Algo sucede con el Torrontés para que en la misma semana las dos provincias que la tienen como emblema compitieran por su cartel. Por un lado, la Rioja, lanzando su Ruta del Torrontés Riojano; por otro, Salta, con una semana dedicada al varietal, pero de Altura. Mucho movimiento para una variedad que pierde Terreno comercial pero no corazones que la quieran.
El dato curioso, sin embargo, es que ni La Rioja (2148ha) ni Salta (967ha) son las provincias con mayor cantidad de hectáreas, ranking que lidera Mendoza (3754h a) aún cuando no participa de la contienda. La razón es simple: el Torrontés aromático, el que da perfume de azahar y el que propone un paladar suelto y algo delgado, sólo se da en el NOA. Y ahí, el terroir es todo.
Torrontés Riojano en La Rioja
La variedad se llama Torrontés Riojano porque ahí fue descripta por primera vez a mediados del siglo XIX, pero según se ha podido saber por estudios de ADN se trata de un cruzamiento de Listán Prieto y Moscatel de Alejandría que tuvo lugar en algún punto del siglo XVII en Mendoza.
Lo que es indiscutible es que Chilecito es municipio que más Torrontés Riojano tiene cultivado en el país: 1727 hectáreas. De ahí que la Ruta del Torrontés lo tenga como epicentro, aunque también recorre otros municipios de la provincia cuyana.
La idea es que esta ruta, desarrollada por privados y el gobierno de la provincia, permita hilvanar tanto productores de vino como de gastronomía riojana. Lanzada esta semana pasada, propone recorridos por los valles riojanos, vinculando hotelería y restauración con bodegas.
Torrontés en Salta
Cafayate es el epicentro de la variedad y, al mismos tiempo, una de los orígenes más prestigiosos, aún cuando ocupa el 4to puesto en superficie cultivada con 640 hectáreas. Según la Radiografía de Consumo de Torrontés elaborado por la consultora STG, para los bebedores de más de 50 años el origen Cafayate es muy apreciado (85%) mientras que el resto no le presta atención al origen.
Es que las marcas más emblemáticas, y algunos de los estilos más clásicos, fueron desarrollados en el Valle Calchaquí, de donde Cafayate es ciudad cabecera. Pero ahora, la provincia promueve también otros orígenes como Cachi y Molinos, en las que explora La Semana del Torrontés de Altura, con viñedos hasta 2600 metros, que arrancó el viernes último en la capital salteña con una clínica sobre la variedad.
Tres estilos posibles
El asunto con el Torrontés, más allá de quién se lo arrogue, es que ofrece estilos distintos según el origen.
El más abundante, naturalmente, es el que representan los de chilecito y los cafayateños brillan por el aroma floral y cierta boca amplia y a la vez austera, como son Abras (2017, $550), Quara Reserva (2017, $225), Piatelli Premium (2017, $397), Cafayate Reserve (2017, $280), Valle de La Puerta (2017, $290) y Nina (2017, $380).
Los de zonas más altas, van por un blanco de mayor frescura y menor perfume floral, como sucede con Molinos, Chachi y Santa María, este último en Catamarca, así resultan Colomé (2018, $265), Adentro (2017, $180), Tapo del Cese (2017, $290).
En el medio están los torrontés que puede elaborar Mendoza, más parecidos a un Pinot Gris: algo neutros en aromas pero con boca de rica frescura y paladar amplio, tal y como son Piedra Negra (2018, $270), Andeluna (2018, $315), Críos (2018, $299) y Trumpeter (2017, $290); a ellos se suman los raros Chakana Estate Selection (2018, $400) y Susana Balbo Barrel Fermented (2016, $673), criados en barriles.
Por fuera de estos orígenes, una de las vertientes más exploradas en los últimos años son los torrontés de cosecha tardía y hasta espumosos, pero siempre dulces, como Laborum Torrontés de Otoño (2017, $465) como ejemplo para los primeros, y Deseado ($305) como un caso de espumoso dulce.