Justo cuando pensabas que ya habías probado todo, justo que estabas por tirar la toalla en materia de nuevos sabores, justo que no encontrabas un vino que te sorprenda, descubriste una botella de estas rarezas que vienen del norte, como un viento que te despeina el paladar.
Hablamos de una de las líneas menos conocidas de una de las bodegas más famosas. Las raras y deliciosas botellas de El Esteco Partida Limitada: un Chardonnay, un Malbec y un Garnacha que llegan desde los Valles Calchaquíes con estilos nuevos.
Eso se nota ni bien acercás la nariz a la copa. Ahí vibra otro modelo de vinos. Y esa adrenalina por algo desconocido y que te tienta es precisamente lo que convierte a estas pocas botellas en algo deseable.
La razón es muy simple: “Buscamos hacer vinos que nos divierta hacer, que nos desafíen y que nos sorprendan a nosotros como consumidores de vino”, dice Alejandro Pepa, jefe de Enología de Bodega El Esteco, ubicada a las puertas de Cafayate, Salta.
El germen de El Esteco Partida Limitada nació en 2014. Estaban probando los vinos que bajarían a barricas cuando uno de Santa María, al sur del Valle Calchaquí, los dejó mudos. “Hay vinos que te cambian la degustación”, relata Pepa. “Vinos que cuando los probás te dejan inquieto. Eso fue lo que nos pasó con aquel Malbec que hoy ya tenemos identificado como el cuartel 63 de Chañar Punco”, completa.
Por esos años la bodega no tenía un destino para esas rarezas. Pero con la entrada en producción de unos nuevos viñedos se hizo evidente que había que embotellar algunos sabores especiales. Las uvas de La Turbina, en particular.
El Esteco Partida Limitada: los viñedos
el esteco Chañar Punco marcó un punto de inflexión para El Esteco. Plantado a fines de la década de 1990 en el tramo catamarqueño del Valle Calchaquí, la primera vendimia, la 2000, inició una etapa de investigación profunda. Ese viñedo no era fácil de domar.
“Los primeros vinos nos quedaron con 25 gramos de azúcar y no entendíamos por qué”, dice Pepa. Una naturaleza tan extrema como la de Santa María reclamaba nuevas ideas.
Con el tiempo, empezaron a trabajarlo al detalle. “Ahora que la entendemos y que la finca llega a su madurez, como enólogos jugamos a hacer vinos mientras la estudiamos. A 2000 metros sobre el nivel del mar, es un lugar frío y con cierto calor al mediodía, plantado sobre mucha piedra, y el viento es un factor importante”, completa.
Chañar Punco es un viñedo extremo a las afueras de Santa María, Catamarca. Cubre unos 4 kilómetros de frente por unos 500 metros de ancho al pie de la Sierra de Quilmes. Allí tienen plantado principalmente Malbec y Cabernet Sauvignon, algo de Cabernet Franc y Merlot, pero también un parque varietal interesante.
Entre esas rarezas está el Chardonnay y el Malbec, que la bodega luego destina a las Partidas Limitadas.
En Cafayate, Salta, El Esteco tiene algunos viñedos antiguos, que ocupan para sus vinos de líneas, otros nuevos que permiten pensar fuera de la caja. Mientras que el Socorro entra en producción –es una finca camino a Yacochuya que promete una revolución en sabor– el viñedo de La Turbina comienza a dar sus frutos.
El nombre lo toma del hecho de que allí se instaló la primera turbina de generación eléctrica en la región. En el paisaje encajonado del río Chuscha y a 2035 metros sobre el mar, el viñedo es una de las maravillas poco conocidas del valle.
Plantado en terrazas diaguitas sobre granitos puros, con exposición sur, el lugar es tan estrecho que sólo permite usar viñas en gobelet (sin sistema de conducción). “Ahí, plantamos Garnacha para tener un sabor diferente, un vino que le cambie el sabor al sábado”, dice Pepa. “Y también algo de Pinot Noir”.
Las partidas limitadas
Uvas de otro perfil requieren otras técnicas de elaboración. Y desde aquel primer hallazgo en 2014, el equipo de la bodega exploró las posibilidades del Valle Calchaquí con otras técnicas de bodega, empleando levaduras nativas, huevos de hormigón, fermentación con escobajos. El resultado de un puñado de años de investigación son estos vinos El Esteco Partida Limitada.
“Donde más hemos aprendido es en el punto de madurez. Hoy tenemos fruta negra, pero no las sobremaduras de otro tiempo”, dice. El Esteco Partida Limitada Malbec 2019, por ejemplo, emplea uvas de Chañar Punco y se fermenta en huevos de hormigón, donde luego se cría sobre las borras. El resultado es un tinto potente, con energía fresca y fruta roja y negra, lleno de sabor. Sólo 1500 botellas.
En cuanto a El Esteco Partida Limitada Chardonnay 2021, también proviene de Chañar Punco. Nada hay más exótico a esta variedad que ese terroir. Bajo un sol de rayo láser, esta delicada uva de la Borgoña explota en un sentido completamente nuevo. “Lo comparamos asiduamente con Chablis”, dice Pepa, aunque sabe que está a años luz de lo que sucede en Francia.
Fermentado y criado en huevos de hormigón, tiene una caricia de crianza en barrica. El resultado es un blanco vibrante y con mineralidad, de pura frescura. “Es diferente a todo”, remata el enólogo. Son apenas 1500 botellas que hay que buscar para probar.
El Esteco Partida Limitada Garnacha 2021 es, sin embargo, el más novedoso de estos vinos. No sólo por la variedad que está casi inexplorada en Argentina, sino porque bajo el sol Calchaquí y a la altura y la forma en que se la elabora ofrece un vino de otro planeta.
Recuerda a guinda, flores secas y un paladar ágil y de taninos pulidos. Sólo elaboran 700 botellas. Eso es todo lo que puede dar La Turbina desde las terrazas.
Vinos pensados para estimular los sentidos, en los que el equipo de enólogos y agrónomos pone corazón y alma para encontrar los mejores vinos posibles.
“Ese es nuestro espíritu y el que queremos llevar adelante con esta línea”, dice Pepa. Y si de descubrir un espíritu innovador y creativo se trata, anuncia: “Nuestros próximos sueños vienen de dos lugares específicos. En 2023 lanzaremos un Cabernet Franc de Chañar Punco y un Pinot Noir de La Turbina”. Temprano aún para probarlos, pero a juzgar por lo que ya descubrimos, se nos hace agua la boca.