Más de 200 bares, cervecerías y vinotecas del país celebran hoy por primera vez en la Argentina el Lager Day, jornada en la que las marcas de cerveza artesanal más importantes ofrecerán descuentos especiales, happy hours y promociones.
En www.lagerday.com.ar podés consultar el mapa interactivo que te dirá adónde te conviene chocar esas pintas.
Peeeeeeeero mientras hacés fila para saborear tu birra favorita, acá te acompañamos: desde cada ángulo de un ring imaginario, tres especialistas en producir y evaluar cervezas confirman o desmitifican creencias, nos cuentan cómo servir una cerveza de forma correcta y le sacan brillo a esas discusiones hermosas que nacen junto a una picadita. En la cuarta esquina estás vos… ¡Y suena la campana!
Cómo servir una cerveza de forma correcta
¿Con o sin espuma? Los tres responden “¡Sí!”, casi como si fuera un pecado no servir cerveza con burbujitas. Sergio Mazzon, pionero de la birra artesanal local y brewer de Norfolk cervecería, y Darío Foustel, Juez BJCP Certified y brewer en Foustel Cerveza Artesanal, explican que la espuma ayuda a conservar los aromas y comparten que su medida debe ser de uno o dos dedos. Para más detalles, Ricardo Aparicio, Beer Sommelier y Profesor en la Escuela Argentina de Sommeliers, indica: “La espuma tiene que tener una pulgada (2,5 cm) de alto. Es el dedo gordo a lo ancho, acostado”. Y agrega: “Pedir la cerveza sin espuma es de ‘rata’, de alguien que cree que de lo contrario le están sirviendo menos” (¿algún roedor en la sala?).
Temperatura vs cultura
Los expertos coinciden en que la temperatura adecuada de una cerveza es entre 8 y 10 grados y aclaran que en Argentina, por una cuestión cultural, se la toma más que fría… ¡congelada! “Suele pasar que cuando los argentinos viajan a Europa y toman cerveza, dicen que allá se sirve caliente. Y no es así. La toman a la temperatura que hay que hacerlo”, señala Mazzon. “De esa manera se puede disfrutar de sus sabores y sus aromas”, asegura Foustel. Aparicio lo explica con una analogía: “Lo primero que hacés cuando te golpeás es ponerte hielo, porque funciona como una suerte de anestesia. Lo mismo sucede con la cerveza. Cuanto más fría está, menos sabor le sentís”.
Freezer: ¿tomando con el enemigo?
Otra costumbre que tenemos en Argentina, justamente porque nos gusta la cerveza bien helada, es acudir al freezer, ya sea para enfriar la botella o la lata, para darle un “frescor” a la copa o para bajarle unos cuantos grados a ambas. “Ese es otro error. Meter la copa en el freezer no corresponde”, sentencia Mazzon, ya que “un vaso congelado te quita espuma”. Y dice que tampoco debe freezarse la botella o la lata, “porque la birra congelada te duerme las papilas gustativas”.
Para Foustel, en cambio, si es una tarde de 40 grados y la copa está en el aparador, lo más conveniente sí es darle un golpe de freezer. “Si servís la cerveza fría en un vaso caliente obviamente vas a sentir que se refrescó la copa pero a la birra ya le modificaste la temperatura”, señala el especialista. Con respecto a la botella o lata, cree que basta con 15 minutos de freezer para que estén a punto. Por su parte, Aparicio hace la siguiente comparación: “Nadie va a tomar un vino casi congelado porque no tiene gusto a nada, sabe a agua. Lo mismo pasa con la cerveza”.
El variado mundo de las copas
No es necesario que tengas una barra completa en tu casa para disfrutar de una buena birra. Si te gustan las Ales inglesas, Mazzon recomienda que tengas siempre a mano una Pinta Nonic. Si preferís las birras rubias alemanas, dice que te inclines por el vaso Pilsner (o Pilsen). Si te van las de trigo, que no te falte el vaso Weizen. Y si sos de las aromáticas belgas, te sugiere tener una copa tulipa. Ahora bien, si necesitás una copa “comodín” para cuando te cae gente, según Foustel, por su versatilidad la copa Dublín es la indicada.
“Su formato de boca más chica permite catar cualquier cerveza, dejando que los aromas volátiles tengan una mejor percepción al momento de degustarla”, sostiene. Para Aparicio, la Teku, copa internacional de degustación, es la que correspondería tener como comodín, para todos los estilos de cerveza. Aunque ojo, tira un datazo: “Cualquier copa de vino está bien también”. Sí, leíste bien. Una copa de vino. “He hecho muchas degustaciones de cerveza en distintas copas de vino y me encantó. Yo creo que, por ejemplo, una copa de Malbec es ideal para tomar cerveza”, asegura.
Antes de servir
Los especialistas hacen hincapié en la importancia de que la copa esté bien lavada. ¿Cómo nos damos cuenta? Si no es así, se van a formar unas pequeñas burbijitas contra el vidrio cuando servimos cerveza. Por supuesto, más allá de lo estético, una copa mal lavada hará que le queden olores, restos de detergente y evitará que al servir se forme espuma.
Entonces lo ideal es enjuagar la copa antes de usarla, aunque acá va otra advertencia: no usar agua de la canilla porque el cloro va a interferir en el aroma y el sabor de la cerveza. “Salvo que tengas conectado un filtro de agua”, aclara Mazzon. “Sino lo mejor es usar agua mineral o de bidón”, señala Foustel, quien sugiere hacer la limpieza a través de un fajinado. Es decir, higienizar la copa con papel o servilleta de tela usando un rociador. Y utilizando las dos técnicas, Aparicio propone “enjuagar la copa con agua declorada y luego fajinarla con alcohol al 70%”.
Métodos, técnicas y guantes bien calzados
Llegó el último round en el que cada uno de los expertos consultados explica cómo servir una cerveza de forma correcta. En principio, los tres coinciden en que hay que inclinar la copa y luego ir enderezándola para que quede la cantidad de espuma que sugirieron al principio. Luego, comienzan las diferencias. Aparicio es directo: “La cerveza se sirve mal”. Y ejemplifica nuevamente con una comparación: “¿A alguien se le ocurriría servir un Felipe Rutini hasta el borde de la copa? No, porque uno quiere apreciar los aromas de ese vino. Entonces, ¿por qué se hace eso con la cerveza?”.
El especialista indica que la birra se debe servir hasta el Ecuador de la copa (la parte más ancha), dejando una pulgada de espuma y después una chimenea, es decir, un espacio vacío hasta el borde, donde se van a concentrar los aromas. Del otro lado del ring se ubican el resto de los profesionales, quienes afirman que los dos dedos de espuma deben llegar al ras de la copa.
Campana del final: el chop con manija… ¿da o ya fue?
“No es lo ideal. Tiene mucho contenido. Si servís ahí una birra de doce puntos de alcohol vas a terminar re borracho, porque se va a calentar”, responde Foustel. “Los alemanes lo siguen usando”, señala Mazzon. “La República Checa tiene uno parecido”, agrega Aparicio. Y concluye: “Hace poco fui a una parrilla a comer un choripán y me sirvieron la cerveza en uno de esos chops. ¡Y yo la pasé bien!”.