como hacen los grandes Chateau– a un precio por botella de 110 dólares, se abre una oportunidad para un puñado de bebedores argentinos que lo estaban esperando.

Vuelve Iscay al mercado doméstico, es una gran noticia. Serán pocas botellas, eso sí. Pero algo es algo.

El caso de Corea es interesantísimo. Este año rompió un récord histórico para Trapiche. Con ese rumbo partió el contenedor de mayor precio nunca antes despachado a ningún mercado por parte de la compañía. Ni más ni menos que un solo envío por 250.000 dólares que contenía sólo vinos de alta gama: a los mencionados Iscay y Gran Medalla se sumaron algunos otros, como Trapiche Manos y Trapiche Terroir Series.

Segio Casé Iscay
Vuelve Iscay al mercado doméstico, es una gran noticia.

Es una operación que se ha reiterado en los últimos años y que define un perfil de consumidores para la alta gama de Trapiche. Para una compañía que embotella 130 vinos diferentes y que vende 5 millones de cajas de 9 litros por año entre mercado doméstico y de exportación, es toda una constatación.

“En Trapiche estamos haciendo vinos a la altura de los mejores del mundo, no tengo dudas, y lo que busco es que la bodega sea reconocida como una de las más importantes en la alta gama de Argentina”, dice Casé. Y agrega: “En ese sentido trabajamos todos los días. Por eso nos enorgullece empezar a ver que la apuesta rinde sus frutos”.

Botellas de exploración

Nada de esto se lograría sin espacios para inventar y definir nuevos escenarios. Mientras que el foco del negocio está puesto en vinos como Fond de Cave, Trapiche Terroir Series y Medalla y Gran Medalla, el equipo técnico de Trapiche se despacha con una serie de vinos que funcionan como divertimentos y como áreas de investigación y desarrollo.

“Les llamamos Trapiche Lateral porque es una línea en la que nos permitimos pensar fuera de los exhibidores y vitrinas de hoy y nos ponemos a desarrollar vinos para nuestro gusto y para probar ideas. En el fondo es una línea de ensayos, que es lo que nos gusta hacer a los enólogos”, dice Casé.

Bajo la marca de Trapiche Lateral hay desde un Semillón fermentado con pieles y en ánforas a un GSM (Grenache, Syrah, Mourvedre) de Valle de Uco, desde un Chenin de corta temprana a un Viognier. Puestos así, no sólo son variedades que no están dentro del porfolio de Trapiche, sino que tampoco son estilos que trabajen en otros vinos. “Creemos que si no exploramos otras vertientes, no podemos imaginar el consumidor del futuro”, describe Casé. Tener músculo creativo es una de las formas de renovación.

El futuro en el pasado

La otra, como dijimos más arriba, es sondear en la historia de una compañía con vinos exitosos a lo largo de 140 vendimias. A ese respecto, el pasado actualiza algunas preguntas en tiempo presente.

Sergio Casé, enólogo de Trapiche: “Estamos haciendo vinos a la altura de los mejores del mundo” 2
Iscay, Fond de Cave, Trapiche Medalla y Trapiche Terroir Series son solo algunas de las más aclamadas marcas del mercado.

“Cuando probás y analizás los vinos que se hacían antes en Argentina te das cuenta de algunas cosas que es urgente hacer hoy para llegar ese nivel de equilibrio”, explica.

Entre las enseñanzas más interesantes, y que ya pusieron a prueba en la línea Lateral, está explorar un punto de vendimia con balances de alcohol más bajos. “Todo el mundo te dice hoy que tenés que cosechar antes, pero la realidad es que eso es una parte menor del razonamiento. Hay que conducir las plantas en ese sentido y luego elaborar los vinos para reflejar ese balance”, diferencia.

Al cabo de estudiar y analizar el archivo de Trapiche algunas conclusiones ya ven la luz en las prácticas de enología. Un buen ejemplo es Trapiche Terroir Series Laborde Cabernet Sauvignon 2019: un tinto que solía ser potente, con mucho cuerpo y perfil maduro, desde esta añada es diáfano, de una fruta precisa y un paladar aterciopelado.
“Este perfil define mejor el carácter varietal y de terroir: un Cabernet Sauvignon como este habla de La Consulta y habla también de un vino que envejecerá bien”, se anima Casé. “Tenemos que ponerle foco al Cabernet”, dice.

Razones no le faltan. Con 50 años recién cumplidos y con una meta tan clara como ambiciosa, este enólogo hijo de enólogo tiene las cosas claras. Y los vinos de Trapiche dan cuenta hoy de una continuidad histórica y de un reajuste estilístico.

Ambas vertientes reconocen en el trabajo de Sergio Casé un camino que sintetiza las ideas innovadoras de Ángel Mendoza a comienzos de los ‘80 y las definiciones estilísticas de Daniel Pi en los 2000. Nada más que ahora, en la era Casé, el balance y la longevidad de la alta gama vuelven a ocupar un lugar central.

A punto de cumplir los 140 años, una cosa resulta segura en Trapiche: cuando en unos años bebamos estas etiquetas que cambiaron el mundo del vino, la Argentina y el mundo serán otros. Y los vinos seguirán ahí para dar testimonio.