
El final de vendimia 2022 llega a su fin en toda la Argentina. Quedan puchitos para cosechar de algunas uvas tardías, pero las variables que definen la suerte del año ya están jugadas. Con múltiples interpretaciones –es una vendimia de la que cada productor tiene una versión según las decisiones que tomó– el grueso de quienes leyeron bien el año dice que es uno extraordinario, con tintos de balance, aun cuando la cantidad fue a la baja.
Ahí radica el punto central de las interpretaciones. Porque para la mayor parte del vino argentino, la 2022 fue una vendimia desafiante, con marchas y contramarchas que empujaron el precio de las uvas hacia arriba, incluso duplicando los valores de 2019: por un Malbec se llegó a pagar $140 el kilo, aunque los precios no están cerrados.
Para ciertas blancas, la pelea por conseguirlas fue difícil y algunas bodegas de Mendoza, frente a un panorama sanitario complejo, compraron uva desde Neuquén hasta La Rioja.
Final de vendimia 2022
El año climático
Si todo un año pudiera sintetizarse en unas pocas líneas, el relato sería como el que sigue. Hubo una primavera cálida y con heladas frecuentes, que mermaron las cantidades de uva cosechada; la más dura fue la del 6 de octubre, que pegó en zonas bajas y productivas de Mendoza y San Juan, donde los brotes tenían entre 5 y 10 cm.
De hecho, la helada marcó un raleo en toda la Argentina, con excepción de los valles norteños. Así, esta vendimia arroja una baja estimada del 12% en cantidad, aunque están quienes vislumbran hasta un 25%.
Luego, llegó un diciembre donde la lluvia se hizo presente en el oeste, de Mendoza a Salta, disparando un primer brote de peronóspora, un hongo que afecta a las hojas y los frutos y baja los rendimientos.
El dato es que, como los productores de uva venían de años de precios bajos, muchos no tuvieron resto para hacerle frente y eso empeoró la situación.
A continuación, en enero hubo una única ola de calor de hasta dos semanas que frenó la maduración. En febrero, el mes más húmedo del verano en el oeste, las condiciones marcaron el reinicio de un ciclo de lluvias reiteradas y algunas copiosas, lo que bajó las temperaturas y se tradujo en un brote generalizado de peronóspora y algo de podredumbre en blancas. De ahí la puja por conseguirlas.
El alivio llegó con un marzo seco, con temperaturas bajas muy bajas y altas promedio, abriendo una ventana de cosecha perfecta para las uvas que estaban en buenas condiciones.
Esa ventana se cerró de forma abrupta, aunque anunciada con anticipación, con una helada generalizada en zonas altas que puso final a la vendimia en términos cualitativos, entre el 30 y el 31 de marzo.
Con ese panorama se define el escenario del año según cómo resolvió el puzzle cada productor. Quienes tuvieron margen para hacer los tratamientos sanitarios correspondientes, pasaron el verano sin riesgos ni otras pérdidas que las causadas por la helada. Quienes no, enfrentaron serios problemas con las uvas blancas durante la cosecha en febrero y llegaron a marzo con las plantas afectadas, algunas tintas incluso sin hojas hacia el final, que no permitieron madurar a tiempo. A ellas se las llevó puesta la helada de marzo, particularmente en Mendoza.
Por eso, los vinos de este año ofrecerán ese carácter cambiante en el que las decisiones de los productores marcarán la diferencia.
Balance en vinos
Para quienes hicieron bien las cosas, la ventana de marzo ofrece un marco soñado para Malbec y Cabernet Sauvignon. De hecho, en muchos puntos de Mendoza se cosecharon juntas, una rareza que se dio este año.
Las bajas temperaturas de febrero llevaron la madurez a una marcha ideal y para Cabernet, por ejemplo, el tiempo de colgado de las uvas fue de 45 días, el número mágico de Burdeos, Francia, cuando suele rondar los 60 en Cuyo. Eso se traduce en balance, frescura y perfume frutal nítido, según lo reportado por los productores en este final de vendimia 2022.
Nada de eso se encuentra en aquellas tintas cosechadas después de la helada, si pegó en el viñedo. Ahí habrá el doble carácter herbal y maduro que caracteriza a los vinos hechos con esas uvas: por el arrastre de hojas secas pegadas a las bayas, quedan con un trazo herbal, de malvón. Amén de que algunas se deshidratan y sobremaduran.
En blancas, Chardonnay y Sauvignon Blanc con programas sanitarios en regla, tienen una fruta precisa y una frescura deliciosa. El resto no será cualitativo.
De modo que este final de vendimia 2022 es una en la que la diferencia la hacen los productores que trabajaron bien. Habrá que esperar a probar los vinos y ver de qué manera resolvió cada bodega el puzzle 2022.