En búsqueda del nuevos perfiles gustativos para los vinos argentinos, los blends de Malbec con otras variedades opuestas ganan nuevo terreno: tanto en la curiosa categoría de red blends como en la de los cortes a secas, el Malbec comienza a encontrar compañeros de fórmula que merecen atención.
Un poco porque algunos suman aromas y otros reportan nuevas sensaciones en la boca, los blends de Malbec con Petit Verdot, Cabernet Franc y hasta Pinot Noir viene dando que hablar y se suma a la clásica combinación con Cabernet Sauvignon.
La razón para este nuevo cruce es simple: están quienes buscan nuevos horizontes sin alejarse del sabor clásico del varietal y quienes, con ganas de renovar el paladar, proponen ajustes más notables y sabores bien diferenciados. Entre ellos, hay una nueva góndola de blends con base Malbec que vale la pena probar. ¿Cuáles?
Malbec-Franc. Hay un blend de Malbec que gana más terreno que el resto. Son aquellos que combinan una parte mayoritaria de Malbec con una porción de Cabernet Franc. Este corte supone dos ventajas gustativas claras. Por un lado, la magia del siempre escaso Franc encuentra en este blend una posibilidad de ganar volumen y oferta en al góndola, mientras que por otro el Malbec consigue dos cosas de las que suele carecer: aromas herbales y paladar delgado.
Así, según sea la porción creciente del Franc, el vino irá adelgazando su estructura, ganando frescura y resultará más apretado al paladar, con aromas cada vez más herbales. En esa línea, los mejores equilibrios parecen alcanzarse en un 80-20% aunque hay casos más exagerados.
Nieto Senetiner Blend Collection (2015, $260) es un excelente ejemplo del caso, lanzado hace dos años. Santa Julia Reserva (2015, $204), J. H. Fabre (2012, $294) y Manos Negras Atrevida Blend (2016, $300) van en la misma sintonía, mientras que entre los de más alta gama destaca Trapiche Iscay (2014, $1290) y Norton Lote Negro (2015, $500) que ya está en la línea del 65-35%. Por su parte, Fuego Blanco es el caso opuesto, con mayoría Cabernet Franc (2012, $430), como Luigi Bosca Gala 4 (2013, $680) que es 95% Franc y el resto Malbec.
Malbec-Pinot Noir
Uno de los primeros blends de Malbec con Pinot Noir que salió al mercado como tal fue Familia Schroeder 2005. Adelantado a su época, hoy es corriente encontrar el corte no sólo en tintos, sino principalmente en rosados. El plan es simple: mientras que el Malbec aporta la estructura y el cuerpo, el Pinot Noir suma frescura, adelgaza al vino y propone una aromática más frutal. En materia de tintos hay dos casos paradigmáticos. Uno es Jijiji (2017, $295) que ofrece el perfil más fresco del vino, en un plan aperitivo. El otro el ya mencionado vino de Familia Schroeder.
Es en materia de rosados donde la cosa se pone bien interesante, porque elaborados de esa forma la complementariedad aumenta y mucho. Por ejemplo, Susana Balbo Rosé (2016, $690) es un perfecto ejemplo, lo mismo que Lagarde Rosé (2017, $280) cuya etiqueta está de estreno, mientras que Sol Fa Soul Brut Rosé ($243), espumoso, también los combina.
Malbec-Syrah
Fue el primero entre los blends de Malbec que propusieron una serie de innovaciones en la década de 2000. La razón para el corte es parecida a los anteriores, con la diferencia de que el Syrah aporta rareza aromática y paladar más delgado. Eso, cuando todo está bien hecho. Hoy menos explorado, vale la pena probar Diamandes Perlita (2015, $310), Trumpeter (2015, $225) y Fuego Blanco (2013, $430).
Malbec-Verdot
En este corte valen dos cosas: la carga aromática del Petit Verdot, que es mentolado y herbal, como así también su boca correosa y de alta frescura. Al cabo, el corte funciona siempre por pizcas, es decir, casi 90% de Malbec y el resto en proporciones variables de Petit Verdot. Sin embargo, vale la pena probar J.H. Fabre (2012, $294) y Susana Blabo Signature (2014, $489).
Malbec Grenache
Hasta donde sabemos hay uno sólo en la góndola, pero vale la pena probarlo, porque gana fruta fresca y paladar suelto. Es DV Catena (2015, $410).