Sofía Maglione sommelier

Sofía Maglione: la sommelier que creó su propio Malbec en una vereda de San Telmo

A los 17 años pensaba en convertirse en actriz, pero cambió el escenario del teatro por el del vino. En Turvina, su bar wine, encontró su propio modo de contar historias: entre copas, amigos y sueños de arte compartidos.

Vinos

Vinos

Armó las valijas al salir de la adolescencia y viajó de La Pampa a Buenos Aires con una idea clara: quería ser publicista. Pero apenas comenzó la carrera, descubrió que ese no era su camino. Probó suerte en la comedia musical, apostando a la pasión de cantar, bailar y actuar, y mientras tanto trabajaba como camarera en el restaurante de su tío. Sin embargo, la vida le tenía preparada otra escena.

Entre ensayos y coreografías, una compañera le habló por primera vez de la carrera de sommelier. Fue el comienzo de una historia que la llevó a enamorarse del vino y a construir su propio escenario: Turvina, un wine bar en el corazón de San Telmo, donde hoy oficia de anfitriona, curadora de etiquetas e impulsora cultural del barrio.

Sofía Maglione.

Del teatro a la sommellerie: el detrás de escena de Sofía Maglione

En 2010, mientras decidía qué podía estudiar, su tío, Diego Sicoli, le pidió que le diera una mano con la apertura de su restaurante Hierbabuena en San Telmo. “Empecé a pintar las paredes, los machimbres e inodoros porque era todo muy a pulmón. Yo atendí a la primera persona que se sentó sin saber absolutamente nada y ahí, en el servicio de gastronomía, hubo algo que me gustó”, contó. 

Si bien en ese momento no veía en la gastronomía su futuro y pasó por diferentes carreras relacionadas con el arte -“Nada me llevaba”, dice-, había algo que persistía, el participar de eventos y servicios: “Me fascinaba, pero en ese momento no me daba cuenta”.

“Me preguntaba: ¿a qué me voy a dedicar? No era por imposición familiar, porque mis papás siempre me apoyaron en mis locuras, sino al ver cómo mis amigos estudiaban una carrera convencional”, explicó Sofía. 

Mientras buscaba algún tipo de respuesta sobre su futuro, apareció una propuesta inesperada de Agustina de Alba: “Me decía Tenés que estudiar para ser sommelier y me ayudó a que me diera cuenta de que el servicio era lo mío”. 

Su primera clase con Luz Rojas le cambió la vida. “Ahí dije: ‘Dios, acabo de encontrar mi carrera y lo que amo’, que es el vino y la gente que está detrás del vino”. 

Con los años y mucha dedicación, Sofía pasó de no tener idea de cómo se abría un vino a abrir las puertas de su propio bar en San Telmo e impulsar la bebida entre los más jóvenes con su programa de streaming. 

“Si las cosas no me divierten, no las hago o las dejo de hacer, pero en el vino encuentro diversión todo el tiempo”, explicó.

Cata a ciegas en Turvina.

Turvina, el lugar de encuentro en San Telmo

Inspirada en sus hermanos y tíos, siempre soñó con tener un bar que sea un lugar de encuentro para aquellos que quieran ensayar una obra de teatro o una coreografía. Según contó, cada vez que ellos terminaban un partido de fútbol, se juntaban a tomar una cervecita. Entonces ella quería eso, pero pensado en torno del arte. 

Abrió el bar en diciembre de 2020, en pandemia. Aunque tuvo que atravesar por un cambio de nombre -antes era Vina- se aferró a Turvina, así, con v, que representa inyectar la energía “santelmista”. 

Es un bar en constante movimiento que genera eventos para que la gente se divierta y busque un refugio no sólo para una copa, sino también para participar por ejemplo de una vendimia en la vereda: a fines de febrero pasado, sobre la Avenida Caseros al 474, Sofía y su equipo de Turvina sacaron todos los elementos para empezar a vinificar a la calle. 

Con la ayuda de Martín Abenel, creador de Santé Vins, un proyecto vitivinícola ubicado a 20 kilómetros de Bahía Blanca y de baja intervención enológica, los amigos, clientes y vecinos vivieron la experiencia de hacer un vino, desde despalillar los racimos de uvas hasta dejar el mosto en el tanque de fermentación.

En los últimos días de junio, el vino con uvas Malbec fue prensado y embotellado, y así nació “El primer Malbec de vereda”. “Abrí una botella y la verdad es que está espectacular”, definió la docente de CAVE y La Escuelita.

Más allá del vino con uvas de la localidad bonaerense de Pringles, la sommelier busca impulsar al barrio con propuestas que incluyen arte, música y rica comida. Por ejemplo, es parte de “San Telmo Se Copa”, donde 17 bares proponen un recorrido con 100 etiquetas disponibles y refills a $5000.

Además, también se lució en el ciclo “Muy rico todo”, una forma de promocionar su cuadra con precios y platos accesibles.

“San Telmo para mí es mi familia. Mi mamá, mi abuela y mis tíos son del barrio, y si bien nací en La Pampa, este es mi lugar”, aseguró Sofía.

Vendimia en San Telmo.

Las mujeres en el vino argentino

En la última década, las mujeres conquistaron un espacio indiscutible en la industria del vino argentino. Enología, sommellerie, comunicación o gestión: hoy su presencia atraviesa todos los ámbitos, y lo más significativo es que ya no resulta una novedad.

En ese sentido, opinó: “Ya no me sorprende. Es algo natural, un terreno que ganamos y que hoy forma parte del paisaje del vino”.

Ese cambio no fue inmediato ni sencillo. Sofía recordó referentes como Susana Balbo, pionera en romper barreras en la enología argentina, o a las mujeres que hoy lideran la Asociación Argentina de Sommeliers, demostrando que la igualdad también se construye desde los espacios de formación y representación. 

Fue un lugar ganado con mucho esfuerzo y que en algunos espacios todavía cuesta, pero hoy la mujer está muy presente y ayudó a descontracturar la forma de comunicar el vino, a acercarlo más a la gente”, remarcó.

Además de las clases que da, los eventos en Turvina y la energía que irradia en cada copa servida, acaba de sumar un nuevo logro: junto a su amiga Sol Tony presentó el Bonarda 2022 de Dama Juanas, el vino que lanzaron en su programa de streaming WineExplorers

Es una creación que celebra la amistad, la curiosidad y el disfrute, tres pilares que definen su manera de entender el vino. Porque si algo demuestra su historia es que los brindis más auténticos no siempre se hacen por los grandes premios, sino por esos pequeños logros que se festejan de a dos, o con toda la gente en la vereda.

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