Los tomaba tu abuelo, después tu viejo con tus tíos y hoy, cada tanto, descorchás una de esas botellas con tus amigos, más como una curiosidad vintage por descubrir que en plan bebemos un gran vino. Creados a imagen y semejanza del consumidor local de otro tiempo, estos vinos fueron pensados para la mesa de Doña Petrona y ofrecen un paladar exótico hoy. Indemnes al paso del tiempo, sin embargo, etiquetas como Carcassonne, Pont L’Eveque o Bianchi Borgoña pelean la góndola con una receta que hoy muchas bodegas buscan como nuevo estilo: austeridad, bajo alcohol y textura dócil, aunque también algún dejo vinoso que da carisma.
Por eso es interesante volver a probarlos. Para comprobar la evolución de los vinos y el paladar local y entender, también, que otros gustos son posibles en el mundo del vino. El resultado puede ser renovador e incluso seductor, por los mismos motivos que tus padres y abuelos los elegían a diario.
Caracassonne (2012, $25). Como le gusta decir a sus productores se trata del “clásico vino fino tinto argentino”. Y no es capricho, sino que según documentación de la bodega su composición responde a la favorita de los argentinos desde principios del siglo XX: 55% Cabernet Sauvignon y 45% Malbec. Sus aromas, vinosos y de frutos maduros, anticipan su paladar cálido pero a la vez ligero. Es un vino en cierto punto rústico, el más punk de los clásicos, de esos que mejoran con hielo o un poco de soda. Vale la pena descorcharlo en la previa de un asado al pie de la parrilla para acompañar una picada o las primeras achuras.
Pont L´Eveque Sangiovese (2013, $30). Con ustedes un vino con una historia imperdible. Más allá de tratarse de una de las etiquetas más longevas del país se trató del vino preferido del General Perón. Según se cuenta, en 1936 lo probó de la mano de Don Miguel Escorihuela, su creador, y jamás cambió su preferencia. Hoy su versión original sería una especie de vino hipster: blend de Malbec-Syrah-Barbera y en botella tipo Borgoña. Pero Pont L´Eveque hace unos años aggiornó su imagen y hoy ofrece varietales. Entre ellos el Sangiovese es el que más recuerda a su estilo histórico. Delgado, de aromas balsámicos y de frutos maduros con dejos de membrillo se acerca bastante al que descorchaba el General. Además su precio es ideal para reuniones numerosas. ¿Maridaje? Choripán.
Bianchi Borgoña (2014, $31). Este blend de Bonarda, Syrah, Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon es uno de los pilares de la gran bodega de San Rafael, al sur de Mendoza. Desde hace sesenta años su vigencia en el mercado es a prueba de tendencias. Hablamos del Borgoña de siempre, ligero y frutal con medio paladar suelto y vinoso. Hay que apuntar, sin embargo, que las últimas cosechas llegan con algo más de cuerpo y volumen de paladar, en sintonía con las exigencias de un consumidor actual. Un tinto versátil, que acompaña desde milanesas y churrascos a la plancha hasta pastas con tuco.
Norton Clásico (2013, $36). Enlistado entre los tintos que siempre cumplen y gustan en los asados concurridos, también funciona en la intimidad del hogar con unas empanadas o un pollo al horno con papas. Corte tradicional de Cabernet Sauvignon, Malbec y Merlot, desde hace unos años saca provecho de una marcada frescura y estructura liviana. Entre los tintos más descorchados del país, se bebe fácil por su sencillez y austeridad.
Marcus Merlot (2013, $50). Antes de la fiebre de los varietales esta marca de Humberto Canale fue sinónimo de Merlot. Luego, con la aparición de muchos otros, se convirtió en el favorito de los fundamentalistas del varietal. Sucede que este tinto siempre fue diferente al resto y hoy sigue en la misma línea. Gran caudal de aromas que recuerdan a los frutos negros y las bayas, paladar amplio y jugoso pero de buena frescura y final largo. Una opción perfecta para renovar el gusto de vez en cuando.
López Malbec (2011, $50). Para muchos hablar de vinos clásicos y tradición en Argentina es referirse a Bodegas López. Con ciento diecisiete años de historia, esta bodega de Maipú se mantiene fiel al estilo –el estilo López- que la convirtió en favorita de generaciones. La clave son sus toneles de roble con capacidad hasta 20.000 litros, algo único en el país a la fecha. Para los más veteranos esta etiqueta sigue siendo Selección López, aunque haya cambiado ya a López a secas. Sus aromas de frutos maduros, trazos mentolados y crianza lo hacen inconfundible. En paladar llega con algo más de peso que lo habitual, sumado a medio de boca siempre sedoso y con regusto vinoso. Un tinto perfecto para carnes horneadas y o a la cacerola.
San Felipe Cepa Tradicional (2011, $65). Considerado un clásico de culto incluso en su tiempo, resulta el favorito de los quienes gustan tintos ligeros a la europea. Corte mayoritario de Cabernet Sauvignon con toques de Malbec y Merlot, su principal secreto es la crianza de 18 meses en toneles de roble de 10.000 litros. De aromática balsámica y con trazos especiados y de frutas pasa, al paladar sorprende y confunde a muchos con una textura grácil poco habitual entre los tintos locales. Ideal con carnes grilladas, guisos y fiambres.
Clos du Moulin (2012, $67). Bodegas Chandon la hizo crecer a la sombra, aunque no le cortó alas a esta etiqueta, que desde hace cuarenta años llega a diario a cientos de mesas argentinas. Su estilo sutil, hoy buscado por muchos tintos modernos, es el resultado de un curioso corte de Cabernet Sauvignon y Pinot Noir, muy fácil de beber, con paso sedoso y refrescante. Si no lo tenés visto, búscalo; y si hace tiempo no lo probás dale otra oportunidad. Una perlita a prueba de modas.
Caballero de la Cepa Syrah (2012, $78). Si bien sus primeras cosechas, lanzadas al mercado en la década de 1940, eran de un vino de corte de estilo europeo hoy se trata de una línea de varietales frescos y modernos. El Syrah, sin embargo, fue y es la especialidad de Finca Flichman y no falla. Expresivo e intenso ofrece un paladar voluminoso que lo hace versátil en la mesa de todos los días. Sabroso y largo, bien puede acompañarse con carnes, quesos duros y picadas.
Fond de Cave Malbec (2012, $89). Al igual que muchas otras etiquetas, su versión original fue uno de los blend más descorchados en restaurantes y bodegones. Su corte respondía al clásico Malbec-Cabernet-Merlot, pero esta versión ya no está disponible salvo en algunas cavas privadas como reliquias. A pesar de sus más de ochenta años en el mercado, Fond de Cave ofrece una línea de varietales que van desde los jóvenes hasta los reserva y gran reserva. Entre todos estos, el Malbec hace honores a la tradición. Un tinto amable y sabroso que calza perfectamente en el nuevo gusto popular. Su etiqueta aún impone respeto en la mesa.
Alejandro Iglesias