El prestigio de los países productores se cimenta en sus grandes vinos. Así lo demuestra la larga historia de Francia, donde cualquier etiqueta goza del reconocimiento propio del país, construido durante años con un puñado de notables etiquetas. 

Ese es el lugar que ocupa Don Melchor para Chile, buque insignia entre los Cabernet Sauvignon de ese país.

Escaso en Argentina, Don Melchor era una rara joya en algunas colecciones especializadas. 

Pero desde el mes pasado, cuando se destinó una cuota de botellas al mercado argentino, es factible dar con alguna de las cosechas disponibles: 2017 y 2018. Esta última, en particular, varios escalones por encima de las más de 30 vendimias con las que cuenta Don Melchor, ha sido reconocida por la crítica internacional como una de las mejores.

Al frente de esta bodega –desde 2019 también es considerada una casa independiente de la fundadora Concha y Toro– se encuentra Enrique Tirado, un enólogo de larga y nutrida trayectoria en Chile. 

En una conversación vía zoom, el hombre que encarna Don Melchor repasó algunos hitos del vino, como así también realizó un recorrido por el afinamiento y la precisión con la que trabajan.

Don Melchor

Don Melchor: examinando el terroir

Don Melchor proviene de un viñedo especial. Plantado en Puente Alto, Valle del Maipo, en un antiguo fundo hoy lindante con la creciente Santiago, se ha convertido con el tiempo en un paño icónico. 

El viñedo original ha atravesado diversos ajustes hasta su estado actual. “En 2002 realizamos un estudio en profundidad. Fue la tesis doctoral de Pedro Parra –hoy reconocido mundialmente como terroirista– en la que segmentamos el viñedo por tipos de suelo”, explica Tirado. 

Trabajo de avanzada para la época, en esa segmentación buscaban encontrar las parcelas que le permitieran a Don Melchor dar un salto cualitativo. Para entonces, Tirado llevaba cinco años al frente de este vino.

Puente Alto se recuesta sobre una antigua terraza aluvial del río Maipo. Dominado por suelos pobres y pedregosos, la matriz está formada por un suelo franco arenoso y franco arcilloso en gravas, con distribución heterogénea. 

Trazar y administrar las parcelas era un punto importante para ganar precisión en la elaboración del vino. “Con el trabajo concluido fraccionamos las 127 hectáreas en siete cuarteles y 151 parcelas que se transforman, ya elaborados en la bodega, en hasta 75 vinos diferenciados”, grafica el enólogo.

La base es Cabernet Sauvignon, aunque hay unas pocas hectáreas de Petit Verdot, Merlot y Cabernet Franc en la propiedad. Para conservar la identidad del viñedo, en paralelo a la parcelación por suelos hicieron un replantado con la selección masal de Cabernet Sauvignon del mismo viñedo. 

“Buscábamos garantizar la identidad del vino al máximo posible, reproduciendo nuestra genética”, describe Tirado.

Con ese background, el vino que nació en la vendimia 1987 llegó a la 2017 con un viñedo cuyo manejo preciso y detallado le permite al equipo técnico de Don Melchor hilar fino. 

Lo que no cambió a lo largo de los años fue la visión del vino. Dice Tirado al respecto: “Lejos de las modas, Don Melchor se elabora desde el primer día como la mejor expresión del viñedo de Puente Alto”.

Don Melchor

La elaboración

Una de las curiosidades de Don Melchor es que el corte se elabora, a partir del primer ejemplar de 1987, con la asesoría del bordelés Jaques Boissenot –discípulo del eminente Emil Peynaud– y, desde que falleció en 2017, la posta la tomó su hijo Eric. 

“Es un lindo proceso”, describe Tirado. “Embotello todos los componentes del año, además de las prensas, y viajo a Burdeos: para el 2018, por ejemplo, llevé 181 muestras. Es toda una semana en la que me dedico sólo al corte de Don Melchor, a pulirlo y poner foco en la mezcla final”.

Primero realizan el corte base de los vinos gota; luego trabajan con las prensas, y al cabo realizan la mezcla que llegará al público. 

“Suele suceder que entre todas las muestras y ensayos hay una en la que todo vibra bien, que ofrece una distinción singular. Algo que da gusto y tiene una energía especial. Esa es la que termina siendo Don Melchor”, explica.

Como pasa con todos los grandes vinos de terroir, la añada es un factor determinante. No para el estilo, pero sí para los matices. “Personalmente busco la madurez ideal cada año, lo que hace que exprese cosas diferentes”, dice Tirado.

Si en 2001 hicieron el click mental que los llevó a pulir el viñedo, 2010 fue el año en que todos esos ajustes repercutieron en el vino. 

Entre 2012 y 2014 llevaron la potencia natural del terroir hacia un trazo más elegante y desde entonces, con cada añada, ha ganado el plus de carácter que aporta la marcha climática.

“La añada 2017 fue caliente en todo Chile”, explica Tirado. “Y eso el vino lo refleja: está un poco más definida por la concentración, con materia y ciertas texturas, pero austero en sentido de expresión. El vino describe una cosecha en la que hubo picos de temperaturas”, describe.

Respecto a la 2018, definida por todos los críticos y enólogos como una añada de libro para Chile, con una marcha climática ideal y lenta madurez, Tirado apunta: “Nos dio un vino transparente, con energía y balance, lleno de matices. Me recuerda al 2010, 2001, por cómo expresan ese equilibrio de la misma manera”.

Con más de 30 vendimias en la calle, Don Melchor se ha convertido en un vino ícono. No sólo por la propuesta de estilo y terroir, sino también como un hito en la forma de trabajar para conseguir grandes vinos en el Nuevo Mundo. Ahora nada más resta buscar una de las pocas botellas y probarlas.

Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).