El Malbec Mendoza presenta sus nuevos vinos de elegancia universal

Son etiquetas elaboradas a partir de uvas de distintos puntos de la provincia. La mayor parte de estas botellas mezcla frutos de algunos parajes del Valle de Uco con otros de Luján de Cuyo. Y todas redefinen la nueva vida de la cepa emblemática local.

Hubo un tiempo no muy lejano en que, en los restaurantes de Estados Unidos, del Reino Unido y de Canadá, ofrecían un Malbec Mendoza por copa. 

También en las góndolas de los supermercados del mundo campeaba un estilo de vino de Malbec que enamoraba con sus taninos aterciopelados, su paladar ligeramente goloso y de riqueza, con un tono de madera en el fondo. 

Ese Malbec que conquistó las góndolas del mundo tenía un origen y una forma: Mendoza.

Es interesante reparar en el grueso del trazo. Mendoza es como decir Burdeos o Rioja, una generalización muy grande y abarcativa que saca del medio todas las sutilezas de los lugares. 

En la medida en que se achica el foco, se puede hablar de Valle de Uco, de Primera Zona, de lugares más pequeños como Los Chacayes o Las Compuertas. Lo mismo pasa con los otros orígenes del mundo. Claro que para poder saborearlos es necesario conocer las diferencias entre sí.

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Se puede hablar de Valle de Uco, de Primera Zona, de lugares más pequeños como Los Chacayes o Las Compuertas.

Todo este pequeño recorrido es para llegar a este punto: si Mendoza es una generalidad enorme pero orientativa para los consumidores globales, Gualtallary es una peca en un mapa que se le escapa al consumidor, incluso al local. Ahí hay una paradoja que no es simple de resolver.

Volvamos al comienzo. Si cuando Argentina empezó su proceso exportador a lomo del Malbec conquistó los mercados con un paladar universal –la generalidad, paladar goloso– la fuerza centrífuga que le siguió y, que llevó a abrir el abanico hacia cada rincón, coincidió con un aumento de los precios y un moderado parate en las ventas. 

Es decir: una premiumización, que es genial, pero al mismo tiempo un amesetamiento e inclusive una caída en los números. Es verdad, no puede atribuírsele a una la consecuencia de la otra. No obstante, sí hay una correlación temporal. Justo ahí comienzan a campear nuevos vinos.

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Bodega Caro.

Malbec Mendoza, reloaded

Hay una movida estilística, sin embargo, que plantea una vuelta de rosca a este dilema. Son los nuevos Malbec Mendoza. Es decir, vinos que usan uvas de distintos puntos de la provincia –casi todos mezclan algunos parajes del Valle de Uco con otros de Luján de Cuyo– y redefinen el Malbec en pos de una nueva elegancia universal.

Entre los vinos icónicos de esta movida están Cheval des Andes, CARO, Catena Zapata Malbec Argentino y Terrazas de los Andes Grand Malbec, pero están lejos de ser los únicos. 

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Cheval des Andes.

Cada uno a su manera abreva en la tradición local de buscar en Valle de Uco los componentes florales y frutales del Malbec, como la nota de violeta y lavanda, sumada a la ciruela fresca y la mora y una frescura intensa, pero al mismo tiempo los taninos aterciopelados y el volumen de paladar que se encuentra en Luján de Cuyo. 

Tienen una singularidad: no provienen de cualquier viñedo. En cada caso es la combinación de parcelas específicas, es decir, una mixtura de perfiles bien detallados que ensamblan con precisión a la hora de hacer el corte del vino final. Es lo que me gustaría llamar la nueva vida del Malbec Mendoza.

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Catena Zapata.

Fuerzas que se equilibran

Si el proceso de precisión y detalle en la búsqueda de terruños puntuales llevó a descubrir las posibilidades estilísticas del Malbec –por ejemplo, la diferencia entre el Malbec de Paraje Altamira y el Malbec de Las Compuertas–, ese movimiento también permitió comprender qué puede ofrecer cada una de esas distintas uvas a la hora de mezclar Malbec. 

Es decir, sirvió para entender el universo de detalles que puede adicionarse para hacer un Malbec Mendoza, qué posibilidad de explorar y qué vertientes puntuales. 

Si la nueva precisión es hija dilecta del momento centrífugo anterior, los nuevos Malbec Mendoza son un momento centrípeto. En vez de ir hacia afuera, hacia la dispersión, ofrecen un camino hacia el centro, hacia la síntesis. 

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Terrazas de los Andes.

Y los resultados están a la vista: es un reverdecer de los vinos complejos, con capas y capas, donde los detalles surgen de la suma precisa de las partes, porque esas partes ya son conocidas al detalle.

Contrario a la idea de que al mezclar se promedian las calidades, al mezclar calidades conocidas se puede potenciarlas. Eso es lo que imagino que está sucediendo ahora. Y lo que demuestran los nuevos Malbec Mendoza que llegan al mercado.

Por ejemplo, a fin de mayo pasado se presentó la nueva añada de Terrazas de Los Andes Grand Malbec 2021. Es un tinto complejo que combina uvas de Paraje Altamira y Los Chacayes, en Valle de Uco, con Las Compuertas, en Luján de Cuyo. De cada uno de ellos extrae una parte de su estilo. Y el resultado es la suma de las partes para un Malbec Mendoza.

Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).