En marzo se presentó un Malbec elaborado con uvas cultivadas a 3.111 metros. Todo un récord, tanto por lo extremo como porque en ningún otro lado del planeta se cultivan vides tan altas. Guinness aparte, lo que marca la llegada de Colomé Altura Máxima Malbec 2012 es la realización de una voluntad exploratoria, tanto para el Malbec como para los bodegas de Argentina.
Mientras que en Salta la cota máxima roza el cielo, en Mendoza, otras bodegas exploran otras límites: hay Malbec cultivado en Uspallata –un paraje de alta montaña– a 2.000 mil metros de altura, cuyo vino está siendo embotellado ahora mismo, y Malbec cultivado en el Valle de Uco a 1.500, que ya están en la góndola. Más allá de las cotas elevadas, que garantizan un clima entre fresco y frío según la zona, lo que sucede hoy es que precisamente ese clima le cambió el perfil al vino: ya no es sólo un varietal de trazo frutado y boca golosa y amplia, que conocíamos. Ahora se pueden beber Malbec apretados y lineales como el vuelo de una flecha; o bien ágiles y nerviosos, como una liebre; y, sobre todo, con una paleta gustativa completamente nueva.
Ahí hay una vanguardia gustativa. Es verdad, algunos viñedos son tan pequeños que apenas se verían en un mapa. Pero la suma de todos ellos es lo que permite formar un clúster de nuevo sabor en la góndola del Malbec. Algunos números para ponerle sustento: el Valle de Uco, en Mendoza, creció en 10 mil hectáreas desde 2002, todas por arriba de los mil metros; dentro del valle, el departamento de Tupungato, donde las vides parten a 1.200 metros, elevó la superficie de Malbec desde 1.348 hectáreas en 2005 a 3.844 en 2015, con el grueso plantado en el distrito de Gualtallary, a 1.400 metros en promedio y con picos de 1.600. ¿Un dato más? En el mismo período Salta pasó de 351 a 1.130 hectáreas, en torno a los 2000 metros y, por supuesto, con un pico de 3.111.
La altura no sólo significa un nuevo clima frío para la variedad. Significa también la exploración de suelos vírgenes, de condiciones poco conocidas, especialmente en puntos extremos, y sobre todo de un tipo de balance absolutamente nuevo para los vinos. Es en este efecto de terroir, del que hay unas 12 mil hectáreas en juego que, en un cómputo grueso de 8000 botellas por hectárea da 9,6 millones de botellas entrando al mercado. Un número nada despreciable para una vanguardia.
El futuro de la variedad
Más allá de lo que sucede en Argentina, cuyo peso estadístico es elevado en el horizonte global, en el mundo el Malbec está haciendo nuevo ruido. Sin ir más lejos en Cahors, Francia. La cuna del Malbec en términos históricos –desde allí llegó a nuestro país en 1853-, fue señalada por la revista británica Decanter como la próxima cuna para los inversores del viejo mundo. ¿La razón? Tierra barata para explorar en un terno fresco, con una variedad que ofrece potencial.
En Francia se cultivan unas 5.000 hectáreas de Malbec que, comparada con las casi 40.000 de Argentina, parece un universo menor. Pero Francia no está sola. También hay que sumar crecientes viñedos en California –la zona de Lodi, particularmente-, Maule en Chile y Margareth River en Australia. En conjunto el mundo puede ofrecer hoy una diversidad creciente de Malbec de la que Argentina y sus nuevos terroir son punta de lanza.
Con un plus extra: los asesores que plantan Malbec en el mundo aprendieron todo la variedad en nuestro país. Enólogos y viticultores como Paul Hobbs y Alberto Antonini hoy desarrollan viñedos en distintas partes del globo con know how local.
Y justo ahora que se cumplió un nuevo aniversario del Día Mundial del Malbec este 17 de abril, conviene apuntar que, aquella variedad que vino de Francia, ahora vuelve a Francia con una nueva perspectiva: la vanguardia que hoy pone en juego a los vinos argentinos.
Así las cosas, no resulta descabellado afirmar que hay mucho camino para el Malbec aún, tanto dentro como fuera de nuestro país. Y que ese camino tendrá un largo horizonte en la medida en que se sigan explorando las posibilidades gustativas de nuevas zonas de origen. Para conocer algo de ese futuro, al menos a nivel local, conviene darse una vuelta por la alta y no tan alta gama local, y probar algunos de los vinos que siguen.
Catena Zapata Mundus Bacillus Terrae Adrianna Vineyard (2011, $s/d). Catena Zapata es una de las bodegas pioneras en apuntar a la altura de Uco, con viñedos que trepan hasta los 1500 metros en Gualtallary. De la selección de parcelas que realizan en el viñedo Adrianna resultan algunos tintos curiosos, como este, cuya selección está armada en torno a la fauna bacteriana del suelo. Un tinto expresivo, entre balsámico y frutal, cuya textura de boca es lograda, con frescura y elegancia, de modo que recuerda al polvo de la tiza. Una suerte de futuro embotellado.
Altura Máxima Malbec (2012, $1200). Qué sucede con la vid a 3.111 metros, en una zona tan fría como la Borgoña, pero tan insolada como el Sahara, es un misterio que resuelve Colomé con este vino absolutamente fuera de lo común: con aromas balsámicos, frutados y animales, ofrece un paladar delgado y fresco de una intensidad impactante. Si no da el presupuesto, recomendamos hacer una vaquita para probarlo, pero no quedarse afuera de sus pocas botellas.
Doña Paula Alluvia Parcel (2012, $1000). Entre las líneas que exploran la altura como vector del sabor, Doña Paula ofrece sus Parcel, del que este ejemplar cultivado a 1350 metros es un excelente ejemplo. Con un viñedo plantado sobre suelo virgen con depósitos calcáreos, el vino resultante ofrece expresión abierta, entre mentolada y frutal, con un paladar de frescura jugosa y textura polvorienta.
Ayni Malbec (2013, $474). Elaborado por bodega Chakana con uvas de Paraje Altamira, la nueva delimitación de terroir en La Consulta, Valle de Uco, este ejemplar resume lo que se logra con la combinación de un tipo de suelo y un microclima específicos: tinto frutado y con trazos vegetales y herbales, al paladar es apretado y jugoso, con taninos finos y activos, que se definen por su intensidad y por el subrayado de la frescura.
Polígonos San Pablo Malbec (2014, $450). San Pablo es la zona más elevada del departamento de Tunuyán, también en Uco, donde los viñedos escalan hasta unos 1.500 metros. Elaborado con uvas de una finca de Familia Zuccardi en la zona, Polígonos representa un estilo moderno dictado por la zona y el estilo: tinto fragante y floral, con trazos frutales, al paladar es suelto y elegante, fresco y de un carácter algo nervioso.
Andeluna Altitud Malbec (2013, $210). La bodega ubicada al oeste de la ruta 89, fue de las primeras en plantar viñedos en la parte baja de Gualtallary, entre los 1.100 y los 1.300 metros. Cultivados sobre los suelos más profundos de esa parte del valle, ofrece dos condiciones singulares: aromáticamente es abierto y frutal, con trazo balsámico; en boca ofrece taninos redondos y pulidos, con un punto justo entre una boca tensa y una golosa. Excelente puerta de entrada a los nuevos estilos.
Pala Corazón Malbec (2013, $180). Elaborado por el enólogo Lucas Niven con uvas de Gualtallary en la bodega familiar, este vino representa la modernidad estilística, tanto por su origen como por su voluntad. Un tinto frutado y ligero, austero en su propuesta, con paso fresco y chispeante, paladar suelto y lleno de sabor. Para buscadores de novedades, una ficha puesta.
Alpaca Malbec (2013, $180). En torno a Cafayate también las cosas están cambiando. Especialmente en Malbec, cuyo manejo se comprende cada vez mejor en ese terroir extremo. Así, es te ejemplar de Finca Quara, se propone como un vino de expresión abierta y frutal, con boca de andar suelto y sabroso, en donde la frescura es más dato que la intensidad. Exactamente un polo opuesto a lo que se hacía en la zona en los últimos años.
Pyros Barrel Select Malbec (2013, $155). La altura también ofrece en San Juan un perfil nuevo para el Malbec. Así, en el Valle de Pedernal, a 1.400 metros, se obtienen uvas de otro planeta para la provincia. Como las que dan origen a Pyros, un tinto profundo y frutal, con trazos vegetales, y una boca rica y jugosa, de cuerpo medio, cargada de frescura y sabor producto de la altura. El Malbec más moderno de San Juan.
Viento Sur Malbec (2014, $78). Finca Ferrer es la filial local del Grupo Freixenet, gigante de las burbujas españolas enfocadas en relación calidad precio. Con esa misma voluntad, la casa elabora con uvas propias de Gualtallary este ejemplar accesible y necesario para conocer el perfil de los nuevos Malbec. Frutado y balsámico, propone una boca suelta y llena de sabor, marcada por una frescura rica en matices y por la textura de tiza que aporta la región. Puerta de entrada a los nuevos sabores, es un must de la góndola.
Joaquín Hidalgo
Una versión de esta nota fue publicada en la revista Playboy