La vendimia 2017 ya tiene un pronóstico más claro: el viernes 3 de marzo el Instituto Nacional de Vitivinicultura lanzó su segunda estimación numérica. Para el consumidor de a pie, ese parte es poco útil, porque está enfocado en la cantidad. Pero para la industria, la estimación del órgano oficial es un dato clave: de lo que diga, y de que sea creíble, dependerá en buena medida el precio de la uva o, para ser más precisos, las variables que lo afecten en las negociaciones por el precio.
La buena noticia para el sector, es que el INV, en línea con lo que había estimado en diciembre, pronosticó una vendimia superior a 2016 –que fue fría y magra en kilos– pero no mayor a otros ciclos. Para toda la Argentina será de casi 18,7 millones de quintales, 1,5 millones más que en 2016, cerca de un 8% más, pero lejos de los 27 millones de 2013, un año considera clásico en volumen y cantidad.
Con una salvedad importante: para Mendoza, que fue la gran perdedora en 2016, el repunte es más alto: casi un 22% más.
Más allá de los números
Los trascendidos del negocio refrendan esta idea. En particular para la provincia cuyana, pulmón del vino Argentino. José Galante, jefe de enología de Bodega Salentein, lo dice a su manera “en Malbec la calidad es buena, el color y los ph –se lee pehache–, pero la cantidad es baja: hubo mal cuaje en primavera y la cantidad de racimos por planta es irregular”, sostiene. Su visión no discrepa de una mayoría, que observa las plantas de Malbec y hace cuentas sobre el precio.
Pero la cantidad no es lo único que importa. En materia de calidad, Pablo Richardi, enólogo de Flechas de Los Andes, con base en Valle de Uco, sostiene que “este año es excepcionalmente bueno, así como 2016 será recordado por frío, este es cálido, como suelen ser los años clásicos en Mendoza”. En ese sentido, Galante incluso estima que vivimos una vendimia similar a 2013, una de las últimas regulares hasta el cimbronazo del Niño que produjo un año tan frío como 2016.
“Algunos agrónomos –explica Galante– asocian el mal cuaje de este año con el enero frío del pasado. Fue ahí donde se formaron las yemas que la primavera siguiente, presionados por el zonda y las heladas, produjeron el corrimiento.” Corrimiento: con ese nombre se conoce a efecto del mal cuaje de las flores que afecta mucho en materia de rendimiento, ya que en un mismo racimo hay granos maduros y granos verdes, pequeñitos, abortados al inicio.
Esa situación relativamente anormal para Malbec, sin embargo, no se experimenta ni en Patagonia ni en el NOA. Con matices, claramente.
¿Qué esperar de la vendimia?
Alejandro Vigil, jefe de enología de bodega Catena Zapata, en Mendoza, está entusiasmado. “Me hace acordar mucho a la cosecha 2003 y 2006, aunque este año tuvimos una primavera más fría y eso cambia todo. En cuanto a los vinos, percibimos muchísima calidad, en particular para Valle de Uco. Estamos frente a una gran cosecha,” explica.
Sebatián Zuccardi, enólogo de Familia Zuccardi, razona en la misma línea. “Venimos de tres cosechas diferentes a lo que era Mendoza: más lluvia, más frescas y en otro plan de vinos. La 2017 es una cosecha más parecida a lo que estamos acostumbrados: mucho sol, más calor, más típica a otras añadas. Veo la uva muy sana. En niveles de azúcar tiende a ser más parecida a las 2012 y 2013,” sentencia.
Desde el Cafayate, José Luis Mounier, hombre clave de Finca Quara y Tukma y con muchas vendimias a cuestas, cree que esta “se parece a la 2014 acá en el norte: más clásica, aunque con matices diferenciadores. Creo que lo más importante en el valle es que hay toda una serie de nuevos viñedos que entran en producción y traerán aire fresco. Ahora bien, el Torrontés, que aún no cosechamos, se perfila cualitativamente muy bien”.
Patagonia, en cambio, viene de varias cosechas dentro del promedio y este año ha sido diferente. Leonardo Puppato, enólogo de Familia Schroeder, explica que “por los calores de diciembre y enero estamos adelantados casi 20 días respecto a otros años.
Estamos a comienzos de marzo y ya empezamos a cosechar Cabernet Sauvignon. Lo curioso, y es lo que hablamos con los colegas del valle, es que la madurez está completa, con niveles de color y ph –es decir, niveles de frescura– muy superiores a otros años. Aún no tenemos claro por qué”.
En todo caso, más allá de los números crecientes en cantidad, este año está aún verde para hacer una evaluación de los vinos. Una cosa parece clara, sin embargo: si no bajan las temperaturas, la 2017 será la antítesis de la 2016.