Beber vino en China: una cultura que gana interés por las copas argentinas
Las cosas se están moviendo rápido en el que será el principal mercado de vinos de mundo. Argentina juega sus fichas entre concursos y redes de difusión.
Hace poco anduvo por el oeste el señor Jicheng Zan, editor de la revista Wine in China. Llegó desde Beijin para escribir un libro sobre los vinos de la ruta 40. El señor Zan, además periodista, es un especialista en viticultura y observador de los modos de hacer vino en otras partes del mundo.
Junto a Zan, también anduvo por nuestros rincones la señorita Dorian Tang. Ella es una wine educator, que tiene todos los títulos que hace falta tener en el mundo occidental para ser un crack del vino y está a punto de convertirse en Master Wine, uno entre los pocos que más saben del tema en el mundo. Por ello, Tang hoy lidera la compañía Fine Wine cuyo principal expertise es importar tintos y blancos del mundo a China. Y crece con su mercado.
Con ellos, también nos visitaron el sommelier chino Li Hang y “Lady Penguin”, como se conoce a Shengan Karla Wang, la señorita que lidera un programa de TV en redes sociales y que fundó la membresía de vinos más grande de China, con 40 millones de socios. Ni más ni menos que una Argentina entera comprando vinos en el país de la Gran Muralla.
No fue una casualidad al estilo Pasternak, el primer episodio de Relatos Salvajes, en el que todos coinciden en un avión porque en algún momento de sus vidas conocieron a un oscuro personaje llamado Gabriel Pasternak. Por el contrario, fueron invitados de Wines Of Argentina para formar parte del jurado de vinos del Argentina Wine Awards. Pero ahí no termina la cosa. Recién comienza.
Vino en China
¿Levante la mano quien sepa dónde queda la península de Guangdong o la provincia de Ningxia? Si formuláramos la misma pregunta en un sitio de Chongqing o Tianjin, sólo que preguntando dónde queda la península de Valdés o Neuquén, el efecto sería el mismo. Con una pequeñita diferencia: por ejemplo, Chongqing es una ciudad municipal de 30 millones de habitantes, mientras que Tianjin nada más tiene 15 millones, de los que 4 viven en un área de 170 km2.
Con toda la razón del mundo a los chinos no les importa el mundo exterior. O no les importaba. Porque algunas entre las cosas que cambiaron de fundamento, el vino es hoy un vector de occidentalización fuerte. Por supuesto: primero viene Francia, Italia y España, luego el resto del mundo. Pero en esas escalas el resto del mundo tiene sobrado margen para crecer.
La pregunta del millón es, en tal caso, ¿cómo se hace para que los crecientes sectores medios y los millones de millonarios de China sientan que en este rincón del mundo hay algo atractivo para beber?
Conocer para beber
Jorge Wang es importador de vino en China. Nació en Argentina, según la leyenda, pero volvió a hacer negocios a su país. Tiene una herramienta poco frecuente en nuestro medio: habla mandarín a la perfección y entiende la lógica de sus colegas. Fue Wang, por ejemplo, quien motivó la idea de hacer un libro sobre la Ruta 40 y se puso manos a la obra. Entiende a la perfección que su mercado desconoce por completo al nuestro como proveedor de vinos. Y tiene que llenarlo de contenido.
Lo misma pregunta es la que busca resolver Wines of Argentina invitando a jurados internacionales al Argentina Wine Awards y promoviendo ahora una estrategia digital para los vinos locales en Alibaba.com, el market place más importante de Asia. Porque esos viajeros empiezan a formar pequeños puentes invisibles en donde la experiencia, el relato y la vivencialidad de la Argentina –insistimos, un club de vino de Beijin en escala– puede aportar algo más sofisticado.
En síntesis, una historia que ayude a ubicar en el mapa de los Chinos a este pequeño rincón del mundo.
Algunas piezas ya empiezan a moverse con mayor velocidad. Y así como al terminar esta nota durante el desayuno del domingo nos quedaron al menos algunos puntos geográficos claros y el consumo cosmopolita creciente de vinos que hay en China, lo mismo sucede a 36 horas de vuelo, al otro lado del mundo, cuando en algunas casas chinas se dejen las copas de la cena para lavar al día siguiente.
Una versión de esta nota fue publicada en La Mañana de Neuquén el domingo 17 de septiembre de 2017.
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