El sol pega fuerte, da fiaca hasta de cortar un tomate. Pero acá te ofrecemos la solución más sabrosa para pasar el verano al lado de la pileta moviendo apenas un dedo: las sopas frías. Tan sencillas que nada más hay disponer de las verduras y frutas que más te gusten y apretar el botón de la licuadora.
Pero no hablamos acá de licuados dulces, smothies o jugos. Hablamos de las más deliciosas sopas frías que podés hacer en pocos minutos para seguir disfrutando panza arriba del dolce far niente (juguemos por un minuto que estamos de vacaciones y todo es posible). El resultado: una crema que puede ser más o menos espesa y que además de ser riquísima está repleta de beneficios para la salud.
Lo primero que está bueno saber es que las sopas frías son hidratantes, porque tienen alto contenido de agua (al margen de si las hacés con agua o no, las verduras y frutas ya tienen gran cantidad y por eso en una sopa fría las podés aprovechar al máximo). Además, si bien suelen ser bocados livianos, igual te dan sensación de saciedad, por lo que mientras comés algo rico, te ahorrás unas cuantas calorías, algo que no viene mal a la hora de ponerse la malla.
Obvio, son altamente nutritivas porque los ingredientes se usan en general crudos, por lo que todas las propiedades nutricionales quedan intactas. Y si las tomás heladas, las sopas frías ayudan a combatir el calorón. Son fáciles de hacer y versátiles, ya que podés combinar lo mejor de la estación como se te antoje.
Listo, hasta acá ya te dimos varias razones para salir corriendo a apretar la tecla de tu licuadora. Sin embargo, vamos a darte más tips para que tu sopa fría te salga perfecta.
La arquitectura de la sopa fría
Lo fundamental es elegir lo más rico de la verdulería, que en primavera/ verano se llena de los mejores tomates, pepinos crujientes, pimientos frescos, remolachas, rabanitos, paltas, apio, hojas verdes como rúcula y lechugas, frutas de carozo, melón, sandía, albahaca, ajo, aromáticas y más. Lo siguiente es tratar el tema “sopa fría” como si fuera un cocktail: una base líquida, una parte espesante y “extras” que aporten textura.
Para la base líquida, además de agua podés usar yogur, caldo de cocción de algunas hortalizas y jugos de frutas. Depende de los ingredientes que elijas, podrás hacerla más o menos espesa: palta, remolacha, zanahoria hervida, papa, te brindarán una textura más cremosa. Pepino, apio, espinaca: otra más liviana.
Para los extras, todo está permitido: pueden ser cubitos de queso, semillas de girasol o almendras tostadas y croutons. El condimento con aceite de oliva rico, limón, sal, especias o hierbas frescas picadas, van a redondear la sopa fría para convertirla en un hit del verano. De yapa, podés cancherear con tus amigos foodies y decir que estás más “healthy” que nunca.
Sopas frías famosas
Estas delicias no son un invento de la nueva ola saludable… tienen larga data en la historia de la cocina y, por eso, acá recordamos algunas (solo algunas) de las sopas frías emblemáticas de la carta mundial.
No se puede hablar de sopa fría sin mencionar el famoso gazpacho andaluz, esa mezcla perfecta de tomate, aceite de oliva, vinagre, pepinos, morrón, cebollas y ajos. Un golazo de media cancha que no puede faltar entre las preparaciones típicas del verano.
Va otra más antigua, el salmorejo: otra receta española que también tiene tomate, ajo, cebolla, vinagre, aceite de oliva y migas de pan (¡qué hubiera sido de Europa sin el tomate!).
Subiendo hacia Francia, la sopa Vichyssoise es una de las más famosas. La receta tradicional lleva puerro, cebolla, papas, leche y crema, lo que la vuelve más espesa.
El Ajoblanco es una sopa típica de Málaga que se hace a base de almendras crudas, miga de pan, aceite de oliva, vinagre, ajo y agua fría. Se acompaña con uvas, melón y cubitos de jamón.
Por último, destacamos la Tarator, una sopa típica de Bulgaria hecha con yogur y pepinos condimentada con ajo y eneldo que es súper sabrosa.
Recetas para hacer en 5 minutos
Sopa de pepino, nueces y yogur: pelá y retirá las semillas de 1 pepino y procesá en la licuadora con ½ diente de ajo, sal, un puñado de nueces, 50 g de pan del día anterior, un chorrito de aceite de oliva, 1 pote de yogur, ½ taza de agua fría y 2 cucharadas de limón. Decorá la sopa con algunas nueces rotas y hojitas de eneldo.
Sopa fría de remolacha: herví 2 remolachas y 1 zanahoria chica (tenelas frías en la heladera listas para usar) y ponelas en la licuadora junto con una rama de apio, 1 tomate, un poquito de morrón, ½ diente de ajo, 2 miñones de ayer, sal, pimienta, oliva y vinagre. Procesá todo y serví con jamón crudo por encima.
Sopa fría de palta: 1 palta madura, 1 manzana verde, jugo de un limón, un pote de yogur natural, hojitas de menta, un vaso de agua, sal y pimienta. ¡Apretá turbo y disfrutá!
Sopa fría de mango y zanahoria: ya tenés zanahorias hervidas en la heladera, mixealas con la pulpa de 1/2 mango, una moneda de jengibre, agua (según la quieras más o menos espesa) y un chorrito de leche de coco (o crema de leche). Sal, pimienta y a beber.
Sopa fría de tomate y sandía: pelá y cortá la sandía y retirá las semillas. Cortá los tomates en cuartos, disponé todo en la licuadora, agregá sal, pimienta, aceite de oliva, unas hojitas de salvia.
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