En Neuquén todo lo que se refiere al vino tiene olor a nuevo. Con 15 años de vida desde que se plantó la primera vid, es una de las provincias vitivinícolas más jóvenes de la Argentina y también una de las más interesantes por cómo se constituye el polo vitivinícola. A sólo 50 minutos de la capital neuquina, San Patricio del Chañar ofrece una visión clara de cómo el hombre transformó un desierto –que en otro tiempo fue cuna de dinosaurios– en verdes y geométricos viñedos comprendidos entre las bardas del río Neuquén.
Marcado por el lecho del río, el suelo San Patricio del Chañar tiene dos vertientes claras: la barda y el valle, de dos orígenes y materiales diferentes, uno liviano y el otro pesado. Que, sumados a la amplitud térmica y el viento dominante, que aporta sanidad a las uvas, le confiere a sus vinos características únicas: intensidad, color y cuerpo en tintos, frescura y expresión aromática en blancos.
Emblema de los vinos patagónicos, destaca el Pinot Noir en primer término, seguido de Malbec y Merlot en tintas, a las que se suman las nuevas apuestas por Syrah y Cabernet Franc. En blancas, Sauvignon Blanc, Torrontés y Chardonnay.
El principal atractivo de San Patricio, sin embargo, es que ofrece una postal nueva del vino argentino. Moderno en su concepción, el riego, la tecnología de bodegas y hasta el turismo con sus paseos y restaurantes forman el ABC de lo que significa elaborar vinos hoy en Argentina. Si pensás viajar a Neuquén por vacaciones o trabajo, se impone una parada en San Patricio: las bodegas están cerca y además ofrecen buenos paseos. Tomá nota:
Del Fin del Mundo. La más grande de la región es también la bodega más completa en términos de tecnología. Ofrece visitas guiadas en los horarios de trabajo de la casa, cuyo principal atractivo es que en parte del recorrido transitás una pasarela aérea: desde ahí arriba se aprecia la magnitud de la bodega, cientos de tanques de acero inoxidable para fermentación y el trabajo cotidiano de acomodar barricas y embotellar vinos. Destaca especialmente la sala de barricas de roble, por su escala. Cuenta con un tasting bar, en donde se realizan las degustaciones para el público al finalizar la visita. La recorrida tiene un costo de $ 30 por persona que se bonifica en las compras de cualquier vino. También, si se visita la Bodega NQN en el mismo día, que pertenece al grupo inversor.
Más info: [email protected] / www.bodegadelfindelmundo.com
NQN: La casa de imponente arquitectura, cuya vista domina la ruta, ofrece buenas visitas guiadas. Destaca especialmente la concepción de los espacios, modernos y amplios como un loft, con galerías aéreas y pasillos amplios de hormigón y su sala de degustación, entre las barricas. Uno de los puntos fuertes, sin embargo, no es la bodega. Se trata de Malma Resto-Bar, dirigido por el chef Pablo Buzzo. Con carne vacuna de primera –solo genética de exportación–es recomendable también probar el salmón.
Mientras que el restaurante abre todos los días, la bodega sólo lo hace de martes a domingo de 10:00 a 16:30 horas, preferentemente con reservas para grupos de hasta 15 personas. La entrada es arancelada y se bonifica con la compra de algún producto
Más info: [email protected] / www.bodeganqn.com.ar
Familia Schroeder. Esta casa ofrece dos cosas muy distintas. Una, que fue construida sobre la barda, como se conoce en el sur a las laderas de los ríos. Aprovechando la gravedad, la bodega mueve sus vinos de arriba hacia abajo por cinco niveles, y el recorrido del viajero copia el camino del vino. La otra curiosidad se encuentra en el último nivel, cruzando la sala de barricas: en una cámara abovedada, exhiben los restos de un dinosaurio de 75 millones de años encontrado durante la construcción de la bodega, a quien homenajea la marca Saurus. Con el mismo nombre, el restaurante es otro high ligth de la visita, una vista panorámica de los viñedos. A cargo del cocinero Sebastián Grimaldi, proponen platos gourmet con ingredientes típicos de la zona, como cordero patagónico arrollado relleno con ciruelas confitadas: imperdible. El recorrido de la bodega incluye degustación y tiene un costo $30 por persona, bonificado si se compra algún producto. En época de vendimia, la casa ofrece un programa en donde invita a cosechar la uva.
Más info: [email protected] / www.familiaschroeder.com
Secreto Patagónico. Situada en uno de los sectores más alto de la zona, casi sobre la barda, tiene una de las vistas más impresionantes del valle, sus alamedas, frutales y del desierto, al otro lado. Precisamente esa es la invitación de la bodega, recorrer sus viñedos y de vuelta a la bodega conocer el proceso de elaboración de los vinos Mantra. La bodega está abierta al público de lunes a sábados para visitas guiadas gratuitas pero con reserva. También invitan a degustaciones de todos sus productos.
Más info: [email protected] / www.secretopatagonico.com
Bodega Patritti. Metros antes de la llegada llama la atención el techo de la bodega. Es una gran ondulación blanca que semeja una ola, un homenaje arquitectónico al pasado oceánico de la zona, cuando antes del desierto actual convertido en valle y hoy en viñedos, era un inmenso mar. Lo interesante de la visita está en la tecnología aplicada: tanques de acero inoxidable que tienen una forma troncocónica, empleado para los vinos de alta gama, ya que permiten que el sombrero de hollejos no se atasque y se obtienen mejores maceraciones y remontajes. La bodega está abierta al público, pero todavía no tiene visitas guiadas.
Más info: www.bodegaspatritti.com.ar
Una yapa necesaria: dónde comer en Neuquén
Si por la noche aún hay energía, existe un lugar perfecto para comer: La Toscana. Llevado adelante por los hermanos Couly, el protagonista es un inmenso horno de barro de donde salen platos simples plagados de detalles increíbles como unos spätzle con langostinos. El sabor de la pasta terminada el horno la vuelve aromática y crujiente. Con el foco puesto en la materia prima, una creativa presentación y una cocina sencilla, cautivan con sus platos. Tiene una carta de vinos con más de 200 etiquetas a precios súper razonables. Además, todos los platos principales incluyen una entrada a elección sin costo.
La verdadera curiosidad, sin embargo, son los quesos de autor, creados Mauricio Couly a partir de leche de vacas, ovejas y cabras de su chacra. Y la tabla de quesos que sirven en La Toscana no se prueba en ningún otro restaurante del país.
Foto gentileza: Sara Matthews