El mundo del vino se encamina hacia un lugar de conciencia verde. Sin ir más lejos, la denominación Saint-Emilion, una de las más prestigiosas de Francia, anunció en mayo de este año que para poder emplearla los productores tienen que ser orgánico, biodinámicos o al menos sustentables respecto al medio ambiente.

No son los únicos: en la Champagne hay un grupo de productores orgánicos que pugnan por lo mismo. Mientras que en Chianti, Italia, se prohíbe el uso de herbicidas como glifosato.

En nuestro país, la semana pasada se llevó a cabo el 7º Encuentro de biodinamia en Mendoza, mientras se proyectó en la capital cuyana y en Buenos Aires la nueva película de Jonathan Nossiter (ver al final), Resistencia Natural, agitando el avispero de la onda verde.
Sommeliers, periodistas, bodegueros, restauranters y consumidores se vuelven con sana curiosidad a una tendencia que parece crecer y establecerse. Como en todo asunto de liderazgos, toma de conciencia personales y políticas gubernamentales, el mundo verde tiene sus diferencias internas.

Para entenderlas y saber de qué se habla cuando se habla de biodinámica y orgánicos, a continuación bocetamos cada una de estas corrientes.

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Biodinámicos

En el mundo forman una corriente pequeña y sólida dentro del vino, encolumnada detrás del productor del Loire Nicolás Joly, uno de sus grandes difusores. Demeter es la empresa que certifica las prácticas de este tipo y al mismo tiempo la dueña de la marca Biodinamia. Es por ello que en el mundo hay productores con prácticas bio y otros que, además, están certificados. Pero más allá de que puedan o no usar la palabra en la etiqueta –como se ve ahora en varios vinos locales– el asunto con los biodinámicos es su enfoque sobre la producción agrícola y en particular vínica.

Para ellos, la finca y la bodega es un todo que tiene que ser autosustentable y, precisamente por eso, debe reducir al mínimo los agregados externos. Por ello crían vacas y ovejas para el estiércol, compostan los residuos de poda, no usan agroquímicos sino preparados dinamizados similares a los homeopáticos y trabajan la viña siguiendo un calendario astral, con fechas de poda, cosecha y fertilizaciones establecida por las constelaciones.

En vinos, van por levaduras indígenas, no acidifican y se acercan a la cero intervención.
Las bases de este modo de producir fueron establecidas por el alemán Rudolf Steiner en unas conferencias dictadas en la década de 1920. En nuestro país hay unas 351 hectáreas certificadas bajo esta práctica y 10 productores en operaciones.

Algunos de ellos Chakana, Luna Austral, Alpamanta, Krontiras, Ernesto Catena y Escorihuela, entre otros.

Orgánicos

El término “cultivo orgánico” fue empleado por primera vez en la década de 1940 por uno de sus pioneros, el inglés Lord Walter J. Northbourne. Nacida como una respuesta a la agricultura convencional, cuyo foco está puesto en la productividad, la agricultura orgánica y por tanto la viticultura ídem proponen un enfoque diferente: se trata de entender a las fincas como un organismo.

En esto, no difieren de la propuesta más radical de los biodinámicos (que también son orgánicos), pero apuestan por las labores agrícolas para generar la biodiversidad que haga sustentable a al finca.

La principal preocupación es mantener el suelo vivo y el equilibrio entre la finca y el medio, para evitar presionar sobre plagas como insectos o enfermedades como el oídio y la peronóspora. Permiten el uso de agroquímicos naturales como las sales de azufre y cobre y al mismo tiempo los productos biológicos.

Mientras que Italia es el país con mayor cultivo de uva orgánica, unas 66 mil, en nuestro país se estima que unas 4000 hectáreas de viñedo certificadas orgánicas y unos 55 productores de uva, aunque bastante menos bodegas.

¿Productores para observar?

A los biodinámicos se le suman: Animal, Altos Las Hormigas, Cecchin, Finca Blouson, Familia Zuccardi, Kaiken, Domain Bousquet, Vinecol, Cabernet de Los Andes, entre muchos otros.

Photo Credit Paula PrandiniResistencia Natural

El nuevo documental de Jonathan Nossiter, Resistencia Natural, estrenado la semana pasada en nuestro país, bucea en un grupo de productores de Italia las razones por las que se convirtieron en biodinámicos y naturales. Cámara en mano, el cineasta autor de Mondovino (2004), propone una mirada íntima sobre la vida de estas personas, mientras que imágenes de archivo del cine clásico dan un contrapunto histórico a sus vidas.

Para los cultores el modo verde, será una suerte de biblia que reconfirma sus convicciones. Para quienes estén en la vereda opuesta, puede resultar un film un obstinado en su propuesta. Eso sí, la maestría de Nossiter se observa precisamente en el trabajo de archivo, más que en la visión de los productores italianos.