mundo del vino

Así es el nuevo TEG del vino

El mundo del vino cambió geopolíticamente. Hay nuevas potencias y viejos competidores. Argentina juega sus fichas con un objetivo claro: ganar mercados. ¿Qué hay que saber?

Notas de vinos

China ataca Kamchatka: la jugada más famosa del TEG, es también una buena metáfora para explicar lo que sucede hoy a nivel global con el mercado del vino. Porque en los últimos veinte años el mapa del comercio de vinos sufrió una alteración importante  y de largo plazo, incluyendo a territorios impensados en la contienda, que modificarán el mapa mundial del gusto en el largo plazo.

Pongamos algunos ejemplos. Estados Unidos, país cervecero por excelencia, es hoy el principal importador de vinos del mundo –cuando es productor, también– mientras que inversionistas chinos ya son dueños de más de cien chateaux franceses para hacerse con el prestigio de sus vinos. O bien, clásicos del consumo mundial de vinos, como España, se desplomaron a punto tal que pusieron en riesgo su industria y hoy el vino español debe exportarse porque, amargo destino, los jóvenes peninsulares se volcaron a la cerveza y al gin-tonic.

Nada de esto era del todo previsible hace unas décadas. O si. Porque las tendencias de largo plazo en el vino se cumplieron con acertada precisión.
Y así, mientras que el mapa del mundo se redefine en la timba del negocio, como en el tablero del TEG se hace con dados, el vino argentino tiene que salir a competir a un mercado global en plena redefinición que, de paso, redefine sus parámetros.

Los nuevos mercados
Si uno pone en su cabeza el negocio del vino, lo primero que piensa es que Europa es el gran consumidor. Y no se equivoca, solo que en los últimos años algunos jugadores cobraron nuevo peso, como Estados Unidos, China y, para la Argentina especialmente, Brasil y LATAM en general.

Desde 2012, el Estados Unidos es el principal comprador de vinos del mundo medido en valor. En 2014, sin ir más lejos, compraron vinos del mundo por 3900 millones de Euros. Medido en volumen, sin embargo, está detrás de Alemania y de Inglaterra, que importan cada uno, 1500 y 1300 millones de litros. El dato es significativo, porque acompaña una tendencia mundial hacia vinos de mayor precio. En la misma línea, Rusia ocupa el cuarto lugar.

Pero Estados Unidos no es el único mercado emergente interesante para el vino. China, por su parte, supone un cable a tierra para los productores de vino, especialmente franceses, que encuentra en los millones de millonarios chinos un desemboque en precio para sus excedentes. Así, agradecen que el gigante asiático haya despertado al vino con la década de 2000, como parte de una política de largo alcance en la que los gobernantes buscan reemplazar los alcoholes de granos por alcoholes de fruta, porque sí no distorsionan el precio de los alimentos básicos mientras controlan el alcoholismo creciente. Y el despertar se dio a pasos agigantados: en 2013 China consumió casi 1700 millones de litros de vinos, de los que importa casi un cuarto en vinos de alta y mediana gama y el resto lo produjo en sus provincias del norte.

Más cerca de Argentina, México y Brasil ganan espacio. Principalmente este último, que además de socio estratégico de Argentina en el Mercosur se convirtió en los últimos años en un mercado demandante de buenos vinos del mundo. Atractivo, de hecho, para todos los productores, su reciente devaluación cambia la coyuntura pero no el proceso de largo plazo.

Viejos y nuevos consumidores
En términos generales, los viejos países productores de vino experimentan una caída sostenida en sus mercados. Francia, Italia y España, otrora grandes consumidores, vieron adelgazar sus mercados con los cambios de estilo de vida que trajo aparejados el fin del siglo XX y comienzos del XXI: los jóvenes  ya no beben vino como sus abuelos, sino que la cerveza y otras bebidas desplazar al clásico alimento mediterráneo. Datos de Euromonitor para el período 2003-2013 incidan que el consumo de vino en Francia se contrajo de 45 litros a 38 litros per cápita. Lo mismo sucede en Italia, en donde se pasó de 50 a 36 litros y en España, de 31 litros a 19 litros por habitante.

Con ese esquema, la única realidad que puede salvar a los viejos países productores es que los países emergentes, con sus poblaciones grandes y con entusiasmo creciente, se conviertan al vino lo más rápido posible. Algo de eso está sucediendo como contamos líneas más arriba. Pero en la competencia por los nuevos mercados, también los nuevos productores como Sudáfrica, Australia y Chile tienen buen predicamento. La diferencia, en cualquier caso, la hacen las bodegas que por prestigio e historia, tienen marcas globales, o aquellos gobiernos que tienen buenos acuerdos comerciales entre partes.

Entre esos nuevos fenómenos de demanda y oferta, el mapa del vino se está reconfigurando profundamente. Tanto desde el punto de vista de los productores como de los consumidores.

Los nuevos productores
Así como puede resultar llamativo que Nueva Zelanda sea un productor de vinos con estrella ascendente, en el TEG del vino hay otros productores igualmente curiosos. Uno de ellos es la misma China. A contar de 2000 el gigante asiático lleva plantados una cantidad equivalente a toda la Argentina vitivinícola, que acumulado a lo que ya estaba, suman 570 mil hectáreas de viña. Con un dato que hay que agendar: se espera que para 2020 produzcan más vino que Francia o España. El foco está puesto en la elaboración de alcoholes accesibles para su población. Y para eso empezaron a invertir fuerte en la industria del vino europea. Se sabe: para copiar y hacerlo más barato, nadie como los chinos.

Brasil es otro jugador con peso propio en materia de espumantes, con sus bodegas de Bento Gonçalves. Mientras que India, por seguir con los países del Bric, así como produce más películas que Hollywood, lleva plantados una cantidad de viñedos equivalente a su escala con foco en la producción de uvas para consumo en fresco, y en menor medida vinos para la exportación, todo en torno a la megalópolis de Bombay.

De forma que el mapa hasta ayer conocido del vino mundial sufre a la fecha grandes modificaciones. Suerte que los kamchatquíes son un pueblo de ficción. Porque el viejo grito de guerra China ataca Kamchatka, al menos en materia de vinos, está a punto de tener un tinto desenlace a favor del gigante.

Joaquín Hidalgo

Una versión más extensa de esta nota fue publicada en revista Playboy de Julio de 2015.

Autor

  • Joaquín Hidalgo

    Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).

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