Mucho se habla de las regiones del vino, pero poco de una en particular: Luján de Cuyo. Como las cosas que siempre estuvieron ahí, regiones de Luján de Cuyo parecen un paisaje dado. Un lugar sin novedad, donde el tiempo transcurre lento, al ritmo de las estaciones y las cosechas de uva, con la candencia envolvente de los tintos que allí se producen.
En contraste, Luján de Cuyo ha dicho poco respecto de otras regiones. El Valle de Uco, por ejemplo, viene llamando la atención del gran público bebedor en base a novedades, inversiones monumentales y descubrimientos de pepitas de suelo para hacer en vino. Al lado de tanta alharaca, Luján parece estar muteado. Pero no es así.
Para los recién venidos, algunos datos. Las primeras bodegas importantes de la Argentina echaron raíces en algún lugar de las regiones de Luján de Cuyo. Desde este punto elevado cercano a la ciudad de Mendoza y cruzada por el río ídem, nacen los primeros canales de riego.
Por eso en Luján de Cuyo abundan las viñas viejas: plantados desde 1900, Malbec antiquísimos comparten hilera con olivos no menos añosos; también hay Semillón y Cabernet Sauvignon antiguos, y algunos Syrah de la década de 1940.
Solo Luján de Cuyo da cuenta de 15.000 hectáreas de vid, nada menos que el 10% de todo Mendoza. Ese patrimonio, sumado a las bodegas también patrimoniales, forman parte de una historia en pleno movimiento.
El año pasado se anunció el relanzamiento de la Denominación de Origen Luján de Cuyo, y hace pocas semanas se la oficializó en un evento en Mendoza.
La DOC propone un estilo de Malbec: rendimientos de hasta 10 toneladas/hectárea, dos años de crianza (no necesariamente madera) y que las uvas sean de Luján.
Si uno quiere probar el ABC de la zona, Norton DOC, Nieto Senetiner Patrimonial DOC, Luigi Bosca DOC, Bressia DOC, Mendel DOC y Lagarde Guarda DOC son buenos referentes.
Próximamente saldrán Trivento DOC y Vistalba DOC.
Regiones de Luján de Cuyo
Al norte del río Mendoza
Algunos rincones de Luján de Cuyo tienen fama propia. Equivalentes al runrún de Gualtallary hoy, Las Compuertas y Vistalba –son vecinas– fueron el punto más alto y frío del cultivo de la vid hasta 1990.
Ocupan las terrazas aluviales al norte del río Mendoza, que definen tintos con taninos pulidos y fruta madura. De aquel esplendor, quedan unas 850 hectáreas entre ambas. Donde terminan los viñedos, los muros cerrados de los barrios privados forman el nuevo paisaje.
Una postal actual la ofrece el Callejón La Reta en Las Compuertas. Allí se instalaron en los últimos cinco años cuatro bodegas (una quinta está en camino) que revitalizaron a 20 minutos del centro una propuesta de vinos y gastronomía: Durigutti Proyecto Las Compuertas, Riccitelli Wines, Maal Wines y Sur de Los Andes (en construcción) forman un epicentro de actividad y nuevos vinos.
Vistalba, por su parte, acaba de ser reconocida como Indicación Geográfica y promete salvaguardar algunos de esos viñedos antiguos.
Aquí, el avance de la ciudad es más acelerado. Pero bodegas como Fabre Montmayou, Kaiken Wines, Nieto Senetiner Villa Blanca y Vistalba ofrecen rincones de viñas antiguas para visitar. Las últimas tres, además, tienen restaurantes a medida.
No lejos de allí, pero más al Noreste, sobre el carril San Martín, se armó otro polo: a las histórica Luigi Bosca y Lagarde, se sumó recientemente Trivento, que inaugurará su bodega el año entrante, con un chalet de la década de 1940.
Lagarde acaba de abrir su segundo restaurante. Entre ellas manejan lo último que queda de viña en Mayor Drummond, el distrito donde se encuentran.
Al sur del río Mendoza
Perdriel y Agrelo son los distritos claves al sur del río Mendoza, seguidos de Ugarteche y Carrizal, menos plantados. Suman cerca de 7000 hectáreas En Perdriel se instaló la primera bodega de la zona en 1895, Norton, que sigue trabajando con viñedos históricos (es hoy la principal tenedora de tierra en Luján, con 1200 hectáreas propias).
Hay viñas viejas en Perdriel: Bella Vista, de Achával Ferrer, es una de las más lindas. Terrazas de Los Andes tiene un coqueto restaurante en la zona.
Agrelo es el corazón productivo entre las regiones de Luján de Cuyo, con 5500 hectáreas. Sobre suelos profundos (hasta 6 metros de arcillas) se da una condición curiosa: al ser el fondo de un valle, acumula aire frío, con un suelo frío. Por eso ofrece fruta madura y fresca en tintos, algún carácter floral y paladares amplios y de taninos firmes.
Pero en los últimos años, se extendió la frontera sobre los límites del valle. Agrelo Alto, hacia el oeste, es la antítesis; mientras que en las Cuchillas de Lunlunta, que cierran el valle, comienzan a trepar los viñedos. Naoki, de Casarena, es un ejemplo perfecto.
En Agrelo están las bodegas más famosas y contemporáneas: la Pirámide de Catena Zapata (abrió hace días su restaurante), Susana Balbo (hotel y restaurante), Cobos y Séptima (con restaurante) son algunas monumentales. Pulenta Estate, Penedo Borges, Bressia y Boudeguer relucen entre las medianas.