
Siempre hay una galletita en la memora. Como hay una canción, un club, una película o una golosina que marcó tu infancia, o, si sos millennial, un track list, una serie, o una red social. El asunto es que no importa el rango etario al que pertenezcas: hay una galletita en tu recuerdo.
La que comías en el recreo o en la merienda, esa con la que tu vieja hacía la torta de cumple o esa preferida con la que te empachabas porque sí, de gula nomás. Las galletitas siempre están y con ellas las costumbres: están los que comen primero el relleno y después las tapitas, están los que escarban en el paquete de surtidas solo para elegir su preferida; están los que las comen a dos y las que necesitan mojarlas en el café con leche. Por supuesto, no faltan los que no paran de comer galletitas hasta vaciar el paquete.
El señor de las galletitas
En la cultura popular, las dos grandes marcas de galletitas que se instalaron para siempre en la memoria de los argentinos tienen nombre y apellido: Bagley y Terrabusi (hoy ambas pertenecen a distintos conglomerados multinacionales, pero la impronta de estas firmas en el imaginario colectivo es tan honda que no les queda más remedio que seguir imprimiendo sus logos en cada paquetito). Después, allá lejos en la góndola y en el recuerdo de los consumidores hay otras marcas, ya veremos.
Pocos saben que las galletitas dulces son uno de los primeros productos de industria nacional. Su producción masiva arrancó en 1875 de la mano de Melville Sewell Bagley: el señor que creó todas esas galletitas que vos comés. Hasta entonces, las galletitas llegaban del otro lado del Atlántico, eran inglesas. La primera que llegó al mercado fue una que se llama “Lola”, y se decía que no tenían ningún agregado artificial. Tanto que se incluía en la dieta de los pacientes en los hospitales. Se cuenta que una persona que visitaba a un familiar vio a un enfermero llevar una camilla hacia la morgue con un cuerpo y dijo: “Este no quiere más Lola”. De ahí al acervo de la cultura popular, un paso. La historia de Bagley es interesante y da cuenta de muchas otras cuestiones más allá de las galletitas (culturales, económicas, históricas de la Argentina). La podés leer acá.
Unitarios o (federales) surtidos
Lo más fácil para entender qué pasa en el planeta galletitas es analizar los paquetes de Surtidas, porque en este mestizaje hay para todos los gustos. Son democráticos, pero tienen sus riesgos: en el amuche las galletitas se rompen, se secan o son versiones de la originales que distan mucho, pero mucho de ser ricas. En ningún caso ya son las de entonces, cuando se compraban directo de la lata con ojo de buey en el almacén del barrio. Si lo tuyo es el detalle, comprá el paquete específico. Si te bancás la pelusa, los paquetes son la solución. Así, para ahorrarte el chasco, analizamos algunas de las propuestas de las Surtidas con lupa y te contamos lo mejor y lo peor de cada paquete.
Surtido Bagley
Atenti: la nueva versión dice “Nuevo Mix más rico” y ¡Tus marcas preferidas! Léase: rumbas, mini cindor, chocolinas, sonrisas, panchitas, tentaciones caseritas y unas caritas que simulan ser los hermosos anillitos de la competencia (no lo logran). Antes había otra edición que decía “Seleccionadas” e incluía chocolinas, coquitas, panchitas, sonrisas y rumba (más rica). La verdad, salvo la comparación infaltable entre los anillos, la promesa se cumple, son los sabores conocidos y hay una proporción similar de cada variedad.
Variedad Terrabusi
El paquete rojo llama la atención y dentro hay clásicos de todos los tiempos: Melba (llamada así en honor a la hija de Terrabusi), duquesa, pepitos, anillitos (¡los originales!), boca de dama y unas similares, versión chocolate. En general, los anillitos de chocolate son los que salen primero y por último quedan las bocas de dama que abundan en el paquete (aunque ahora las reeditaron en un paquete propio, aparte, junto con las Rococó). De las Variedad, hay dos opciones que vienen embolsadas aparte: la “Dorada”, para los amantes de las galletitas de vainilla (anillitos blancos y rosas, Lincoln, Boca de dama y algunos pepitos). Y la “Chocolate” que tiene mini pepitos, mini Melbas, algunos anillitos glaseados y muuuchas gota (masa de chocolate que sabe a vainilla y no son gran cosa). Mejor comprar el paquetito solo anillitos y listo.
Los puristas tenemos nuestros pruritos. Acá hay imitaciones de anillitos glaseados de chocolate y hay una versión con glaseado rosado que no tienen agujero en el medio. Hay galletitas de vainilla como si fueran duquesas, hay de chocolate como si fueran melba, hay pepitos con chocolate. Son de Arcor (que también es dueña de la marca Bagley). Ok, démosle una chance, no son geniales, pero con cariño y hambre pasan.
Surtidas Gold Mundo
Acá se prometen pepas con dulce de membrillo, caritas y flores de vainilla, cuadraditos y estrellas decoradas de chocolate. Salen para el mate de la tarde en la oficina, cuando ya revolvieron todas las estanterías, las mochilas y los cajones.
Fiesta Surtidas
De la firma Granix, aquí vienen galletitas de avena, miel, cereales, pasas de uva. Hay sabor vainilla, coco y chocolate. Son casi todas iguales, parecen haber sido hecho con la misma mezcla y distinto molde, aunque predomina cierto sabor a avena. Meté la mano tranquilo, cualquiera será lo mismo.
Kokoa, las galletitas que deben volver
Los argentinos, según datos del sector, consumimos 12 kilos de galletitas por persona por año, un número bastante alto para consumir tanta harina, azúcar, sal y jarabe de alta fructosa. Pero nos gustan todas, cada uno tiene su ranking: podríamos hablar horas de la Ópera (llamada así en honor de la inauguración del teatro Colón); de las merengadas (esas que tienen la crema rosa potente y pegajosa), de las Chocolinas (¡qué sería de la chocotorta sin ellas!), de las Ondinas (parecidas a las Manón pero con un relieve en su superficie) que reinaron en los ‘80 y ya no se producen. Pero entre todas las galletitas que necesitamos que regresen a la góndola, hay un clamor popular que pide por las Kokoa. ¡Sí! Las kokoa eran un lujo (por ser ricas y más caras): abrías la lata y no podías parar de comerlas. Se trataba de las conocidas boca de dama bañadas en un chocolate espectacular de capa gruesa. Y acá, otra vez, estaban los que las mordían y quienes hacíamos derretir todo el chocolate primero en la boca. ¡Que vuelvan las Kokoa!
Listo, hemos dicho. Hacé tu propio ranking y contanos cuál es tu galletita favorita.