Ya lo dijo Juan: “en el principio era el verbo”. Y para el vino, claro, la máxima está tan vigentes como cuando la sentenció el apóstol para la posteridad. Sucede que, más terrenalmente, las palabras –los verbos en particular– dan cuenta de cómo el mundo cambia: desde la incorporación de acciones como whatsappear o instagramear a likear o megustar, los verbos encarnan la vitalidad los cambios. De eso Juan estaba seguro.
De forma que en el lenguaje del vino –siempre tan rico en vocabulario– están apareciendo verbos que dan cuenta de nuevas cosas en el mundo de las copas. Y estos que listamos a continuación, son algunos de los más recientes.
Pinchar. Este verbo tiene dos acepciones en el mundo del vino, los dos desde el punto de vista de innovaciones tecnológicas. Por un lado, desde hace poco más de un año está disponible en Argentina un dispositivo llamado Coravin. En pocas palabras, es un dosificador de vino que se emplea para extraer copas de vino de botellas selectas pero sin abrirlas. El principio es muy simple: emplea una aguja larga y muy delgada que pincha el corcho e inyecta gas argón en la botella, extrayendo al mismo tiempo una porción de vino. De ahí que se use hoy “pinchar vinos viejos”.
La otra acepción es parecida, pero de otra escala. Desde 2018 se pueden comercializar vinos en barriles de acero inoxidable para servir en canillas en los bares. Y así como se pinchan los barriles de cerveza hoy se pinchan los de vino. Sencillo. Pero nadie usaba el término hasta hace seis meses.
Tirar. Es una variante del vino pinchado, pero el verbo se emplea fundamentalmente en el servicio: vino tirado, como se dice cerveza tirada.
Enlatar. Esta semana se conoció que bodega Santa Julia lanza una línea de vinos en lata. Hace algunas años existía Iron Wine, que no prosperó en el mercado doméstico pero sembró la semilla del vino enlatado. De modo que ahora que el recipiente fue finalmente aprobado –octubre del 2018– se empezarán a “enlatar” vinos. El empleo por parte de los consumidores es aún remoto, pero creada la acción y acuñado el verbo, es sólo cuestión de tiempo y para que las latas triunfen. De eso no tenemos dudas.
Sulfitar. Se emplea en un sentido negativo: no sulfitar. Y es una tendencia global que hoy en Argentina gana predicamento y vinos en la calle. En pocas palabras, se trata de elaborar principalmente tintos sin agregado de anhídrido sulfuroso, un antioxidante y conservante empleado desde la antigua Grecia. Sin embargo, desde la extensión del movimiento de vinos naturales por el orbe, “no sulfitar” los vinos se volvió un tema de conversación en ciertos círculos especializados. Para tomar dimensión del tema, y emplear el verbo botella mediante, conviene apuntarse algunos vinos: Krontiras Natural Malbec 2018, Chakana Sobrenatural 2018 y Amici Meie 2017, tres vinos sin sulfitos de una delicada elaboración y sobrado sabor.
Dinamizar. Es el más evangélico de los nuevos verbos. Lo emplean aquellos productores biodinámicos –es decir, que practican una elaboración de vinos siguiendo los astros y de acuerdo a las fuerzas cósmicas (sic)– que, precisamente para conseguir accionar el efecto de naturaleza deseado en sus vinos, deben “dinamizarlos”. En pocas palabras es activar las energías del vino haciéndolo rotar tantas veces para un lado y para el otro. Podría creerse que estamos hablando de gente que no se toma en serio el asunto, pero son productores de los más renombrados en el mundo los que están imbuidos de esta filosofía. Desde Chateau Le Puy (cuyos vinos ahora se consiguen en Argentina) a La Emiliana en Chile o, los citados más arriba, Cakana, Stella Crinita y Krontiras. En todas ellas dinamizar es un verbo sobradamente empleado.
Sodear. Es verdad, no es nuevo. Pero ahora no es vergonzante usarlo, luego de una década y pico de ortopedia vínica en las mesas. Así, pasamos del “cómo se debe beber un buen vino” al “tomalo como querés” (nótese también el cambio de persona, del usted al voceo) que conlleva, de paso, el revival del sodeado y su verbo encarnado, sodear.