Ningún otro vino argentino representa a la vez una categoría tan clara y atractiva como ininteligible y ajena: en eso, el Malbec, así, sin otro atributo que la variedad, es un cúmulo de muchos vinos parecidos y muchos muy diferentes.

Razones para esta contrariedad hay bastantes y sobre ellas venimos escribiendo y seguiremos haciéndolo en Vinómanos.

Pero para tener claro el gusto del Malbec, para conocerlo al detalle, según nuestro propio cómputo hace falta contar con unos 200 mil pesos para invertir en vino (es el monto al que asciende el vino catado), probar por lo menos unas 551 etiquetas de un tirón –desde 70 pesos hasta 3 mil y más la botella– y dedicarle al menos 100 horas a la cata consciente para poder sistematizar, en unos pocos trazos, las principales tendencias y estilos que definen al tinto que amamos.

Eso fue lo que nos propusimos en Vinómanos y lo que presentaremos entre hoy, lunes 17 de abril, Día Mundial del Malbec, y el viernes 22, cuando publiquemos los mejores 50 vinos de esta cata, ordenados por puntaje. A esta pequeña hazaña le llamamos el Informe Malbec.

Pero el Informe Malbec no es sólo una experiencia para nosotros como catadores. También es un servicio. La idea que lo rige no es sólo el placer de nuestro de conocer, sino, y por sobre todo, las ganas de dar a conocer un vino que es la bandera de los vinos argentinos.

Para que sus consumidores, tanto los de acá nomás como los del mundo, encuentren la botella que buscan y para que puedan (podamos) entender qué nos gusta y por qué, y sobre todo, para poder navegar una góndola que no es clara en materia de estilos y terroir, para eso nos metimos de lleno en el Malbec.

Y así, cuando de acá en más digamos Malbec, seamos capaces de adjetivarlo, de ponerle un apellido, sea por región, estilo o porque hay una diferencia que guía el paladar y que merece ser conocida. De eso se trata en el fondo el Informe Malbec.

Conocé más del malbec y sus sorprendentes cifras.

Y puestos a comenzar, lo primero y más urgente es esbozar algunas conclusiones estilísticas. A continuación, las 16 claves para entender el estilo y la variabilidad del Malbec argentino en unos pocos trazos.

Dispersión de estilos.

En la gama que va hasta 200 pesos hay mucha dispersión estilística, pero los vinos de altura destacan como una propuesta más ambiciosa y homogénea. En términos generales, un Malbec de altura entrega mayor intensidad de sabor y frescura o taninos jugoso, que se convierten en un sabor desafiante respecto al Malbec conocido.

Buscar Valle de Uco, Agrelo o Valles Calchaquíes organizará mejor esos sabores. El resto corresponde a otro grupo grande.

El versus de las regiones.

Luján de Cuyo, Mendoza, es una región cuyo Malbec está en la memoria de los bebedores y se reconoce en el buen cuerpo y los taninos mullidos. Valle de Uco, en cambio, supone un sabor nuevo, de frescura y taninos firmes. Es decir: el gusto conocido, versus el gusto por conocer, que separa a los entendidos de los no entendidos, es también la principal diferencia de terroir entre los Malbec de zonas templadas y cálidas y los de zonas frescas y frías.

Más sobre este tema, en este post.

Informe Malbec
Regiones con gusto de bolsillo.

En torno a los 100/150 pesos el gusto del Malbec es errático, salvo en regiones aisladas como Famatina, Valle de Uco o Valles Calchaquíes. ¿La razón? Las bodegas no traen vino de otras partes, de modo que los trazos de esas regiones resultan más regulares en el Malbec.

Aprieta el paladar.

En el segmento de 200/300 pesos aumenta la concentración y se pierden otros matices de gusto, de forma que el vino está destinado al impacto. Y cuando el Malbec se aprieta, se emparejan los estilos y se aplastan gustativamente las diferencias: manda el cuerpo y la intensidad como rasgo estilístico dominante.

Buen cuerpo + intensidad.

Más arriba en precio (desde 300 pesos) se observan dos cosas: una, que el buen cuerpo es la dominante (sólo un puñado de vinos caros apuesta por paladares sueltos); dos, que más precio sigue significando más intensidad y cuerpo. En algunos casos la ecuación funciona muy bien y otros, un poco apretada, de forma que la amabilidad del Malbec queda lapidada.

Originalidad.

Con todo, se observa un sano despertar de estilos originales y de menos intensidad en la alta gama. Probamos al menos una decena de tintos que cuestan más de 600 pesos y que se ofrecen con gusto distinto, en estilos más sueltos, donde el sabor y la expresión es la premisa, no el impacto. El paladar lo agradece.

Comerciales pero no maderosos.

Hay estilos de Malbec bien comerciales, en donde el vino es goloso, con madera más o menos evidente y taninos suaves. Suelen ser blends de regiones mendocinas. La buena noticia es que en estos estilos la madera y los trazos ahumados, en otro tiempo símbolo del estatus comercial del vino, pierden protagonismo: sólo describimos 17 muestras como tostadas y 3 como maderizadas.

Frutados y jugosos.

El estilo frutado, jugoso y con buen cuerpo es uno de los más desarrollados en la góndola y es el que manda el paladar hoy de la variedad. Para nosotros, frutal – frutados resultaron 108 vinos, de los cuáles 41 eran jugosos, 12 golosos y 9 frescos a secas. Es interesante observar que cerca de 1/5 de los Malbec resultaron frutados, con variantes luego de paladar.

Hoy, Malbec herbales.

Desde nuestro punto de vista, la verdadera novedad es que el trazo herbal ganó mucho predicamento. Un poco por las cosechas más frías 2015 y 2016 y otro poco porque evidentemente el punto de madurez se ha adelantado en muchos casos. Vinos herbal – frutados, por ejemplo, fueron 105 del total catado. Un 20%, cuando hace tres años eran casi inexistentes.

Dato extra, Gualtallary, Paraje Altarmira y el Alto Valle de Uco forman el grueso de esta propuesta. En consonancia con el ascenso verde, los vinos sobremaduros o cocidos sólo fueron 9.

Informe Malbec
Bálsamo de altura
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Un dato interesante es el descriptor Balsámico, que empleamos en 51 vinos, todos provenientes de viñedos a más de mil metros de altura y, 38 de ellos, directamente en zonas altas como Valle de Uco y los valles Calchaquíes. Es un aroma que ofrece una clara correlación con la altura y que, a la hora de las copas, suma un trazo abierto y agradable al Malbec.

Muchos complejos.

La complejidad sigue siendo un atributo del Malbec, en particular en la alta gama. Se presenta como un vino en el que la fruta roja, la madera y los trazos balsámicos y especiados están bien integrados. De nuestras catas para el Informe Malbec, 106 muestras resultaron así, en particular con boca de frescura y taninos jugosos, que fueron 39 muestras, y otros 35 con buen cuerpo.

De flores y confites.

Hay dos grupos minoritarios pero igualmente importantes. Por un lado, los Malbec confitados, que recuerdan a mermeladas, de los que probamos 61 vinos, la mitad de ellos con buen cuerpo.

El otro grupo interesante son los Malbec floral – frutados, que fueron 38 de la muestra, con una mayoría de cuerpo medio y paladares expresivos. La correlación zona cálida y zona fresca en estos casos también resulta importante.

Briosos, virogosos y secantes.

El Malbec es una variedad muy sensible a la concentración. Si se lo aprieta un poco se corre rápido de cualquier estilo hacia la exageración, donde la dureza y los taninos rompen el paladar amable de la variedad. El dato es que este estilo está en retroceso. Sólo contabilizamos una treintena de vinos briosos, vigorosos o secantes del total probado.

Jugosos al poder.

En contrapartida a la concentración de otro tiempo, al cabo de probar los vinos para el Informe Malbec observamos paladares más jugosos. En total, 208 muestras resultaron así, lo que representa casi 4 botellas de 10 en la góndola.

Malbec y volátil.

Como interrogante –posiblemente debido a las cosechas frías y difíciles, aunque no es correlato en todos los casos– la acidez volátil, el trazo acetaldehídico que recuerda a la cáscara de manzana, ganó mucho predicamento: la describimos en al menos 20 vinos sin considerarla un defecto profundo. Se usa para refrescar la nariz, pero en general se marca mucho, como si fuera algo exagerado.

Más allá del botellón.

La botella, no es índice de nada aún. Mientras que los botellones pesados y de vidrio grueso indicarían grandes vinos, no existe tal correlato.

En eso, el consumidor está perdido: tiene pocas chances de encontrar un gran vino si se deja llevar sólo por la estética. Sí es un índice la botella borgoña de vinos de estilo más fresco. Es dable esperar que en el mediano plazo los Malbec de estilos más ligeros se reconozcan por esta botella.

Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).