¿Quién no se ha lamentado a la hora de escupir el vino en una cata?
Para subsanarlo, ahora existe Kissing a stranger, el primer destilado de vino escupido.
El destilador Peter Bignell, de Tasmania, Australia, cansado de sentir que desperdiciaba el vino cada vez que los catadores escupían en los concursos, decidió juntarlo todo al cabo de unas catas y hacer un destilado. En primer batch de 500 litros ya está a la venta y el nombre, un poco truculento de Kissing a Stranger (besando a un extraño), es por lo menos ilustrativo.
Bignell describe así la razón de su asqueroso invento. “Odio derrochar, lo odio –dijo ABC Radio Hobart– y el spitter en el medio en el que todos los catadores escupen los restos de vino es derroche que se va por la cañería”, adujo. Así es que preguntó, en mitad de una concurrida cata, quién se bebería el destilado de ese despercidio. “Toda las manos se levantaron”, afirma Bignell.
Así nació la idea que se presentó recientemente en el festival sustentable de Sydney, conocido como Roodstock, que largó el sábado pasado en la famosa ciudad de Australia. “Junté el material escupido al cabo de dos días de cata por muchos extraños, con algo de galletas y queso también”, afirma Bignell.
Y lo destiló todo hasta 80 grados. Legalmente podría ser un Brandy, aunque como carece de denominación y crianza, no puede llevarla. Mientras que algunos litros están en barricas, el resto fue envasado en pequeñas botellitas de 200 ml.
Mientras que Bignell acepta la idea de que otros no quieran probar los restos escupidos por desconocidos, señala que al “estar destilado, no hay riesgo alguno de contaminación”. Eso queda claro. Lo que no quita la sensación de estar mezclando saliva con otro.
Para más inri, como dicen los españoles, Kissing a Stranger reconoce en las chichas andinas parte de su fundamento. Para fermentarlas, las viejas chicheras mastican los primeros granos de maíz para generar la rotura enzimática del almidón.
¿Llega la hora del Jarra Loca Spirits? ¿Lo probarías?
