Argentina es el país de Malbec. Y eso distorsiona la mirada respecto al resto del mundo, donde el Cabernet Sauvignon ejerce un largo reinado desde su aparición, allá por el siglo XVII, hasta convertirse en la tinta más plantada del mundo, con 300 mil hectáreas. En Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Chile: la cepa que encabeza los listados de vinos prestigiosos y es también la que ha conquistado el paladar cosmopolita.

No le faltan razones. Es la columna vertebral de los grandes vinos de Burdeos que, en los últimos 300 años, llevan la voz cantante sobre lo que está bien y lo que está mal en materia de vinos de alcurnia. También, debido a su abolengo, resulta la variedad tinta que primero se planta en cualquier sitio, lo que ha llevado a cultivarla en cada rincón del globo donde el clima lo permita. Y eso le da una alta performance que en Argentina –no podía ser de otra manera- tiene su bemol.

Según cifras del Observatorio Vitivinícola, en nuestro país ocupa el tercer lugar, con unas 15.737 hectáreas de Cabernet, dos mil menos que en 2008, ultimo año en que se registró un crecimiento en la superficie. De esas, el grueso está en Mendoza, con dos departamentos concentrando la mayoría: Maipú y Luján de Cuyo. Juntos forman la cuna histórica del Cabernet argentino. Especialmente Maipú, a unos 800 metros sobre el nivel del mar, donde la localidad de Cruz de Piedra ofrece los más completos y clásicos ejemplares locales, con aromas frutales y especiados, boca potente y de acidez moderada.

Cómo es el Cabernet Sauvignon

Sin embargo, el mundo del Cabernet Sauvignon es más amplio que una localidad mendocina. Y así como los bordeleses son frutados y de buena frescura, también hoy otros horizontes de sabor: están los expectorantes y vegetales, como ocurre en Chile o Australia; y los que proponen un matiz de morrón ahumado, con mucho cuerpo, como sucede en Salta.

Cabernet de extremos
Mientras que los números de hectáreas son decrecientes a nivel país, Salta ofrece un panorama diferente. Allá el Cabernet Sauvignon crece. Y desde 2008 a la fecha haya incorporado unas 60 hectáreas y sobre un total de 496 que hay a la fecha. La razón para un salto positivo es una sola: allá en el norte los Cabernet son diferentes a todo lo que se produce en el resto del mundo. Pican entre el morrón asado y las especias, con intensidad alta, y son de paladar potente en sabor y al mismo tiempo ofrece taninos redondos en la juventud. Domingo Molina (2011, $210) y Serie Finca Notables (2012, $240), en la alta gama, y en precios más accesibles Cafayate Gran Linaje (2012, $120) y Don David Reserva (2012, $107).

En la otra punta del país, en la Patagonia, la variedad no ha modificado sus hectáreas en una década: Río Negro y Neuquén suman 366. En el límite climático para la variedad, los años en que los otoños son largos madura especialmente bien y da pie a vinos excelentes, como promete este 2015. También extremos, el truco con el Cabernet patagónico está en sus aromas de frutos rojos bien definidos, en su elevada frescura y estructura tánica que demanda tiempo de crianza en botella. Buenos ejemplos son FIN (2007, $360), Canale Íntimo (2012, $93), Secreto Patagónico Roble (2012, $132) y Primogénito (2010, $150).

A esta legión de Cabernets extremos se suma una más. Los que provienen del Valle de Uco. Como la región es relativamente nueva, ahí los viñedos son crecientes hasta 2008, cuando se amesetan en torno a las 2250 hectáreas. El asunto con el valle es su eclecticismo. En el límite para su cultivo, en Tupuntato se encuentran raros y ricos ejemplares frutados y jugosos, con buen cuerpo e intensidad, como Zorzal Terroir Único (2011, $98), Sophenia Reserve (2011, $160) y una rara perlita llamado Calathus (2010, $s/d). En Tunuyán, hacia la zona de Vista Flores y Altamira, funciona mejor, y dan buena cuenta de ello Ópalo (2010, $145) y Piedra Negra (2012, $130), vinos frutados, algo apretados y de boca jugosa.

Cabernet clásicos
Entre los productores de Maipú y Luján de Cuyo, que ofrecen un perfil más atemperado, menos expresivo, pero más complejo en materia de Cabernet Sauvignon, hay tres lugares que merecen especial atención. Uno es Agrelo, que este año sufrió un poco y no promete grandes ejemplares, pero de donde vienen Cabernet complejos y de taninos finos y redondos, como Sottano Reserva (2009, $250) y Pulenta Estate (2012, $250). El otro es Cruz de Piedra y Lunlunta (están pegados), intensos y especiados, de donde nacen La Mascota (2011, $150) y Saint Felicien (2012, $225). Y Perdriel, cuyos ejemplares austeros de paladar e intensos en aroma y sabor, son memorables, como Perdriel (2012, $133) y Marchiori Barraud (2012, $120).

La yapa final es para San Rafael, zona clásica a su manera, donde el Cabernet obra milagros no siempre reconocidos. A la misma altura que Maipú –los famosos 800 metros-, con suelos profundos como los de Agrelo y otros cortos y pedregosos como los de Perdriel, aquí se encuentran los mismos perfiles de vino. Combinados, dan origen a vinos de elegancia, como Quinta Generación (2010, $153) y Bianchi Particular (2009, $285).