El vino es la bebida de los argentinos. No sólo porque lo diga la Ley N° 26.870, que ubica al vino argentino como bebida nacional, sino porque representa una tradición centenaria instalada en el país. Y lo es, sobre todo, porque muchísima gente lo consume: lo beben en la cena, en el quincho, en la reunión de amigos, en la previa del asado y en la terraza para compartir una copa.
Claro que no todos los vinos son iguales. Mientras que un puñado de botellas se venden con mención varietal, hay un 66% que no tienen ninguna referencia, según un estudio de la consultora Concreto realizado en el mercado local. No solo 2 de cada 3 litros que se beben en argentina corresponden a este tipo: también estos vinos se exportan a más de 40 países.
Con 27 millones de litros bebidos al mes, estos vinos forman el ABC del gran consumo y en su mayoría se venden en envases seguros y reciclables como el Tetra Pak. Sí, la vieja y querida caja de vino. Es un envase que no goza de buena prensa, hay que decirlo, entre los consumidores que, extrañamente, no piensan lo mismo cuando se trata de comprar leche o salsas de tomate.
No pasa lo mismo en otros lugares donde no se discute este envase. Por eso, justo ahora que la industria del vidrio no logra abastecer la demanda, es bueno volver a poner el foco en este packaging. La pregunta tácita es: ¿qué pasaría si el mismo envase de cartón tuviera otro formato y un diseño atractivo para el segmento del que nos ocupamos?
Quién sabe. Cierto es que el bebedor argentino es muy tradicional y hoy apenas acepta la tapa a rosca para vinos jóvenes. Para asumir al tetra como un envase cualitativo le falta, y no por razones técnicas. En ese sentido, el hecho de que el vino ocupe un lugar central en la mesa plantea un desafío: si el vino ahí se muestra y si mostrarse es vergonzante en materia de tetras, encontrar nuevas situaciones de consumo en donde un formato más sencillo acompañe es la misión.
¿Cuál es la calidad del vino en Tetra Pak? ¿Es sí o sí malo?
Categóricamente no. Todos los vinos se hacen con la supervisión del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), que controla desde la producción hasta la comercialización. Es decir, hay estándares que todos los jugadores de la industria deben cumplir para ofrecer sus productos.
Los vinos masivos están elaborados con buenas uvas y con todos los controles que hacen falta para garantizar su calidad alimentaria. El INV define a los vinos genuinos como los “obtenidos por la fermentación alcohólica de la uva fresca y madura o del mosto de la uva fresca, elaborados dentro de la misma zona de producción”. Todo lo que salga de estas fronteras no podría denominarse vino para la legislación nacional.
Sin embargo, el hecho de ser masivos los llena de prejuicios. ¿Cómo es que son vinos de calidad si en la góndola hay vinos de hasta $10.000? He ahí un asunto que le genera desconfianza al consumidor, que busca optimizar el placer de acuerdo a su bolsillo.
Lo cierto es que “ningún otro mercado tiene tanta dispersión de precios como el del vino”, asegura Juan Francisco Parajuá, de la consultora Concreto. Y eso hace que cualquiera se apune frente a una góndola de vinos en donde, en promedio, invierte tres veces más tiempo que en cualquier otra del supermercado buscando esa pepita de oro que conjugue del mejor modo las variables precio/calidad.
Calidad del vino en Tetra Pak, los prejuicios
La calidad en vino se entiende como ausencia de defectos y, además, como la suma de atributos. Los vinos masivos cumplen holgadamente esta condición que, además, el envase garantiza. De hecho, los casos de adulteración detectados fueron en botella.
Según un estudio de Concreto, los prejuicios más típicos con respecto a los vinos masivos son:
- Se producen en un galpón y con uvas del Gran Buenos Aires. Falso. Todo vino debe declarar su procedencia y no se puede falsear.
- Es un producto con colorantes y alcohol. Falso, la realidad es que es un mito anclado en el desconocimiento de cómo se hace el vino y en su proceso de fermentación.
- Es un proceso “fuera de control”. Falso. Ya hablamos de la labor del INV.
- El vino es intomable, dañino. Falso. El vino es un alimento y debe cumplir controles.
Este último mito suele ser el más difundido, como demuestra el caso de la conductora Viviana Canosa, quien sostenía en su programa que tomar vinos masivos era perjudicial para la salud.
Si bien podemos hablar sobre calidad creciente a medida que se invierte en valor en un vino, es erróneo sostener que los productos de base no poseen ninguna calidad. Claro, muchos consumidores quieren reconocerse en la exclusividad y terminan denostando lo masivo que suele ser lo popular.
A lo mejor, además de estos prejuicios, el consumidor de otro segmento perciba la dulzura como un defecto. Pero lo cierto es que mucha gente y sobre todo los más jóvenes prefieren un vino más dulce y con menos alcohol, como cuenta Guillermo Oliveto, de la consultora W.
En suma, los vinos masivos no carecen de calidad aun cuando en relación a otros de diferentes segmentos de valor puedan ofrecer menos cantidad de matices de sabor. Pero eso de ninguna manera los convierte en vinos intomables. ¿Entonces? A cada vino su rango de precio ya que, en materia de gusto y cualidad, el envase no es signo de ninguna otra cosa que de garantía alimentaria. Basta de prejuicios sobre la calidad del vino en Tetra Pak.