bares tematicos

De San Martín a los Rolling Stones: el arcoíris de los bares temáticos

Sus ambientes rinden tributo a épocas, artistas, próceres y otros personajes. Cómo se adaptan a estos nuevos tiempos de Covid sin perder identidad.

Gastronomía, Restaurantes

Gastronomía

¿Te imaginás a Cortázar, San Martín y Mick Jagger por las calles de tu barrio? Bueno, es una fantasía curiosa, pero Buenos Aires todo lo hace posible, incluso en pandemia por el coronavirus. Los bares temáticos son una de las tantas propuestas gastronómicas que abundan en la ciudad e invitan a jugar con épocas, artistas, libros y canciones. Por eso, si te cruzás con un trío de personajes tan llamativo, no te frotes los ojos: acá te lo explicamos las singularidades de los bares tematicos.

Los Patriotas

Con el invierno llegando a su fin, las chances de hacerle frente al frío con un guiso caliente se evaporan como humo de olla hirviendo. Pero a no desesperar: El Café de Los Patriotas, uno de los bares tematicos de los que vamos a hablar aquí,  te lo lleva a tu casa y también te lo sirve en la vereda. Situado en Nicasio Oroño y Cucha Cucha, corazón de La Paternal, este espacio fundado en 2013 tiene una atmósfera tradicional basada en iconografía típica, que tributa a próceres de nuestra historia. Mezcla de pulpería y bodegón a la antigua, trabaja con servicio de delivery y mesas en la calle, bajo estrictos protocolos.

Además de platos emblemáticos de la cultura nacional, su carta incluye minutas, preparaciones modernas y viandas congeladas, su comodín para hacerle frente a la pandemia. «Estamos abriendo muy pocas horas y solo al mediodía, de lunes a viernes y también los sábados, que nos extendemos un poco más. Esa fue la forma que encontramos para adaptarnos», explica su encargada, Anahí Benítez.

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Café de Los Patriotas rinde tributo a los próceres de la historia argentina.

Si bien los cambios no fueron fáciles, Los Patriotas tiene banca: «Los vecinos están contentos porque seguimos abiertos. Claro, nos habían visto cerrados, pero volvimos, y su alegría es que hayamos sobrevivido. Hay mucha respuesta de clientes que nos compran para darnos una mano. Piden las viandas congeladas como un acto de solidaridad», se emociona. Guisos de lentejas y mondongo, bondiola a la cerveza y carré con salsa de frutos rojos son algunas de las opciones para freezer que ofrece el café en su servicio de delivery, y que se pueden combinar en distintos combos.

Por ahora, la guitarreadas de tango y folclore, y el murmullo habitual del bar, deberán esperar. «No queremos exponer a la gente ni a los trabajadores, queremos hacer las cosas bien. Estamos abiertos durante el día para que los clientes vengan, almuercen, tomen algo y estén acá. Pero a la noche todavía no, porque no queremos generar aglomeraciones innecesarias», concluye Benítez.

De cronopios y famas

Julio Cortázar hizo de la imaginación su modo de vida. Ya sea para darle cuerda a un reloj, subir una escalera o ponerse un pulóver, el autor se las ingeniaba para crear mundos fantásticos alrededor de actividades cotidianas. Gran parte de su obra nació entre las mesas bulliciosas de los cafés parisinos. Por eso, no es extraño que uno de los bares tematicos de la ciudad lleve su nombre. Ubicado en Cabrera y Medrano, Almagro, el Café Cortázar vio la luz en el 2015 bajo la premisa de rendir tributo al padre de Rayuela. Sus paredes, bibliotecas y propuesta gastronómica dan cuenta de ello.

“Entramos en el marco de lo temático, lo que quiere decir que somos medio únicos en eso. Tenemos un espectro de clientes amplio y fiel. Si bien hay una inquietud cultural, somos un bar muy plural, y ahí está el romanticismo del oficio que ejercemos. Que un niño pueda empezar a leer a Cortázar a través de un taller que se dicta acá es hermoso. Incluso la editorial que publica sus libros nos manda ejemplares para nuestra biblioteca”, explica a Vinómanos Martín Paesch, su titular.

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En Almagro, el Café Cortázar es un homenaje al escritor argentino.

A principios de la cuarentena, el bar trabajó con servicio de delivery. Por ejemplo, para el 25 de mayo ofreció un menú llamado «Locronopio». Luego, renunció a esa estrategia. Paesch aduce que “el delivery funciona cuando vos ya trabajabas con él. Cuando no lo hacías, y de repente salís a un mercado donde hay mucha oferta y poca demanda, es difícil. Es incomparable estar en el bar con comer en tu casa. Podés renombrar platos o enunciar palabras claves cortazarianas, pero no hay comparación. No hay una experiencia ahí como la de estar en la atmósfera Cortázar”.

Para sortear el mal trago, el Café Cortázar unió fuerzas con diversos espacios porteños, entre ellos Los Notables, un grupo de bares históricos de la Ciudad, bajo la consigna «cocinamos juntos, nos esforzamos en equipo, trabajamos para volver». Para ello, unificaron su cocina en la Rotisería Miramar, del barrio de San Cristóbal, que funciona como centro de operaciones de distintos restaurantes. Siguiendo la premisa cortazariana de que el frío siempre complica las cosas, Paesch sabe que no es el mejor momento, pero avizora un futuro provechoso: «Yo soy bastante optimista. Es una situación que nos afecta a todos; todos nos estamos acostumbrando y estamos aunando esfuerzos para poder sostener. Hay bares notables que tienen más de 50 años de vida…». Y ninguna intención de dejar de respirar, claro.

Finalmente, el sábado 19 de septiembre el Cortázar reabrió sus puertas en la «vereda cronopia”. «Volver a trabajar con mesas afuera es un puntapié inicial para comenzar con algo. Acá hay una realidad: vos vas al café a abrazarte, a besarte, a salir con alguien, a juntarte con gente, a tomar una birra. Eso volverá a pleno cuando la OMS diga ‘No hay más pandemia, no se usa más barbijo y no hay más distanciamiento social’. Para eso falta», resume el gastronómico.

Mixed Emotions

Si lo tuyo es sacudir la cabeza e invocar el desorden, 40×5 es tu lugar. Este es uno de los bares tematicos dedicado íntegramente a los Rolling Stones, y es el único de su tipo en Sudamérica. Fotos, cuadros, posters, un flipper y hasta un muñeco de Keith Richards en tamaño real son algunos de los tesoros que ornamentan el templo de la cultura Stone. Está ubicado en la esquina de Cuenca y Navarro, Devoto.

Allí se pueden pedir pizzas, picadas y hamburguesas acompañadas por cerveza helada, mientras Jagger y su crew hacen de las suyas desde una pantalla gigante. O por lo menos se podía hasta el 20 de marzo, cuando el establecimiento bajó su persiana por tiempo indefinido.

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40×5 es el bar preferido de los rollingas porteños y fans de Mick Jagger.

“El bar funciona como un lugar de culto, una esquina donde la gente se mete para compartir la locura por los Stones. Fue creciendo de boca en boca, a nivel cariño, como club social. Tiene una gastronomía básica, de precios moderados, donde el secreto es el concepto: la pasión por los Stones. Acá se conocieron un montón de amigos, se cumplieron sueños, nacieron viajes para todos lados”, explica a Vinómanos su dueño y fundador, Juan Ignacio Muñoz.

40×5 nació de las cenizas de la crisis, en el 2002. Dice Muñoz: “Al principio hice unas ventas futuras, con la ayuda de la gente de Heineken, de cervezas y discos, pero paramos. Pasó tanto tiempo que resulta un mal negocio haber vendido hace cuatro meses latas de cerveza, y que ahora la gente haga fila para tomar lo que ya tenía pago. Yo he vendido una picada grande del bar, que es un lujo, más dos latas de cerveza a $900; hoy ese combo debería costar $1400. Está complicado, no es el mejor momento”.

“La noticia de poder trabajar con las mesas al aire libre me desarma el concepto del bar, que no es gente a dos metros de distancia, sino una pequeña comunidad de 40 personas sentadas disfrutando la misma música. Por ahora, no es para mí. Este bar es como un hijo, un abrazo. Es un lugar amigable, para que la gente que venga se sienta como en casa. Con este nuevo esquema nos tendríamos que trasladar a un parador en la playa”, amplía.

Así las cosas, los fanáticos deben aguardar para recuperar su meca porteña, esa que incluso aparece en “Olé Olé Olé: un viaje por América Latina”, el documental oficial de la última gira de la banda por estas tierras. “En el bar hay mucho de mí, de la comunión que hice con la gente, con el trato persona a persona. Es un bar donde se nota mucho mi presencia. Tengo la virtud de poder sociabilizar con cualquier persona. Por suerte estaba reducido a su mínima expresión. Yo trabajo con mi mujer, así que no hubo despidos ni nada por el estilo”, concluye Muñoz. Para mitigar la espera, en sus redes sociales 40×5 comparte noticias, información y hasta venta de discos y productos de la banda.

Buenos Aires es una ciudad multicultural y cosmopolita, incluso en tiempos extraños como los actuales. Por eso, si una noche lo ves pasar a Cortázar a caballo, cantando Satisfaction, no te preocupes: hay lugar para todos.

Autor

  • Joaquin Rodriguez Freire

    Dicen que nació un 30 de marzo, pero él no se acuerda. Es periodista en Ámbito Financiero desde el 2014. Estudió comunicación en la UBA y colaboró con diversos sitios literarios y periodísticos. Actualmente trabaja como columnista en el programa radial Dale Luz al Instante, donde reseña libros y música. Cree en Hemingway.

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