Mucho se habla de Malbec pero poco de los estilos de Malbec. Y a la hora de las copas, es el estilo el que define lo que esconde cada etiqueta: si tiene o no gusto a madera, si hay o no frescura, si el vino está o no sobremaduro. Y si bien las etiquetas dan alguna pista, el punto es identificar bien qué significa cada cosa para saber qué beber. Así es que conviene leer con atención para no clavarse. Los estilos más frecuentes, son:

Varietales jóvenes

Se los distingue por omisión. Es decir, porque no ofrecen ninguna otra mención más que la variedad. Son frescos, jugoso y frutales. Y para no pifiarla a la hora de comprar, conviene prestarle atención a dos elementos: la cosecha, que sea del año en curso o una anterior; y el grado alcohólico declarado, si ronda los 13.5 a 14.5, es raro que se trata de un tinto potente. Hay un dato más, aunque puede ser algo equívoco según el segmento: el precio. Hasta 150 pesos es dable encontrar este tipo de vinos. Buenos ejemplos serían Altos del Plata Malbec (2015, $110), Portillo Malbec (2016, $78), Altos Las Hormigas Clásico (2015, $144).

Varietales Roble

Forman una avanzada en la góndola, en donde la madera ya ocupa un lugar. Como se trata de vinos varietales que fueron infusionados con roble –ni más ni menos que astillas o listones dentro del tanque– ofrecen el sabor de la fruta y el del roble como principal apuesta. Suman luego cierto volumen de boca que los hace amplios y de paladar lleno. El grado alcohólico es parecido a los varietales y también corre para ellos el año de vendimia. Buenos ejemplos de este tipo de vinos, serían: Finca La Escondida Malbec Roble (2015, $60), Putruele Malbec Roble (2015, $80) y Bianchi DOC Roble (2015, $60).

Varietales Reserva

El término tiene múltiples interpretaciones en la mente de los consumidores. Para unos son los vinos de guarda larga, para otros los que tiene cuerpo y para una minoría, lo que efectivamente son: Malbec que tuvieron al menos 12 meses de crianza en barricas de roble. Y con barricas nos referimos a eso: barriles de roble, ningún otro sustituto, que le da al vino un punto de estabilidad que lo hace longevo. De modo que al elegir este tipo de vinos hay que estar a encontrar aromas de madera y humo, también frutas maduras, mientras que al paladar se comporta como un vino con cuerpo y cierto trazo de taninos que se perciben en las encías. Así son: Argento Reserva Malbec (2013, $165), Norton DOC Malbec (2013, $120), Famiglia Bianchi Malbec (2014, $190), Salentein Reserve Malbec (2014, $205) y Fin del Mundo Reserva Malbec (2013, $206).

Gran Reserva

La legislación argentina, a tono con la internacional, sostiene que un vino Gran Reserva es aquel que tuvo una crianza no menor a 24 meses en barricas. Es decir, todo lo que se cumple para un reserva, pero con l doble de tiempo. Lo que en el fondo se traduce en vinos de mayor porte: además de cuerpo y volumen, aportan una sensación carnosa al paladar, con alto impacto y peso. Son, por así decirlo, los tintos grandes de la góndola. Y por supuesto, los más caros también. Para conseguir esa talla en general se los cosecha muy maduros, por lo que los alcoholes superan los 14.5 y trepan por arriba de los 15. Ese punto, al mismo tiempo, se traduce en menos frescura. Así son, por ejemplo, estos Malbec. Buenos ejemplos, son DV Catena Malbec-Malbec (2012, $479), HD Gran Reserva (2010, $562), Altocedro Gran Reserva (2014, $760), Trapiche Gran Medalla Malbec (2012, $590) y Escorihuela Gran Reserva Malbec (2014, $352).

También burbujas
Contra todo lo pensable, también hay buenas burbujas elaboradas con Malbec. Es que la variedad es francamente maleable. De modo que a contar de vinos blancos y rosados de Malbec, hay en la góndola local algunas burbujas. A diferencia de los Pinot Noir, ofrecen un paladar más voluminoso y con aromas claramente frutales. Así son, por ejemplo, Navarro Correas Brut Rosé ($130) y Trumpeter Rosé de Malbec ($299).
Elegir Malbec
Incluso blancos

En la búsqueda por renovar el Malbec, las bodegas incluso exploran el terreno de los blancos. Es decir, vinos tranquilos elaborados con uvas tintas a las que no se las macera en absoluto. El resultado son blancos raros: con textura tersa, frescura moderada y aromas de variedades tintas, son muy gratos de beber, al mismo tiempo que exóticos. Como para conseguirlos la madurez se adelanta, el tenor etílico es menor a los 13.5 de los varietales. Y al mismo tiempo, ofrecen mayor acidez que los tintos, aunque un poco menos que los blancos clásicos. Así es, por ejemplo, Vicentín Blanc de Malbec 2015 ($150).

Tardíos

Son comunes los blancos de uvas tardías, que tienen color dorado y sabor exótico. Sin embargo, en la búsqueda de descubrirle aristas al Malbec, también las bodegas locales experimentaron con tardías de la variedad. No son muchos, es verdad, pero los pocos que hay bien valen una copa, al menos para saciar la curiosidad vínica. Son dulces, ampulosos y de boca amplia y carnosa. Buenos ejemplos resultan Graffigna Malbec Tardío (S/D) y Ciclos Tardío de Malbec ($160).

Fortificados

Los oportos son famosos porque son golosinas de fuego. Es decir, tintos dulces y potentes, con un kick etílico elevado. Precisamente se los consigue frenando la fermentación del vino con el agregado de grapa o aguardiente de vino. Por lo que los tintos terminan dulces y, al mismo tiempo, potentes y briosos. Suelen envejecer muy bien, porque la crianza también los engalana. Buenos ejemplos son: Malamado ($176) y Trapiche Fond de Cave Reserva Encabezado de Malbec ($160).

La variable origen

Todos los estilos mencionados están atravesados, al mismo tiempo, por una variable definitiva: el origen de la uva. Así, zonas frías y de altura, como el Valle de Uco –Tunuyán, San Carlos, Tupungato– ofrecen siempre perfiles de frescura elevada e intensidad de taninos y cuerpo firme. Mientras que aquellos de zonas más cálidas, como Luján de Cuyo y los Valles Calchaquíes, aportan un paladar goloso, de taninos mullidos y sabor maduro. Hay algunos raros, sin embargo, que ofrecen un perfil de textura muy distinta. Son aquellos que combinan zonas frías con suelos calcáreos, hasta donde explica la teoría. Esos son los que tienen una característica textura de tiza: la misma grata sequedad de paladar que deja borrar un pizarrón. Hoy, un grato puñado en la góndola.

Una versión de esta nota fue publicada en agosto en La Voz del Interior.