
El cine y la literatura se encargaron de dotar al whisky de cierta oscuridad. Quién no recuerda a Jack Torrance, protagonista de The Shinning, quien al abrigo de “una botella de bourbon, un vaso y hielo” le confesaba al bartender cómo había maltratado a su pequeño hijo.
Pero eso es cine y literatura. En la vida real el whisky es otra cosa. Y es hora de otorgar a este destilado un carácter más alegre, menos reflexivo y oscuro. Porque el whisky es más de lo que nos contaron los libros y la pantalla grande. Por eso es que hoy se lo bebe en entornos festivos y nuevos bares especializados proponen a los más jóvenes disfrutar del whisky en diversas versiones.
Whisky highball time
“La imagen de beber solo, en el living de tu casa es algo del pasado. Hoy en día el whisky se puede beber en cualquier momento del día, con amigos, en familia, como uno lo desee, y eso hace que cada vez más gente joven se acerque a él”, señala Agustín Giuliani, Brand Ambassador de Chivas Regal.
Las marcas hicieron un arduo trabajo para generar ese acercamiento. Johnnie Walker, por ejemplo, lanzó una campaña a nivel mundial para instaurar el consumo de whisky en tragos tipo highball, es decir, aquellos que combinan una espirituosa con un mixer (soda, gaseosa, agua tónica, etc.) en un vaso de trago largo rebosante de hielo.
Con tragos como el “Johnnie Highball”, que combina red label con gaseosa lima limón, la marca desembarcó en fiestas en la disco Tequila y también en los Golden Hours –encuentros tipo after– que tuvieron lugar este año en el Campo Argentino de Polo.
Jack Daniel’s es otra de las etiquetas que contribuyó a ese encuentro entre el american whiskey y los jóvenes a través de diferentes iniciativas. Según explica Gustavo Vocke, Brand Ambassador de la marca en Sudamérica, esta marca de Tennessee Whiskey “fue una de las grandes impulsoras para rejuvenecer la categoría. Se ligó mucho a la música y al rock y rompió con el paradigma de que el whiskey era solo para momentos de relax, “low energy”, para pasar a posicionarse como una bebida enérgica y sociable”.
La marca también estuvo presente a través de distintas acciones en discotecas como Jet, donde reina el público sub 35.
Whisky para principiantes
Para los que recién se inician en esta bebida, Giuliani recomienda ir a los cócteles. “Si un cocktail está bien hecho, hasta los que no están acostumbrados a beber whisky lo van a disfrutar. Mi recomendación es acercarse a la barra y hablar con el bartender para ver cuál es su recomendación según tu gusto”.
De hecho, muchos clásicos de la coctelería llevan whisky como base alcohólica, y no hace falta caer en algo power como el Old Fashioned, también hay opciones en la familia de los refrescantes, como el “Mint Julep”, que lleva bourbon, almíbar, mucho hielo y menta.
Claro que ser principiante en la materia no impide beberlo solo, en ese caso hay que optar por perfiles de sabor más amigables al paladar, si se trata de un scotch que sea menos ahumado. El Ambassador de Chivas recomienda 4 etiquetas del portfolio ideales para amateurs: “Chivas 12 años, Chivas Extra, Chivas Mizunara y Chivas XV”; aunque, según aclara, “una de las características de los whiskies de Chivas es su perfil afrutado, mucho más fáciles de beber que uno ahumado”.
Todos estos cambios hicieron que en el último tiempo abrieran bares especializados en esta bebida, tanto en Argentina como en el mundo. De hecho, en Londres hay un bar que es el templo joven del whisky.
Se tata de The Blues Kitchen, un “late bar” donde la música en vivo –rock, soul, funk y hasta country, con una programación tan nutrida que venden entradas con meses de anticipación– se riega con una colección impresionante de American Whiskeys. Claro que también cuentan con etiquetas de otros países, como Japón y Escocia.
Más cerca de argentina, en Perú, el año pasado Johnnie Walker abrió su primer highball bar. Se ubica en YOY Lima Box, un patio gastronómico de food containers, es decir restaurantes y bares montados en estructuras similares a las de un contenedor.
En nuestro país, dos bares son clave en la escena whiskera joven local.
Sede
Este bar, que hace poco cumplió un año, marcó un antes y un después a la hora de beber whisky en Argentina. Suena a mucho, pero lo cierto es que tomaron una bebida que hasta entonces era selecta y estaba rodeada de estereotipos para deconstruirla.
¿Cómo lo hicieron? Precios democráticos, declaración de principios (un afiche anuncia: “El whisky no tiene género”) y cócteles que plasman a la perfección el concepto de drinkability.
Como corresponde a un bar de whiskies, hay varias formas de disfrutar esta bebida; una de ellas son las “catas” o flights, una especie de combo de tres etiquetas divididas por origen (Irlanda, Estados Unidos o Escocia); materia prima (centeno, cebada o maíz) y scotch por regiones (Highlands, Speyside, Islay e Islands).
En materia de cócteles, están los de autor, creados por la bartender Ani Varela, con variedad de perfiles, desde un refrescante “Alfonsina” (J. W red label, maracuyá, jugo de limón y reducción de Malbec, $230) hasta uno más complejo, como el Continente (Jim Beam macerado en café, vermouth dry y tintura madre de naranja, $220).
Para arrancar, imperdibles los aperitivos –que no confunda el nombre, llevan whisky, como todo en esta casa–. Cuestan $150 y hay tres opciones, entre ellas el fresquísimo Las Flores, con Jameson, cordial de manzanilla, soda y piel de limón.
La carta de comidas es otro hit, una colaboración con los creadores de Anafe. Con precios que arrancan en $170 hay opciones contundentes, como una riquísima carrillera con puré hasta buñuelos y chips de fainá con dip de remolacha, hinojos y provenzal.
Todos los días diferentes DJs se encargan de las bateas.
A tono con la propuesta, nada de silloncitos ni sillas cómodas, solo lugares en la barra y mesas altas; y bien entrada la noche, ni eso, a beber parado.
Guevara 421, Chacarita.
Bourbon, Brunch & Beer
Oriundo de Estados Unidos, el bourbon es una buena puerta de entrada al mundo del whisky, ya que su perfil es más dulzón y no tiene la turba del scotch, su primo escocés. Por eso, muchos jóvenes llegan a este destilado vía Estados Unidos.
Con más de 70 etiquetas para degustar, Bourbon, Brunch & Beer es especialista en American Whiskey (bourbon, rye y Tennessee Whiskey).
Entre los cócteles no faltan los clásicos como el Mint Julep, el Boulevardier y el Penicilin, entre otros tantos.
El Old Fashioned ($280) de la casa se reversiona con pera deshidratada, amarena, jerez y almíbar especiado.
El ambiente es bien descontracturado, con sillas altas y barrilles de cerveza que ofician de mesas, la onda es más cercana a la de una linda cervecería que a la de un bar especializado.
El calorcito hace que los habitués prefieran la vereda, ya que Bourbon, Brunch & Beer se encuentra en una isla en medio del caos palermitano: la tranquila esquina de Ravignani y El Salvador.
Y como indica el nombre del lugar, no solo de bourbon vive el hombre, acá también hay otras dos estrellas: la cerveza (bebida que en el exterior suele combinarse con whisky: se bebe un sorbo de una y luego de la otra) y el brunch.
Tampoco faltan los cócteles con otras bebidas alcohólicas, como el Fernet Cola ($250), el Aperol Spritz ($280) y cuatro versiones de gin tonic.
Si de comer se trata, la propuesta es obra de Dante Liporace y ofrece desde platitos para compartir y picotear hasta contundentes principales. Entre los primeros, se destacan la tabla de fiambres, embutidos italianos y selección de quesos con pan casero ($540) y las papas asadas con queso y bacon crocante ($290).
Los principales tienen protagonistas estadounidenses, con estrellas como las clásicas friend chicken tenders -alitas de pollo para decirlo en criollo- o las ribs de cerdo.
Ravignani 1802, Palermo.