
Cuando la primavera promedia su avance es cuando ir a comprar verduras y frutas se vuelve algo atractivo. No sólo porque ahora abundan los productos sabrosos de estación –como los alcauciles, los espárragos y las frutillas– sino porque a ellas le sigue lo mejor del año, las cerezas, los damascos y los duraznos del verano.
Bien lo sabe la gente de A.C.E.L.G.A. con su MESA de estación edición primavera, una iniciativa que busca promover el consumo de productos de estación, junto a los productores locales. Por eso, del martes 6 al lunes 12 de noviembre arranca una nueva edición cuyos protagonistas son garbanzos, espárragos, frutillas y moras durante la cual un circuito de restaurantes crean menús inspirados en estos productos a precios diferencial.
Pero ahora, en plan de comprar rico y no gastar un dineral, lo mejor está en estos tres productos de estación.
Alcauciles
En otros lugares se la conoce como alcachofas, pero acá preferimos el nombre arábigo porque suena lejanamente exótico. Un gran tentempié que es en rigor un cardo del que se come la flor, cuya madre –la que crece en la punta– es la más sabrosa, aunque llega a tener hasta otras siete. El sabor amargo proviene de la Cynarina mientras que ofrece una de las mayores concentraciones de antioxidantes del reino vegetal. La Plata tiene certificado de origen para los alcauciles y es la Meca hoy de la producción en el país. Variedades: dos, blanca y morada.
Para elegirlos en la verdulería, el truco está en que las flores chicas tiene el corazón más grande, entonces conviene elegirlas, contrariamente a lo que dicta la razón.
La mejor forma de comerlo es con aceite de oliva y limón, pochando las hojas y raspándola con los incisivos. Pero los corazones de alcauciles pueden ir a tartas, pizzas o terrinas. La semana pasada comí en Tomo I, unos ravioles de alcaucil que eran la gloria.
Espárragos
Es un producto claramente de estación ya que sólo se consiguen de septiembre a noviembre. San Juan es el mayor productor.
Variedades: verdes y blancos, de distinto calibre. Los blancos se hacen cubriendo la planta, resultan gruesos y con interior carnoso y tierno. Un dato sorprendente es que en su momento de apogeo puede crecer hasta 7cm por día.
La forma más rica de acompañarlo es con algunos mariscos, pescados y quesos.
Se come un tallo con la yema de arriba. Se corta y blanquea al vapor o al agua hirviendo. Se los come con mayonesa, limón, con queso gratinado.
Frutillas
La frutilla del postre es una frase que refleja una realidad pasada: antes, hace unos 40 años, eran un producto muy escaso. Hoy se las planta en abundancia en Coronda, Santa Fe, por ejemplo.
El dato curiosos es que las frutillas silvestres son muchas, pequeñitas y llenas de sabor, pero su carne es tan débil que se rompen fácilmente cuando están maduras; los cruces comerciales son grandes y ofrecen capacidad de transporte.
Todas las frutillas que comemos son cruces entre dos especias: Fragaria Choloensis y la Fragaria Virginiana, que empezaron a hacerse en 1750; así nacen todas las grandes frutillas que hoy le dan vida a góndola.
La temporada es de agosto, septiembre y octubre, con un remanente hacia comienzos de noviembre.
La mejor forma de comerlas es con jugo de naranja y azúcar impalpable. También en tortas o solas.
En casa hacemos un jugo todas las mañanas de frutillas y naranjas, que pasamos por la procesadora con el agregado de una generosa rodaja de jengibre. Para esta temporada, es lo más.