
Las canillas eran territorio dominado por las cervezas y el vermú. Único, inexpugnable. Pero una resolución del Instituto Nacional de Vitivinicultura que habilita el despacho de vinos en barriles de acero inoxidable (kegs), garrafas o latas permitió que los fans del tinto y del blanco tuvieran también la opción de disfrutarlos en este formato. Así, la movida del vino tirado arrancó en Mendoza, pasó por Córdoba y Mar del Plata y ahora le hace sentir cuiqui a las birrerías de Buenos Aires.
Con la apertura de The Wine Bar, un local gigante en Palermo Hollywood, y su propuesta de wine on tap al mejor estilo cervecero, sus dueños apuntan directo al público joven pero también a los que aspiran a no dejar de serlo.
Pioneros
Estefi Ramos y Mariano Basso abrieron The Wine Bar hace ya tres años en Mar del Plata y fueron de los primeros en ofrecer vino tirado en el balneario, cuando se aprobó la reglamentación. Convocados por Agustín Cairo (integrante del grupo Agapornis) para armar un espacio similar en Buenos Aires, los tres se entusiasmaron con la posibilidad de profundizar el concepto wine on tap. “Sentimos que faltaba una propuesta sin tanto protocolo para disfrutar del vino. Un lugar donde la gente joven pudiera comer algo rico sin estar pendiente del maridaje o las notas de cata, un espacio donde escuchar buena música, tomar una copa y pasarla bien”, dice Estefi. Y lo crearon. Para el salón, eligieron un antiguo taller mecánico que llega bien adentro de la manzana y lo convirtieron en un espacio que ofrece distintas experiencias. Barra kilométrica; mesas escondidas con más privacidad; mesas altas para compartir sentados en banquetas; un patio trasero con mesada comunitaria y una galería de arte que balconea todo a lo largo del salón principal y que tendrá muestras itinerantes son algunas de las propuestas. Además, prometen DJs y bandas en vivo para los próximos meses. Tienen experiencia porque organizaron el Wine Sounds, el primer festival de música, vinos y gastronomía de Mar del Plata, en el verano de 2019.
The Wine Bar cuenta con dos sommeliers a disposición para quien quiera data específica. “Sabemos que se adquiere conocimiento a partir de la experiencia de tomar vino. Este es un espacio que convoca a todos, a los que saben y a los que recién empiezan. Y también a aquellos que no encuentran dónde ir porque no toman cerveza; o por ejemplo los celíacos, que directamente no pueden consumirla. El vino tirado es la solución: es un universo por descubrir y acá es accesible también en términos de precio. Las bodegas –detalla Estefi– se evitan el embotellado, el etiquetado, los corchos, todo lo necesario para comercializar de manera tradicional. Por lo tanto, es tan atractivo como consumir una cerveza, pero mucho más sustentable, amigable con el medioambiente y sabroso porque la calidad del vino tirado es exactamente la misma que envasado. Se conserva en perfectas condiciones”.
Huevitos de cemento
En el formato tirado, una de las bodegas que primero apoyó la iniciativa fue MAAL, tanto que elaboró dos vinos especiales para The Wine Bar: un 100% Malbec (llamado Brutal) y un clarete de Malbec. Además, se sumó Santa Julia con un Chenin blanc y su Tintillo; Bodega Niven aportó un Cabernet Sauvignon orgánico y otro con uva criolla; Bodega Vicentín presentó un Chardonnay y Bodega Las Perdices diseñó un red blend específico para este lugar: Malbec, Cabernet Franc y Petit Verdot.
“El sistema es similar al de las cervezas: el vino se envasa en los kegs y, a medida que se extrae, el barril se completa con gas argón, lo que evita el ingreso de oxígeno y que el vino se deteriore”, explica Estefi. A la mesa pueden llegar copas o unos originales huevitos de cemento que remiten a los que se utilizan en las bodegas para la fermentación de los vinos premium. Contienen 550 cc de vino tirado y se puede elegir cualquiera de la lista de wine on tap ($350). Si se trata de un grupo más grande, se puede pedir un barrilito con dispenser (como si fuera un bag in box) de dos litros, que llega a la mesa para compartir, por ahora solo con Brutal, de bodega MAAL ($1500).
Vino hasta en el postre
The Wine Bar ofrece copas de vinos en dispenser (cambian todo el tiempo, puede haber un Pinot Gris de Matías Riccitelli, un Tinto de Traslapiedra, un Malbec Ancestral de Bodega Séptima, por ejemplo) y de botellas bien estibadas en una cava especial. La carta está organizada por varietales y blends con etiquetas de diversas líneas de bodegas argentinas. Hay dos champagne (Veuve Clicquot y Dom Pérignon) y espumantes de Chandon. Si bien también proponen tragos y bebidas espirituosas, la sugerencia en este espacio es tomar vino.
En cuanto al tapeo, el cocinero marplatense Facundo Colobig sirve un picoteo diverso (precio promedio, unos $300 por bocado) para comer mientras se bebe: pan de pizza con dip de hummus; remolachas fritas con dip de queso reggianito; croquetas de brócoli y coliflor; provoleta con berenjenas al escabeche y cherrys confitados; albondiguitas de carne con salsa de tomate; tortilla de papa; chinchulines con cebolla caramelizada. Como vienen de Mar del Plata, no podían faltar los calamaretis fritos ni los langostinos a la parrilla con crema de espárragos y limón y papas a caballo ($650).
Hay tabla de fiambres y quesos surtidos ($500) y una árabe con pita, hummus, baba ganoush, falafel y tabule ($550). La hamburguesa de asado sale en pan de papa y con fritas sour cream ($400). Si lo tuyo es la carne, una entraña grillada con papas españolas ($550) o un bife de chorizo con varias guarniciones pueden ser opciones soñadas.
De postre, panqueques, volcán de chocolate y, oh, peras al vino.
GPS:
Gorriti 5646, CABA.
Lunes a sábados desde las 18.
Happy hour de 18 a 20
@thewinebarargentina
Sucursal Mar del Plata: San Lorenzo 2980